Lo comentábamos el otro día, a la vera de la barra de una tasca: las ediciones de dvd en España van de mal en peor. De vez en cuando compro algunas películas en ese formato. Sigo pensando que es mejor una copia original (o alquilada) que el churro que muchas veces sale del emule y la cantidad de fakes que uno se traga intentando bajarse un archivo. Al principio, las ediciones eran bastante maluchas. Tengo por ahí una vieja copia de “Glengarry Glen Ross” en la que ni siquiera viene lo del “Acceso directo a escenas”; a mí esa herramienta me parecía, al principio, una solemne chorrada. Luego descubrí que no es tal. A veces quieres repasar alguna de tus escenas favoritas y te toca hacer como con las cintas de vhs: apretar el botón de “Forward” y tragar las escenas a doble velocidad.
Después de aquella época, las copias en dvd mejoraron. Comprabas una y venían unos cuantos extras y casi siempre se incluía un libreto con fotos de la película, notas y apuntes. No era gran cosa, pero hombre, hacía ilusión. Después lo fueron reduciendo. El libreto de varias páginas, más o menos grueso (y tengo dvd’s de hace años que así lo corroboran), pasó a ser una lámina. Una lámina en la que aparece la carátula de la peli en el lado frontal y la división de escenas (con sus correspondientes títulos) en el lado de atrás. ¿Y para qué necesitamos eso si ya viene incluido en el menú? Bien, no lo necesitábamos, pero estaba mejor que lo que suelen ofrecer ahora la mayoría de las distribuidoras. Porque lo que suelen incluir en la caja es nada. Cero. Ni siquiera la triste lámina de marras. Y luego está el engaño publicitario que aquí ya hemos denunciado varias veces: anuncian una y otra vez nuevas reediciones de las mismas películas. Y lo único que cambia, como mucho, es el añadido de un pobre documental. Lo demás son trampas, demasiado numerosas ya para nuestra paciencia: la caja de cartón que envuelve la copia de siempre para hacernos creer que es nueva y con más extras, la caja de metal con la que te soplan uno o dos euros más, el nuevo disco incorporado a la “Edición Coleccionista” que sólo trae algún documental pillado de algún canal de historia o de biografías, y poco más.
Si has comprado algunas películas en el extranjero, en zona 2, más o menos conocerás la diferencia. El otro día pillé “Bajo el volcán”, de John Huston, en su edición española. No incluye ni un miserable trailer, ni una triste lámina, ni siquiera una mejora de la imagen. Veamos la copia que se puede encontrar en el extranjero; incluye: imagen restaurada, entrevistas con miembros del reparto y del equipo, documentales sobre el rodaje y sobre Malcom Lowry, documental éste último que ronda los cien minutos. Y no hablemos de ese crimen que suponen las ediciones españolas en dvd de la trilogía de spaghetti-western de Sergio Leone, también conocida como “La trilogía del dólar” y “La trilogía del hombre sin nombre”, a saber: “Por un puñado de dólares”, “La muerte tenía un precio” y “El bueno, el feo y el malo”. Si uno indaga por los foros de expertos en dvd, comprobará que las ediciones hispanas no valen un carajo. Sin apenas extras, con saltos en el audio en algunas partes, sin el idioma original ni subtítulos, con la imagen sin remasterizar. Yo me compré algunas. Luego, cansado de lo que considero una ofensa a tres clásicos y al maestro Leone y a los cinéfilos, me hice con las copias de esas tres películas en Francia. Vienen con jugosos extras, con la imagen y el sonido “limpios”, con libretos, con varios idiomas… La única pega es que no hay subtítulos en español. Pero, bueno, así perfecciono mi inglés.