Hace tiempo que leí esta novela, que supone la avanzadilla de la Generación Off Beat en España, y aprovecho a recomendarla ahora que voy a leer a todos los autores de este movimiento en su traducción al castellano.
Es una historia muy dura, autobiográfica, sobre una pareja enganchada a la heroína en Londres. Hacia el final se incluyen apéndices que, en mi opinión, muchos libros deberían incluir porque arrojan luz sobre el autor: una breve semblanza de Tony O’Neill, una entrevista con el autor y un par de textos en los que comenta sus influencias musicales (Primal Scream, Lou Reed, David Bowie, Ramones…) y literarias (Dan Fante, William Burroughs…) para escribir el libro, cuyo comienzo es éste:
Susan llevaba una sobredosis de Valium y éxtasis la primera vez que la vi en una fiesta de cumpleaños de un amigo en el Motel 6 del bulevar Hollywood. Mis amigos Sal, RP, y yo arrastramos su cara azulada abajo, a las calles de Hollywood, a las cinco de la mañana y de alguna manera, la sucia llovizna sobre su cara antes del amanecer la espabiló. Parpadeó al tiempo que nos miró y dijo:
-Necesito una cerveza. Y quiero jugar al billar.
Seis meses después me casé con ella. Tenía un matrimonio deshecho, una carrera musical descompuesta y una floreciente afición a la heroína con los que lidiar. No quería estar en ningún lugar, y ella tampoco. Sin empuje alguno en ninguna dirección, decidimos caer juntos.
Es una historia muy dura, autobiográfica, sobre una pareja enganchada a la heroína en Londres. Hacia el final se incluyen apéndices que, en mi opinión, muchos libros deberían incluir porque arrojan luz sobre el autor: una breve semblanza de Tony O’Neill, una entrevista con el autor y un par de textos en los que comenta sus influencias musicales (Primal Scream, Lou Reed, David Bowie, Ramones…) y literarias (Dan Fante, William Burroughs…) para escribir el libro, cuyo comienzo es éste:
Susan llevaba una sobredosis de Valium y éxtasis la primera vez que la vi en una fiesta de cumpleaños de un amigo en el Motel 6 del bulevar Hollywood. Mis amigos Sal, RP, y yo arrastramos su cara azulada abajo, a las calles de Hollywood, a las cinco de la mañana y de alguna manera, la sucia llovizna sobre su cara antes del amanecer la espabiló. Parpadeó al tiempo que nos miró y dijo:
-Necesito una cerveza. Y quiero jugar al billar.
Seis meses después me casé con ella. Tenía un matrimonio deshecho, una carrera musical descompuesta y una floreciente afición a la heroína con los que lidiar. No quería estar en ningún lugar, y ella tampoco. Sin empuje alguno en ninguna dirección, decidimos caer juntos.