A finales de los 80 compré esta novela (ahora reeditada y con nueva traducción), que continuaba la historia de Fast Eddie Felson en El buscavidas. Tras leerla, se estrenó la película de Scorsese y, aunque las dos son notables, de la novela sólo tomaron el título, el nombre del personaje y el ambiente de los torneos. Quiero decir que los personajes de Tom Cruise, la Mastrantonio y Turturro no existen. Como Richard Price es un gran guionista, hizo un texto con sólo unos pocos materiales. Por eso considero que hay que leerla si has visto la película: porque es un complemento. Aquí, Felson tiene 50 años y ha perdido su toque y se reúne con su viejo enemigo de partidas de billar: Minnesota Fats, que tampoco reaparecía en la de Scorsese. Felson ha cambiado mucho y ahora debe jugar en los torneos en vez de en los billares infectos, si quiere salir adelante y ganar dinero. He vuelto a leerla, en esta nueva traducción, y aquí os dejo un diálogo de la misma:
-Me contuve todo el tiempo que estuve casado y dirigiendo una sala de billar. Me quedé sentado viendo mucha televisión. No sirvió de nada.
Ella abrió los ojos, cansada.
-Tal vez no.
-No sirvió de nada en absoluto. Martha y yo no hicimos nada. Bebíamos demasiado y comprábamos cosas para la casa y de vez en cuando teníamos una pelea. Yo iba a la sala de billar todas las mañanas y cepillaba las mesas y ponía tiza nueva y en un momento vi que tenía cincuenta años –Aplastó la colilla del cigarrillo en el cenicero que había junto al sillón–. No hay muchas cosas que sepa hacer. No sé si podré volver a jugar al billar lo bastante bien para ganar dinero; e incluso aunque consiga dinero suficiente para comprar otra sala de billar, no sé si eso es lo que quiero. Será más de lo mismo.
Ella lo estaba mirando.
-No estás quemado. Aunque esto salga mal, encontrarás cosas que hacer.
Él la miró.
-Nómbrame dos.
[Traducción de Rafael Marín]