Por si no lo saben (yo acabo de descubrirlo) este periódico está registrado en Facebook. Es normal. Los medios deben adaptarse a los tiempos. No deben huir de la tecnología. Adaptarse supone mantener cuidadas ediciones digitales, incorporar blogs a su repertorio de propuestas, abrir foros para los lectores y cuentas en Twitter, en Facebook o donde sea. Es el futuro. Y los medios no pueden cerrarse al futuro, sino abrir sus puertas y amoldarse. El hombre se adapta al medio (a la naturaleza) como puede. Y el periódico se adapta a los cambios tecnológicos. No queda otra.
Yo también estoy en Facebook, ya lo dejé escrito. No acepto todas las peticiones de amistad. Hay gente que ni me suena. Aún así, abrí la mano al principio y ahora me encuentro con una marabunta de anuncios de editoriales al consultar cada mañana mi correo electrónico. Ponerse un perfil en Facebook es, más o menos, como “estar en la pomada”, como apuntarse al cotarro de lo que se lleva. Insistiremos, no obstante, en que Facebook y sus posibilidades son hachas de doble filo. Lo bueno es que, salvo las lógicas excepciones, el personal no se oculta tras el anonimato, sino que da la cara: incluye sus fotos, su ciudad natal y su fecha de nacimiento, los estudios que ha cursado, su página web y su blog y hasta sus planes más inmediatos. La ficha policial, vaya. El Gran Hermano ya se puede abrir una cuenta en Facebook y controlar cada uno de nuestros movimientos. Lo malo es que se trata de un mundo paralelo en el que la gente no siempre dice la verdad o se apunta a eventos a los que sabe que no podrá asistir. Me acuerdo del recital que dio un gran amigo y gran poeta hace unos meses: en Facebook se había apuntado todo dios. Las expectativas eran altas y mi colega sumó a la gente que había previsto su asistencia y quiso obsequiarnos con una merienda. Luego nos juntamos, en el salón de actos, menos de diez personas. Familiares y amigos, como sucede muchas veces. Siempre hay un abismo entre lo que ocurre en internet y lo que ocurre en la realidad. Un ejemplo: hay leones que son muy fieros en la red, que meten miedo en los foros y en los blogs y en Facebook y en Twitter. Les precede su leyenda y te cuentan rumores: son tipos difíciles, nunca se sabe por dónde van a salir, puede que te digan algo ofensivo cuando les estreches la mano en el momento en que alguien te los presente, etcétera. Luego los conoces y son pedazos de pan, o se comportan como tales. Y esto es así porque lo fácil es dar la cara con el ordenador y el ámbito digital colocados entre nosotros y el mundo, pues no corremos riesgos físicos. Y lo difícil es dar la cara en persona, porque corres el riesgo de que te la partan.
Quiere decir este rollo que acabo de meter que las personas no actúan exactamente igual en Facebook que en la vida real. Algunos internautas, en Facebook, te dan la palmadita en la espalda y el mensaje de apoyo: “Eres el mejor”, “Estoy contigo”, “Te admiro”. Luego, en la realidad, esas personas no están, no aparecen, era todo de boquilla, tal vez de cara a la galería. Ojo, no estoy dando ejemplos propios, sino ejemplos ajenos, cosas que uno ha visto y de las que ha ido tomando nota poco a poco. Este periódico se apunta a Facebook y eso es bueno, sin duda. Hay que marchar de mano de la tecnología. Sería deseable que fuese no sólo punto de encuentro de lectores, reporteros y articulistas, sino que sirviera además como punto informativo de eventos zamoranos. Que hay bastantes actos y la gente no siempre se entera o en la ciudad no se anuncian lo suficiente para que el personal se apunte.