Para mí el año pasado terminó con un broche de oro que no he podido colgar hasta ahora: la inclusión de Loser (Bartleby Editores), de David González, en la lista que elaboró El Cultural del diario El Mundo de los mejores poemarios del año. Parece que, por fin, van situando a D.G. donde se merece. Que sea éste el libro elegido me entusiasma por varias razones: es uno de los mejores poemarios de David (recuerdo haberlo leído dos veces seguidas, lo cual hago sólo en ocasiones muy contadas), aunque sé que algunos colegas no están de acuerdo o eso pusieron en sus cuadernos de bitácora; lo ha publicado alguien que suele arriesgar, o sea, Pepo Paz, y que lleva años apostando por el autor; en las ilustraciones recogidas en el libro se incluye una de Ana Franco, o sea, mi madre, y también están las de unos cuantos buenos amigos, a saber, Miguel Ángel Martín, Esteban Gutiérrez Gómez, Patty de Frutos, Julio Javier Vegas, Ángeles Mendívil y Marcus Versus (a los demás no los conozco, pero me alegro igualmente porque sus ilustraciones lo valen). Para mí, pues, es un libro simbólico, importante. Y a la noticia añado otro placer: el de imaginar la cara de póker que se les habrá quedado a algunos (esos que siempre tienen enchufes y padrinos y premios amañados) al comprobar que sus libros no estaban en la lista. [La imagen la he tomado del blog de David: gracias y enhorabuena].