Siempre o casi siempre ocurre: cada vez que uno pisa otras ciudades, acaba topándose con zamoranos, con gente de su tierra. Estamos dispersos por el mundo. Si todos los que nacimos en nuestra provincia viviéramos allí, sería uno de los puntos más fuertes del país. Al poco de llegar a Gijón, a las puertas de una sidrería, me encontré con un paisano al que llevaba siglos sin ver. La respuesta: vive en dicha ciudad desde hace ocho años. De nuestra tierra me acompañaron otras personas, otros amigos, en nuestro periplo por Asturias. A las ocho de la tarde entramos en el XIZ Bar, muy cerca de la Plaza Mayor, para compartir una noche de música, poesía y amistad: “Nocturna y Alevosa”. Esa clase de eventos, cuando salen bien, cuando todo funciona (no siempre es así), resultan inolvidables. De entrada, la gente del garito se portó de lujo.
El fuego lo abrió Xabel Vegas, tocando unos temas que nos encantaron. Estuvo en Manta Ray y este es su proyecto en solitario. Unas horas antes compré el libro de su hermano, el también músico Nacho Vegas, “Política de hechos consumados”. Recomiendo su perfil de MySpace: Xabel Vegas & Las Uvas de la Ira. He aquí los poetas que dieron brillo a aquella noche: Sofía Castañón, Ricardo Bórnez, Javier Das, María Couceiro, Pablo X. Suárez, David González y Vicente Muñoz Álvarez. Pura dinamita, en conjunto, si además añadimos las canciones de Igor Paskual, guitarrista de Loquillo y Los Trogloditas. Los poetas mencionados nos hablaron del sentimiento de pérdida, de la ferocidad, del humor corrosivo, del regreso al pasado, de la familia… Pero lo mejor de todo fue la presencia del público, que es quien logra que estas historias no agonicen. Hubo gente que se desplazó hasta Gijón desde otros puntos de España. Desde La Coruña: la propia María. Desde Madrid: Das y Bórnez. Desde Zamora y León: José Mª Alejandro (Choche), Arantxa Rodríguez y Vicente. Desde Logroño: Pepe Pereza, otrora actor en una película poco conocida y muy recomendable, “Nos hacemos falta (Tilt)”, road movie española que deberían rescatar del videoclub aquellos que no la hayan visto. Pepe, que también es escritor, llegó en su coche con una mochila cargada de libros, disfrutó del acto, lo conocimos en persona y luego regresó a la carretera con un montón de ejemplares firmados por los presentes. El acto lo organizó el editor de Glayiu Editorial: Daniel Álvarez Prendes, a quien pude conocer en persona tras habernos cruzado varios correos electrónicos. Y estuvo el escritor asturiano José Luis Rendueles entre el público, demostrando que a veces Facebook sí sirve de algo. Y estuvo parte de la familia de David González. Y muchas otras personas con las que hablé, pero no recuerdo sus nombres completos y prefiero no errar.
De ahí nos fuimos a un par de garitos. Cenamos en una terraza, cerca de la Plaza de la Soledad (guiño). Pedimos bocadillos. A esas horas ya no suelen despachar sidra, que fue parte del alimento que nos dio fuerzas para atravesar el cansancio del sábado: y el cabracho, y el chorizo, y las patatas al cabrales, y… No falla: cada vez que entro en Gijón y paseo por sus calles y entro a sus bares, me entra una especie de euforia silenciosa. No sé si la producirá la atmósfera, o el olor a suelo mojado por la sidra, o el aire que huele también a salitre, o la presencia constante de las gaviotas. Hablando de gaviotas: a mediodía, una gaviota gigantesca, como si fuera un águila blanca, se atrevió a planear sobre la mesa de una terraza en la que había dos comensales y, con el pico, se llevó algo de comer. Será cosa de la crisis, que ya afecta incluso a las gaviotas, capaces de ir a una mesa a por papeo.