En una de las escenas más célebres, groseras y divertidas de “Borat”, el personaje interpretado por el británico Sacha Baron Cohen sale del cuarto de baño cubierto sólo por una toalla y sorprende a su compañero de habitación de hotel (un tipo de más de cien kilos de peso) masturbándose con las páginas de una revista en la que aparece Pamela Anderson. El compañero, además, está completamente desnudo en la cama. Para Borat, Pamela es una diosa, su amor platónico. La ira lo empuja a quitarle al otro la revista, a pedirle cuentas por su atrevimiento al hacer “fiesta de mano” con esa mujer a la que ama y a intentar estrangularlo. Durante la lucha, al cómico se le cae la toalla y ambos pelean en pelota picada. En un momento de la disputa, acaban encima de la cama haciendo una especie de “sesenta y nueve” accidental. Se trata de una escena que a la vez provoca risa y ganas de vomitar. Es una muestra del humor gamberro y corrosivo de Sacha Baron Cohen.
En evidente alusión a esa escena, días atrás pudimos ver una hazaña protagonizada por Baron Cohen en la entrega de premios de la MTV. Pero esta vez no iba disfrazado de Borat, sino del reportero gay Bruno, otro de sus personajes emblemáticos (acaba de rodar una película sobre el tal Bruno, de próximo estreno en los cines). Por si no la han visto, la cuento. El cómico y actor aparece vestido de ángel rubio, suspendido por unos cables del techo, y durante unos segundos lo mueven por encima de las cabezas del público, que alucina. Luego sueltan cable y Baron Cohen acaba cayendo sobre el mismísimo Eminem, rodeado éste de colegas negros con dimensiones de armario. La postura en la que queda encima de Eminem es idéntica a la de esa escena de “Borat”: un “sesenta y nueve”. Al rapero se le ve agobiado, tratando de quitarse las ingles del otro de los morros. Sus colegas vapulean un poco a Baron Cohen y lo alejan de allí. Eminem se levanta, furioso, y abandona la sala ante el estupor general. Es una broma extraña, porque nos parece divertida pero al mismo tiempo deja en ridículo a Eminem, que siempre ha sido un tipo duro. Las cadenas de televisión y los periódicos han repetido estas imágenes en días pasados y se le ha dado muchas vueltas al asunto. Borat/Bruno tuvo muchas agallas para meterse con Eminem. Pero ahora nos han contado la verdad: fue un montaje, una broma pactada y ensayada entre Eminem y Baron Cohen. Dice el primero que, al llegar a su hotel, estuvo tres horas riéndose por lo bien que les había salido la farsa. Que funcionó incluso mejor que en los ensayos. Lo cierto es que a Eminem deberían darle un premio por su actuación, por ese fingimiento con el que todos nos tragamos que se había cabreado.
Este tipo de montajes del mundo del espectáculo me recuerda a los que hacía el cómico y showman Andy Kaufman, quien llegó a fingir peleas durante algunas de las entrevistas que le hicieron en directo en la televisión. A Kaufman lo retrató Milos Forman de manera notable en “Man on the Moon”, donde Jim Carrey hizo uno de las mejores interpretaciones de su carrera. La anécdota de Eminem me ha hecho recordar, también, las sospechas en torno a Joaquin Phoenix y si su anuncio de abandonar el cine y meterse en la música no será una farsa. Se especula que esté rodando, con su amigo Casey Affleck, una especie de falso documental sobre sí mismo. Phoenix apareció en el show de David Letterman con una abundante barba, gafas de sol, el pelo despeinado y aire ausente. Y aún no sabemos si fingía. El caso es que, en torno al mundo del espectáculo, ya no sabe uno qué es realidad y qué es ficción.