Los cambios en la programación de la serie “House” en Cuatro me han hecho recordar por qué antaño no veía series de televisión, salvo algún caso aislado. La semana pasada, esperando la cita con el doctor Gregory House de cada martes por la noche, me encontré con uno de esos programas de “Fama” en lugar de la serie. Busqué información en los foros y los fans habían desatado su rabia contra la cadena por no emitir el capítulo y sustituirlo por esa otra historia, el concurso de baile. Lógico. Yo también los maldije en silencio. Pero unas semanas atrás, una noche de domingo, pusieron un capítulo de “House” sin avisar. Lo hicieron, según parece, como estrategia de contraprogramación. Les salió bien porque le quitaron audiencia a otros programas de las demás cadenas, pero quienes solemos ver la serie estamos hartos de estos despropósitos.
Es por estas razones que antaño, como digo, no veía series. Mi récord está en “Friends”, pero nunca logré ver la última temporada. A menudo repetían la serie y luego, cuando estábamos deseando ver esa temporada final, volvían a ponerla desde el principio, desde el primer episodio. Acababa uno harto. Nunca conseguí ver el desenlace, y este verano tengo la intención de tragarme esa serie por mi cuenta, poniendo los capítulos que me apetezca ver y a la hora que se me antoje. Y en versión original. Fíjense en el caso de “Los Simpson”, en Antena Tres. Un día ponen un capítulo nuevo y al siguiente uno de los diez primeros episodios, un día emiten uno que nos sabemos de memoria y al rato saltan a la temporada precedente o a la última. Y se nota mucho. Han pasado bastantes años desde que en España empezaron a poner la serie y se advierte el paso del tiempo: los dibujos y el color de los primeros capítulos no están a la altura (aunque sí lo están los guiones), las voces del doblaje han cambiado, las tramas tal vez contienen menos guiños a la cultura popular que en los guiones posteriores. Lo que nunca podré olvidar es lo que hizo Telecinco con aquella serie de Juan José Campanella titulada “Vientos de agua”. Los protagonistas principales eran Héctor y Ernesto Alterio y Eduardo Blanco y el reparto incluía numerosos actores españoles. Ya no recuerdo en qué capítulo decidieron desterrarla a otro horario. Más tarde la quitaron de la parrilla de programación sin dejarnos ver los últimos episodios. No recuerdo ahora cuántos vimos, pero a los espectadores que la seguíamos nos dejaron con cara de póker. Un tiempo después la sacaron en dvd y no sé en qué capítulo nos dejaron colgados literalmente. Da pereza ponerse con una serie que uno vio hace años, porque habría que empezar otra vez por el principio.
Cuando vivía en Zamora no me preocupaba por las series y uno, en el fondo, es más feliz así. Porque quien sigue la emisión de una serie en la tele, y se traga los capítulos en directo, al final termina siendo esclavo de los horarios y de los caprichos de los directivos de programación. Ya sé que todo depende de los índices de audiencia, pero no deberían tratar al espectador como si fuese ganado. Se le debe un respeto. Tengo algún colega que prefiere bajarse las series de internet y ver después cuantos capítulos se le antojen. Tengo otro que graba muchas series en vhs (sí, aún hay gente que utiliza el vídeo; yo mismo, de vez en cuando) y luego se las ve de un tirón, con la ventaja de pasar rápido los anuncios y perder menos tiempo soportando spots de colonia. Una tercera opción es comprar la serie o alquilarla, cuando sale en dvd. Sigo “House, pero no me pillarán en otra.