jueves, febrero 10, 2011

Diario de un escritor delgado, de Germán San Nicasio


Total, que este Diario de un escritor delgado es tan novela como la que más. La novela inmediata, a tiempo real, de mi vida, con más o menos ficción pero sin premeditación ni arquitectura, y el cataclismo vital que la articula consiste solamente en ir ensartando días de uno en uno en este arpón novelesco que quiero ser yo mismo (qué bárbaro: arpón novelesco; lo que soy es un poeta). Por lo demás, para ir acabando con la autocrítica, quizá debería anotar aquí más actos sociales y menos enfermedades. También me da la sensación de que en general me miro mucho el ombligo, pero supongo que un escritor no es más que eso: un ombligo con patas, y además mi ombligo es el mejor del mundo (ésa es la actitud, coño). Y creo que ya está. Perdón por el mitin, pero es que me lío a soltar carrete y no veo la hora de parar, sobre todo cuando se trata de cosas sin ningún interés.

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Luego me tiro toda la mañana repasando las editoriales que han rechazado mi novela hasta la fecha: Páginas de Espuma, Tusquets, Almuzara, Espasa, Anagrama, Seix Barral. Y las que ni siquiera me han dado una respuesta: Destino, Mondadori, Alfaguara, Planeta, Candaya, Algaida, El Aleph, Lengua de Trapo, Martínez Roca, Salamandra, Siruela. Una cosa está clara: no es lo mismo un
no que un silencio. Pero después de siete meses veo difícil que me lleguen a contestar. No me extrañaría que según recibieron mi novela la tirasen directamente a la basura sin abrir el sobre. Qué fulanos. Anda y que les follen a todos. En fin, no sé hasta qué punto será un buen síntoma o no, pero el caso es que ya estoy pasando de tener la mosca detrás de la oreja a verla haciendo natación sincronizada en la sopa de su puta madre. Lo que sigo aún sin entender es lo de Pimentel y su famosa editorial Almuzara. Quiero decir: lo entiendo perfectamente, pero me jode. Claro, porque (agh, qué pocas ganas de escribir, Dios), en fin, vamos a dejarnos de leches: la frontera literaria de la editorial Almuzara está en los amigos de Pimentel. Esto es así. Punto. No hay más que echarle un vistazo por encima a su catálogo: Pimentel creó la editorial en plan hobby, para publicar sus propias novelas y las de sus amigotes andaluces, señoritos, diplomáticos y demás ex ministros. Y me parece cojonudo, claro que sí, porque si algún día me diese a mí por crear una editorial, en fin, seguramente yo haría tres cuartos de lo mismo, pero en el caso de mi segunda novela el perjudicado fui yo, y como de momento estoy libre de pecado, pues aquí van mis piedras.