martes, diciembre 14, 2010

Así en la tierra como en el infierno / Los locos. Los reclusos / Ave Virgilio, de Thomas Bernhard


Mañana se presenta este libro en la librería Tipos Infames, de Madrid, con la presencia de Miguel Sáenz, el traductor oficial de Thomas Bernhard. Esta edición ha supuesto una sorpresa, pues me enteré de su existencia el mismo día en que salió a la venta. Tras tan largo título este volumen ofrece aún más de lo que promete. Lo explico:

-Aquel hombre azotado por tempestades es el texto que abre el libro: una breve conferencia de Bernhard sobre Arthur Rimbaud. No hace falta decir que es impecable. Y que, como siempre, el autor da caña: Las obras de los que siempre echan las campanas al vuelo y que resuenan hasta en cervecerías llenas de borrachos, las de los poetas de revista y los fabricantes de artículos literarios de exportación, que a veces les reportan el premio Nobel, son en su mayoría tonterías engalanadas y productos de moda. Lo que importa en literatura es lo original, precisamente lo elemental, gente como Jean Arthur Rimbaud.

-Así en la tierra como en el infierno es el primer poemario de Bernhard y conforma el grueso del volumen. Poemas que constatan, casi siempre, un estado de ánimo, el del autor, sombrío y fúnebre: son constantes las referencias a la muerte y los muertos. Tienen algo estos poemas que me recuerdan un poco a los de Claudio Rodríguez, en su interés por la naturaleza y el paisaje no como un fin, sino como un medio para el poema, para expresar estados de ánimo y para recrear las afueras en las que vivió de niño.

-Los locos. Los reclusos es un poemario extraño, breve y doble: en la parte izquierda leemos descripciones de los primeros, los locos, y, en la parte derecha, los poemas relativos a los presos.

-Ave Virgilio es la reedición de este poemario, al parecer el único del que él no renegó, aunque yo me quedo con el primero, Así en la tierra

-Mi enfermedad y Thomas Bernhard es un epílogo escrito por Pilar Campos Gallego, y supone un certero broche al libro.

Estamos ante un volumen, pues, muy completo, con poemas tan brutales y desgarradores como éste:


Con veintiséis años

Veintiséis años
de los bosques, de la fama y de la pobreza,
veintiséis días de Año Nuevo y ningún amigo
y la muerte
y una y otra vez el sol
y ni un par de zapatos impermeables contra las sacudidas del suelo.
Veintiséis años
como en sueños, un coral mal cantado
bajo el viento de abril,
y ninguna casa y ninguna madre
y ninguna idea de Dios, del padre que habla por boca de los jornaleros.
Veintiséis años
entre bebedores de cerveza, santos, asesinos y locos,
en la ciudad y en las aldeas hinchadas,
creadas a diario y a diario escupidas,
tambaleándome de Navidad en Navidad,
ningún zapatero, ningún posadero, ningún mendigo,
sin guitarra y sin Biblia,
en octubre enfermo de nostalgia,
en agosto mortalmente enfermo por las flores.
Veintiséis años
que nadie ha vivido,
ningún niño, ninguna tumba y ningún
sepulturero con quien pudiera hablar ante una cerveza.
Veintiséis años
en una sola injusticia contra todos,
borracho bajo los barriles de mosto de mi padre,
en valles podridos
perdido y abandonado con carcajadas,
nada más que nieve y oscuridad
y las profundas huellas de los padres
en las que mi alma mortal retrocede pisando fuerte.


[Traducción de Miguel Sáenz]