Carlos Herrero ha publicado los libros Sexo, ortodoncia, muerte, Prosperidad y Cuentos rotos. En su biografía para Ediciones Barataria dice que ha sido “repartidor de periódicos, dependiente de cibercafé, chico de la limpieza, teleoperador, almacenero de IKEA y actualmente profesor de gimnasia en el Club Gimnástico de Coslada, un municipio de la periferia de Madrid”. De él dijo Kiko Amat: “Uno de los debuts más sinceros, patéticos (en el buen sentido de la palabra), desgarradores y puros que se han escrito en la península”.
Carlos no tiene blog, pero en el link de abajo se puede leer un extracto admirable de su prosa, de la que destacamos lo siguiente, que se ajusta a la perfección a Viscerales: “Fue entonces cuando comencé a escribir, por rabia, de dolor, para que nadie me engañara más. Y luego di tumbos, mentí, me drogué, dejé los estudios, sufrí, viví mal, perdí amigos. Porque un enfermo no cae bien. Porque no perdona lo que le ocurre, a los que no les ocurre. Porque es injusto que le ocurra a él”.
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