Sólo unos pocos directores actuales son capaces de hacer lo que ha hecho David Fincher: captar nuestra atención durante las 2 horas que dura The Social Network con una historia de frikis e informáticos que hablan sin parar. Su película sobre la gestación de Facebook se convierte así en la tragedia de un hombre solitario, creativo y visionario, con apariencia de filme de juicios o de investigaciones periodísticas. El ritmo, la tensión constante, el montaje, la música de Trent Reznor y Atticus Ross, las interpretaciones, la fotografía, el cuidado de los planos (Fincher siempre sabe dónde colocar la cámara) recuerdan a lo que hizo en Zodiac: es la misma clase de obra, pero la obsesión ya no es la caza de un asesino, aquí de los que se trata es descifrar el comportamiento de un muchacho en sus relaciones con los demás y los orígenes de su invento.
El prólogo, antes de los créditos, ya marca ese ritmo que se desarrollará a lo largo del metraje: se trata de una secuencia de apertura en la que el protagonista, Mark Zuckerberg, conversa con su novia, y hablan a tanta velocidad que parece “cine de acción oral”, y van soltando tanta información apresurada que nos recuerda al bombardeo de datos y sensaciones del muro de noticias generales de Facebook. Pero es que, además, en esa secuencia Fincher y el guionista Aaron Sorkin elaboran un retrato impecable de Zuckerberg: hábil, inteligente, elitista, inmaduro, cabroncete… En este sentido, la interpretación de Jesse Eisenberg es memorable y está llena de matices y de registros; conocíamos su talento, pero Fincher lo ha exprimido hasta extremos gozosos. No le va a la zaga Andrew Garfield, cuyo físico en esta película recuerda al de un joven Anthony Perkins. Y la sorpresa es Justin Timberlake, haciendo del magnético Sean Parker, uno de los tipos que cambiaron la industria discográfica al cofundar Napster.
Para mantener la atención, Fincher alterna las situaciones del pasado que dieron origen a Facebook con las demandas posteriores a las que se enfrentó Zuckerberg, como si fuera un filme judicial a ratos. En suma, La red social es un teatro donde sus creadores ponen a sus personajes a bailar y a combatir, no muy diferente de lo que sería un drama sobre las luchas de poder o el reparto de unas tierras. Aquí se trata de una idea. Y la idea, como ya sabemos, se convirtió en una de las herramientas más utilizadas del siglo.