Lo que ni él ni Mark sabían cuando lanzaron la cosa era hasta qué punto era adictiva. No visitabas la página una vez. La visitabas cada día. Volvías una y otra vez, incorporando cosas a tu página, a tu perfil, cambiando tus fotografías, tus intereses, y lo más importante de todo, actualizando a tus amigos. Realmente había trasladado una parte importante de la vida universitaria a Internet. Y verdaderamente había cambiado la vida social en Harvard.
Ben Mezrich, Multimillonarios por accidente
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