El vídeo
Julio Valdeón Blanco, que reside en Nueva York, comienza el texto comparando la sociedad americana con la española en lo respectivo al trabajo. Cualquiera que haya trabajado con americanos sabe de la profesionalidad de éstos. Valdeón compara un país de vagos hedonistas con el país del dinero y la ilusión. Aquí nos quejamos, allí trabajan. En mi opinión, los americanos curran demasiado; lo ideal es el punto medio alemán, ni lo nuestro ni lo de los yanquis. Pero volvamos al relato de Julio, no quiero irme por las ramas: el personaje de Raúl, con su mentalidad americana, cree ver el negocio definitivo. Lo ha leído en un blog y está dispuesto a llevarlo a cabo. Pero necesita dinero...“El vídeo” es una inteligente crítica al capitalismo extremo, porque, como se ve en el relato, para mucha gente el dinero está aún por encima de la muerte en un supuesto orden de prioridades. Como dicen en “El padrino”: “Es business”. Su relato me recuerda al de Daniel Ruiz García, que a su vez me recuerda al de Alberto Haj-Saleh, que a su vez me recuerda que, a veces, los hombres, cuando caemos en manos de una víbora, también sufrimos malos tratos. Menos mal que nos queda la escritura para desahogarnos.
Genética
Sonia Fides nos presenta un pequeño fragmento en prosa ciertamente original. Está compuesto por frases largas donde escasean los signos de puntuación. Esto lleva al lector a una sensación de ahogo comparable al momento en que alguien recibe una bronca tan fuerte que no es capaz de articular una palabra en su inexistente turno de réplica. Sonia ha vomitado como si fuera una reacción, una reacción a algo que el lector desconoce. Pero lo que el lector sí puede conocer es la motivación del personaje de “Genética”. Y merece la pena.
Rojo pesadilla
José Manuel Vara se ha convertido, por derecho propio, en un visceral especial. Su llegada a la antología, como él mismo sabe, estuvo provocada por una dosis de casualidad. Como para mí el azar no es el elemento que dirige nuestros designios, le dije a JAB: “si ha llegado a nosotros es porque tiene que estar aquí”. Y así era, porque Vara se ha convertido en un colaborador activo y en un miembro importante de “Viscerales”. Sus reinterpretaciones fotográficas forman parte de la intrahistoria de esta antología. Y lo más importante, su texto “Rojo pesadilla”, como ya dije en una entrevista: es de lo más personal y original. Vara camina hacia lo onírico, y también hacia lo gore, tiñendo todo de rojo, rojo visceral, rojo pesadilla.
En el hotel
Cuando Roxana Popelka nos presentó los textos (nos presentó cuatro similares y tuvimos que elegir uno), ambos nos quedamos sorprendidos. No nos esperábamos este tipo de escrito, este híbrido entre el teatro y el relato dialogado que nos cuenta la relación de dos personas jóvenes en la habitación de un hotel. Dos puntos de vista, dos naturalezas, dos tópicos que no son tal: el hombre y la mujer.
Golo ha muerto (1994-2009)
Manuel Vilas nos deleita con un texto pasional y tierno que le escribió a su perro, Golo, tras fallecer éste en 2009. Vilas mezcla dos géneros en esta suerte de elegía: comienza escribiendo en prosa y termina en verso, haciendo una alusión espiritual que parece no caber en el tono del texto, pero que, gracias a la maestría del autor, encaja con todas las cosas, con lo celestial y lo mundano. Dicho esto, me gustaría destacar una de las frases del texto por ser tan genial como rotunda: “Era el mejor de los hombres”.
Derrotas
Jorge Espina nos trae desde Baleares un relato que contiene la brisa del Mediterráneo y esa extraña mezcla de razas, nacionalidades, idiomas y culturas que hay en Mallorca. El protagonista es un empleado de un hotel que está hasta los cojones de los guiris y su elitismo. Pero entabla una relación especial con un cliente inglés que le hace recuperar su humanidad. Aunque, al final, vemos que no todo es como parece. “Derrotas” se estructura en torno a una excelente paralelismo con la Guerra Civil que el autor es capaz de establecer con precisión.
Parque grande
En el relato de Brenda Ascoz se atisba un impulso suicida. Con ternura, sensibilidad y una prosa que, no sé por qué, me recuerda a la mía propia, Brenda, con deliberada ingenuidad naïf, se lamenta porque el mundo que conoce le duele; le duele tanto que, por momentos, desearía no haber nacido para no tener que pensar en morirse.
Casadas con Hollywood
David Refoyo nos narra la historia de una broma pesada. Y no me refiero a la que le gastan los protagonistas del relato a su víctima, sino a la crítica que el autor hace de la frivolidad de la televisión del capitalismo. “¿Quién vive ahí?”, “Casas de ricos” y otros títulos de programas similares son un ultraje a la ética. Los programas, a diferencia de Refoyo, no nos muestran el retrato objetivo de estas élites, sino el edulcorado punto de vista con el que pretenden que sintamos envidia. No me extraña que los reporteros que protagonizan el cuento terminen por hacer lo que hacen…