lunes, agosto 31, 2009

Tiempo de errores, de Mohamed Chukri



Al llegar la tarde, me vence el hambre. Estoy desfallecido y siento mareos, el corazón me late fuertemente. Las calorías de la comida que me dan en al escuela se consumen antes de caer la noche. El kif acrecienta mi hambre, pero se hace indispensable para embriagar mi pena y mi miseria. Casi nunca llego puntual al desayuno que nos dan en el comedor de la escuela, antes de entrar en clase. No duermo bien, por el hambre y el frío, porque me paso la noche rascándome la piel mugrienta y los cabellos sucios, y deambulando por las calles. ¡Cuando los afortunados se recogen, yo empiezo mis noches de infortunio! Mis compañeros me suelen guardar un trozo de pan que me como con agua y con rabia. La ciudad está a un cuarto de hora de camino. En los días de invierno aumenta mi desesperanza. Por la tarde voy a un centro de beneficencia. ¡Otro cuarto de hora caminando! No estoy inscrito oficialmente en el comedor. El encargado, por caridad, me da un bocadillo untado en salsa con una tira de carne o grasa, o unas sardinas fritas.
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A medio camino entre la infancia miserable de El pan desnudo y la vida sin carencias de Rostros, amores, maldiciones está Tiempo de errores, libro en el que el propio escritor, Mohamed Chukri, a los 20 años, decide irse a estudiar a Larache. Durante las vacaciones regresa a Tánger y a sus noches plagadas de putas y alcohol. Cuando llega a la escuela apenas sabe leer y escribir. Pero con el tiempo llegaría a concebir El pan desnudo. Por ello es toda una proeza su ejemplo: un escritor habituado a pasar hambre, a tener piojos y a dormir en chabolas se convirtió en uno de los grandes (y malditos) de la literatura. Creo que, de las tres, ésta es la obra que más me ha gustado del autor. Porque el ejemplo del protagonista es loable, porque empieza a descubrir la literatura, porque comete esos errores que acabarán forjando su carácter. ¿Por qué no reeditan a Mohamed Chukri?