Cuando llegan las malas noticias, a menudo lo hacen a pares. Para mí son malas noticias, por ejemplo, que se muera la gente a la que admiro o he admirado. Este martes, nada más levantarme y abrir mi página de inicio (IMDb), encontré la noticia del fallecimiento del actor Patrick Swayze. No por esperado menos doloroso. Cada cual tiene su personaje favorito interpretado por Patrick Swayze. Creo que para muchas chicas de mi generación, Swayze siempre será el instructor de baile de “Dirty Dancing”. David González contaba en su blog que, para él, Swayze siempre irá asociado al surfista y atracador de “Le llaman Bodhi”. Para los románticos, su imagen es la de “Ghost”, manejando barro junto a Demi Moore y amándola desde la muerte. Cuando éramos adolescentes, sentíamos devoción por sus personajes duros y con mal carácter: los de “Roadhouse”, “Youngblood” o “Con su propia ley”. Pero, para mí, Patrick Swayze será siempre Darrell, el hermano mayor y el más serio y responsable de los “Rebeldes” (“The Outsiders”). Ha caído uno de los siete rebeldes de Francis Ford Coppola, quien los lanzó al estrellato. El actor destacó en los 80 y a principios de los 90. Luego cayó en picado, encadenando bodrio tras bodrio. Menos mal que Richard Kelly le devolvió el prestigio perdido en “Donnie Darko”.
En cuanto supe de su muerte, busqué alguna foto para colgarla en mi blog, como homenaje. Y me topé con ese sector de la prensa amarilla que carece de escrúpulos. Al parecer, aunque yo no lo sabía, algunos paparazzi le sacaron fotos cuando estaba en las últimas. Lo anunciaron como una exclusiva. Y es ahora cuando veo en Google las imágenes, en las que aparece esquelético, sin pelo, con gafas, tan consumido y avejentado por el cáncer de páncreas que lo mató que parece tener 80 años. No nos hacía falta ver el estado al que llega un hombre enfermo. Los carroñeros se sirvieron de su decadencia y de su enfermedad para vender periódicos y revistas. No es justo tratar así a una persona que agoniza.
Apenas dos horas después de leer la noticia, me encontré en El País con otro fallecimiento. Pero éste ha pasado desapercibido: la muerte de Jim Carroll. Era poeta y cantante. Falleció el viernes, de un ataque al corazón, pero la noticia no se filtró en España hasta unos días después. Lo que ocurre es que Jim Carroll era poco conocido y era maldito y fue yonqui. Sus experiencias extremas con la droga están recogidas en su potente libro “The Basketball Diaries”, del que conseguí un ejemplar hace casi dos años. Lleva demasiado tiempo descatalogado y necesita una reedición urgente. El público conoce el nombre de Carroll por la película “Diario de un rebelde”: Leonardo DiCaprio lo interpretó a la perfección. En España sólo se tradujo este libro: así suele pasar con los malditos, más venerados en otros países. Carroll escribió diarios, poemas, canciones… Todo ese material debería ser publicado en castellano algún día. Recomiendo visitar la web oficial del poeta: “Catholic Boy”, donde recogen fotografías y datos de sus trabajos. Y una curiosidad: los libros que inspiró, escritos por gente del calibre de Sherman Alexie e Irvine Welsh. En cuanto a sus canciones, tengo por ahí unas cuantas y no están nada mal. Quizá su tema más conocido sea “People Who Died”, que se escucha en varias películas. Por cierto, la película en dvd está descatalogada, y en ella el escritor hacía un pequeño papelito. Y en “Curtis’s Charm”, un filme de 74 minutos, inédito en España, adaptaron una de sus historias. Espero que Swayze y Carroll descansen, tras tanto sufrimiento.