Para analizar las mutaciones del cine en estos tiempos, de revoluciones digitales y nuevas comunicaciones y de un nuevo orden mundial tras el 11-S, nada mejor que un libro de estructura mutante, como es éste. En sus páginas podemos hallar cartas entre críticos de cine, entrevistas, diálogos, ensayos, intercambios de correos electrónicos… Unas 330 páginas que despiertan el apetito de esa extraña raza (nosotros, los cinéfilos) e inducen a buscar las películas citadas y a interesarse por la filmografía de directores poco conocidos. Es un placer asistir a conversaciones en las que estos críticos no sólo tienen gustos elitistas, sino que abarcan distintos géneros y diversas épocas: para la mayoría de ellos es tan reseñable el cine juvenil de los 80 como Kiarostami. El libro presta mucha atención al nuevo cine iraní, al japonés y al taiwanés, pues ha roto fronteras y hoy, con la ampliación de los mercados y las nuevas tecnologías, es más popular que antaño. He apuntado los nombres de algunos directores cuyos trabajos quiero seguir, a los que había oído nombrar pero de los que desconozco sus películas, y también de aquellos de los que he visto sólo una parte de sus filmografías. Porque para mí el problema sigue siendo que yo prefiero ver las películas en el cine, y muchas de las obras citadas no tienen distribución en salas comerciales o su exhibición es restringida. Para entender lo que significa este título esencial, ya de culto en otros países, ofrezco unas palabras del prólogo de Pere Portabella:
Los autores reunidos en este volumen insisten en que hay que estar muy atentos al mapa cambiante del cine mundial, y ello presupone que nuestras percepciones y explicaciones de este fenómeno deben seguir el ritmo de las más diversas mutaciones. Así, por ejemplo, al tiempo que se descentraliza geográficamente la producción cinematográfica, muchas películas provenientes de Asia y Oriente Medio, que representan narrativas ajenas al “canon” occidental, han conseguido a lo largo de la pasada década una preeminencia en la cultura cinematográfica mundial impensable hace veinte años, transformando nuestra idea de lo que es y puede ser un relato trenzado con imágenes y sonidos. El cine cambia, muda, muta. Y, así, internet legitima la existencia y constante construcción de comunidades horizontales donde la imagen fílmica se dispersa y se construye con criterios no sospechados hace apenas unos años.
[Traducción de Esther Gaytán Fuertes]