En los 70 me obsesionaba este cartel. Estaba pegado en la trapa del bar en desuso de la parte superior (detrás de la tribuna) del Cine Pompeya. La obsesión venía de ese barco al revés, con las sillas y las mesas pegadas al suelo, que ahora era el techo, y los hombres colgados de ellas para no caer. Fue una de las mejores películas de catástrofes de entonces, junto a El coloso en llamas.