Desde hace meses tengo billetes de avión para Praga. El viaje será la próxima semana, aunque me pilla en un momento complicado. Espero ir y caminar por esta ciudad que parece tan fascinante. Como lo demuestra John Banville en este libro de estampas literarias. Banville refleja sus viajes a la ciudad, sus encuentros con algunos checos, nos da detalles sobre la comida, el alojamiento, los cafés y las tabernas, siempre partiendo del Praga mágica de Ripellino (ya imposible de conseguir en las librerías, en la edición de Seix Barral). También habla mucho de Historia. El volumen está dividido en 5 partes, de las cuales me sobra una de ellas porque el autor, en sus páginas, abandona las memorias y la reflexión y se limita a reconstruir la vida y milagros de Kepler y Brahe. Apunta Banville al principio que su libro no pretende ser una guía, sino un puñado de recuerdos, variaciones sobre un tema. Os dejo con un fragmento (préstese atención a la pregunta que hace Banville):
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Recuerdo una noche en Dublín en 1987 una discusión con Joseph Brodsky y Susan Sontag sobre una carta más que ellos y otras lumbreras de la Costa Este habían escrito a The New York Review of Books para protestar por el encarcelamiento de intelectuales en la Unión Soviética. ¿Alguna vez, pregunté –el vino corría, y yo apenas podía ver a Brodsky tras las nubes de humo de cigarrillo en las que siempre estaba envuelto–, alguna vez, a él y a sus amigos americanos, se les pasó por la cabeza protestar por el encarcelamiento de un barrendero ruso, o de una mujer de la limpieza, de algún pobre Don Nadie que ni siquiera había escrito un poema subversivo pero que había terminado en la cárcel?