jueves, agosto 06, 2009

Dormir durante el rodaje

Ocho años atrás Alba Editorial publicó el libro “Mi primera película”, que recoge las entrevistas que hizo Stephen Lowenstein a algunos de los mejores directores vivos. El próximo mes saldrá el segundo tomo, “Mi primera película: Toma 2”. Como su título indica, el autor se interesaba principal pero no únicamente por las óperas primas de esos directores. Cómo empezaron a apasionarse por el cine. Cuánto tiempo les costó obtener financiación. Los sufrimientos padecidos desde la escritura del guión hasta el estreno. Los golpes de buena y mala suerte durante los rodajes. Si tenían o no los conocimientos adecuados sobre la técnica antes de embarcarse en aquella aventura de dirigir un largometraje por vez primera. Si ensayaban con los actores. Cuáles fueron sus impresiones iniciales sobre el primer montaje.
La pregunta más interesante, desde mi punto de vista, que Lowenstein les hace a la mayoría de estos directores no tiene nada que ver con presupuestos, ensayos ni montajes. La pregunta más interesante, y la que pocos entrevistadores hacen a los directores de cine, está relacionada con el sueño. Les pregunta cuánto dormían cada noche durante el rodaje, si tuvieron problemas para conciliar el sueño, si dormían bien o si por el contrario les asediaban las pesadillas. En la introducción cuenta que Tom DiCillo, director de “Johnny Suede” y “Vivir rodando”, tras leer la entrevista final, junto a la pregunta “¿Qué tal dormías?” anotó lo siguiente: “Nadie me había preguntado eso antes”. DiCillo añadió: “Y, sin embargo, es una de las cosas más importantes en cualquier película: tan importante como cómo consigues el dinero, de dónde surgió la historia y todo lo demás”. A esa pregunta responde el director: “No dormí en absoluto. Fue por aquel entonces cuando empecé a tener sueños de ansiedad”. A algunos de ellos el entrevistador sólo les pregunta cómo se sentían un poco antes de empezar el rodaje, y ellos incluyen en la respuesta sus problemas para dormir, caso de Neil Jordan, que dice: “Mis períodos de sueño se vieron un tanto alterados por visiones apocalípticas”. Y Ang Lee, a la pregunta sobre la duración de las jornadas de trabajo, en su respuesta añade: “No dormía mucho. Pero la verdad es que no lo necesitaba. Estaba sobreexcitado”. James Mangold, director de “Heavy” y “Cop Land”, contesta: “Algunas noches no dormía nada en absoluto. El nivel de agotamiento era tal que no podía dormir de lo cansado que estaba. Para mí, la película era cuestión de vida o muerte”.
Durante el rodaje de “Clerks”, Kevin Smith curraba en una tienda por el día y rodaba por la noche, lo cual refleja en su último filme, “¿Hacemos una porno?”, y dice en su entrevista: “Algo que también resultaba duro, y probablemente más duro, mucho más duro que encontrar a la gente para esos papeles secundarios, fue sencillamente encontrar el sueño. Encontrar un sitio donde dormir, encontrar un momento para dormir”. Pero mi anécdota favorita la refiere Gary Oldman, que dirigió “Los golpes de la vida”, su contundente ópera prima y, por ahora, su única película tras las cámaras. Oldman conoció a Clint Eastwood unos días antes del rodaje de “Los golpes…”, y el maestro le preguntó en qué proyecto andaba metido. Cuando le contó que iba a dirigir su primer filme, Eastwood le dijo que le encantaría, que se lo iba a pasar muy bien. Y añadió: “¿Quieres un consejo? Duerme más que tus actores”. Oldman comprobó que tenía mucha razón. Un rodaje suele ser un sueño cumplido y a la vez una pesadilla. Los directores se convierten en insomnes durante ese tiempo y ya sólo por su capacidad de resistencia debemos admirarlos.