-Bien, Watson –dijo Holmes en cuanto nuestro visitante se hubo marchado–. ¿Qué saca usted de todo esto?
-No saco nada –respondí con franqueza–. Es un asunto de lo más misterioso.
-Como regla general –dijo Holmes–, cuanto más extravagante es una cosa, menos misteriosa suele resultar. Son los delitos corrientes, sin ningún rasgo notable, los que resultan verdaderamente desconcertantes, del mismo modo que un rostro vulgar resulta más difícil de identificar. Tengo que ponerme inmediatamente en acción.
-¿Y qué va usted a hacer? –pregunté.
-Fumar –respondió–. Es un problema de tres pipas, así que le ruego que no me dirija la palabra durante cincuenta minutos.
Yo tenía una cuenta pendiente con los señores Arthur Conan Doyle, Sherlock Holmes y John Watson, que por fin he saldado. Hasta hace poco sólo había leído algunos relatos sueltos, visto algunas películas y devorado la biografía que Paul Viejo escribió y publicó hace unos años. Llevo todo el año leyendo este libraco, en una magnífica edición de Cátedra, con introducción, notas, apéndices e índices de Jesús Urceloy. Lo he saboreado despacio, alternándolo con otras lecturas. Se trata de la exposición íntegra en un solo libro de todas las aventuras de Sherlock Holmes, y al mismo tiempo ordenadas estas según la edad del protagonista, apunta Urceloy en la introducción. Tiene, exactamente, 1.663 páginas. Confieso que, en los últimos tramos ya estaba un poco saturado.
Me ha sorprendido descubrir que, al contrario que en las películas y series, en las que nos muestran a unos Holmes y Watson tirando a viejunos, en la mayoría de las aventuras literarias Holmes tiene entre veintitantos y cuarenta y tantos años, y Watson unos pocos más. En la última aventura aparecen ya con 60 y 66 años, respectivamente. Pero hasta entonces, y hasta un poco antes de los últimos casos, conocemos a dos hombres jóvenes, atléticos y a menudo preparados para la acción (aunque, por lo general, resuelven muchos casos sin levantarse de las butacas). Es esencial tener este libro en la biblioteca personal. Aglutina el espíritu del pulp, de la novela por entregas en la que cabían hombres disfrazados, múltiples enigmas, venenos, asesinos, policías, damas en apuros, pistas falsas y un sinfín de preguntas que sólo encuentran respuesta en el célebre domicilio de Baker Street, en Londres.