Esta novela es brutal en todos los sentidos. Ha sido publicada en la colección Roja&Negra de Mondadori auspiciada por Rodrigo Fresán, autor del prólogo. Imaginen una especie de Traffic literario, con unas gotas de Los Soprano, unas pinceladas de Sleepers y un toque de cualquier película de Sam Peckinpah. Retrata los esfuerzos de un policía de la frontera entre México y Estados Unidos, Art Keller, un tipo de origen hispano, para detener el narcotráfico entre ambos países. La novela abarca tres décadas de esta lucha en la que van muriendo quienes le rodean: los 70, los 80 y los 90. Y los personajes se mueven por distintas zonas: Nueva York, Tijuana, Baja California, Sinaloa, La Jolla, San Diego, Hong Kong, Putumayo, Tegucigalpa, Ciudad de México... Keller pronto descubre las ramificaciones del narcotráfico, que afectan al gobierno de EE.UU., capaz de decir que emplea millones en la lucha contra las drogas para, en realidad, destinarlos a frenar el comunismo.
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Winslow tiene una habilidad sorprendente para coreografiar los actos de tantos personajes e hilar tantas tramas. Es directo en los diálogos, eficaz cuando describe los tiroteos y las palizas y las persecuciones y esclarecedor cuando habla de política y de historia. Me recuerda un poco a James Ellroy. Es ese tipo de novela. No hay concesiones y no faltan toques duros y salvajes del estilo a Ellroy o Cormac McCarthy: las torturas a que someten a hombres a los que despellejan vivos o a los que meten una barra de acero al rojo vivo por el ano o a quienes cortan la cabeza para enviarla a su familia en una caja (a la manera de Seven). En algunos pasajes se nos hace un nudo en el estómago porque aquí casi no se salva ni el apuntador. Dicen que la HBO planea rodar una miniserie sobre el libro. No se puede hacer una película porque tiene 720 páginas y te dejan un poco exhausto (esa extensión es lo único que le reprocho al autor). Se pueden leer unas páginas en este link (en el apartado de Extras: ofrecen casi 40 páginas del libro).