Buscando unos datos en la red encontré accidentalmente un vínculo a una web que se anunciaba con la frase: “¿Quieres saber de alguien?” y, debajo: “Accede a toda la información sobre cualquier persona en España”. Prefiero no mencionar la página, ya que mi director tiene bastantes problemas como para que, además, yo señale con el dedo a una empresa y le meta en un lío. El caso es que, llevado por la curiosidad, pinché el enlace. Entré en un portal en el que aseguraban tener los datos de más de cien millones de personas. Te instaban a que buscaras información de cualquier persona a la que estuvieras buscando. Ellos procurarían proporcionártela: domicilio, teléfonos, informes judiciales y económicos, estado civil, fecha de nacimiento, etcétera. Hay un modelo de informe (ficticio) en el que uno puede echar un vistazo a todo lo que se supone que son capaces de conseguir. Me pareció el colmo y a la vez dudé. Quiero decir que, en este tiempo de controles y ojos que nos vigilan, no me extrañaría nada que tuviesen informes exhaustivos sobre cada uno de nuestros pasos colgados en la red. Yo, por ejemplo, tengo dispersos cientos de datos en internet, amén de las historias reales que me suceden y cuento, pero no me apetece que cualquiera sepa mi número de teléfono y mi dirección postal (por razones lógicas: hay mucho perturbado suelto). ¿Esta gente proporcionará mi número de teléfono y mi dirección a cualquier tipo que se lo pida?, me pregunté. ¿Eso es legal?
Quise hacer la prueba y, en el formulario que debes rellenar, en el que constan espacios en blanco para teclear el nombre, los apellidos, el documento nacional de identidad y el país de la persona que buscas, puse mi nombre, el primer apellido y el país. A ver qué ocurría. A ver qué datos míos eran capaces de facilitar. Lo primero que piden es una dirección de correo electrónico al que enviarte el informe. Puse mi dirección alternativa, la que destino al spam y poco más. Dos segundos después recibí un correo electrónico en esa dirección: me notificaban que estaban trabajando en el informe, y que aún habría de esperar unas pocas horas. Mientras aguardaba la llegada de los datos, me dije que eso era demasiado fácil. ¿Por qué habría nadie de proporcionar información a terceros porque sí? Para eso tenemos Google y otros servicios de rastreo. Así que supervisé la página, buscando la letra pequeña, el dato medio escondido. Y di con él. Te contaban que, una vez obtenido el informe, te avisaban de nuevo. Para acceder al mismo, había que pagar primero con tarjeta. Una vez abonado el importe, proporcionarían los datos en un plazo de veinticuatro horas.
Yo no tengo pueblo, nací en Zamora capital. Pero si lo tuviera diría que a esto, en mi pueblo, se le llama estafa. O timo. Uno de esos timos bien camuflados, pero que tanto abundan en internet. Prometen de todo y luego apenas te dan lo que has pedido. Y, mientras tanto, te sablean. Y existen personas que pican. Busqué en Google algún foro donde los internautas hablaran de esta web de bases de datos. Y encontré el testimonio de unos cuantos usuarios que protestaban porque, en efecto, se trata de un timo. Una vez que has pagado (soplan nueve euros por informe), y que aguardas un tiempo hasta recibir la ficha, resulta que los datos que te proporcionan son exactamente los mismos que encontrarías si utilizaras Google. En definitiva, te cobran por algo que está en la red, pero que quizá no sabes buscar. Así que no comprobaré la exhaustividad del informe sobre mí mismo. No quiero darles ni un céntimo. Además, para buscar gente ya está Facebook, que no cuesta dinero.