Pero, de todas las condiciones climáticas que conozco, las de Palma son las mejores. Y la isla sigue siendo la más bella de Europa, ni siquiera los cientos de millones de alemanes y los igualmente horribles y pendencieros suecos y holandeses han podido aniquilarla. Hoy es más bella que nunca. ¿Y qué lugar y qué región y qué lo que sea, pensé, no tiene siempre su reverso? Es una suerte haberme marchado de Peiskam y haber empezado en Palma de nuevo. Es un nuevo comienzo, pensé, y me levanté del banco de piedra y seguí mi camino.
[Traducción de Miguel Sáenz]