domingo, abril 20, 2008

Suplantaciones

Me contaba días atrás una amiga poeta lo que le había sucedido en la red. Plagio. Hizo alusión al plagio en uno de sus correos electrónicos y le pregunté qué había pasado. Me respondió que, en MySpace, encontró a una mujer que había creado una página suplantando su identidad. Esta poeta utiliza un pseudónimo muy original y sus poemas son puro fuego, una patada a lo establecido, algo salvaje y directo como un gancho a la mandíbula, y suele colgarlos en su blog (su obra es inédita; dejará de serlo en breve), así que la impostora abrió una página de MySpace, colgó los poemas de mi amiga e incluso utilizó su foto, que también circula por la red. Para resolverlo, tuvo que amenazar con denunciarla. Parece que la historia ya ha acabado.
Le dije que, en el fondo, era para sentirse halagada: aún no ha salido su primer libro en solitario y ya la plagian, le quieren robar los poemas y su foto, suplantarle la identidad, imitarla, copiarla. Pero claro, eso, también en el fondo, no deja de ser una faena de las grandes. Porque la gloria se la llevan otros. Se la lleva el impostor. Estoy convencido de que en internet se multiplican los plagios a la velocidad de la luz. Es difícil evitarlos, aunque Google ayuda mucho. Por ejemplo, cuando alguien quiere darse pisto colgando una cita que parece que se le ha ocurrido a él, sólo hay que teclear esa cita en Google y el buscador da con ella, si pertenece a otro, y cazas rápido al impostor. Además, llama la atención la cantidad de identidades suplantadas que hay en MySpace. Cuando abrí mi propio espacio en esta página, para probar el invento al que aún no he cogido el tranquillo y para evitar posibles suplantaciones de algún chiflado, observé una sección en la que los administradores responden a lo que suelen denominarse “Preguntas frecuentes” en algunos dominios de la red. Una de las preguntas, con su correspondiente respuesta, era esta: “¿Cómo podemos eliminar un perfil falso de un profesor/miembro de la facultad?”. Otra de ellas, la siguiente: “Alguien está fingiendo que soy yo: ¿qué puedo hacer?”. Y una más: “¿Cómo puedo informar de una infracción del copyright?”. No estoy muy al día de lo que sucede en el entorno de MySpace, pero esas preguntas y sus respuestas nos sugieren que cuando el río suena, agua lleva. Que no sería raro que un tercero fingiera ser su profesor de matemáticas abriendo una página para ridiculizarlo de alguna manera. Que no sería raro que otro tipo te robara tu material e inaugurase una web con ese contenido. Yo suelo vagabundear mucho por Google, pero de momento, y que yo sepa, la gente se porta bien conmigo: aluden a la fuente, ponen el nombre o un link, etcétera.
Esto de las suplantaciones se entiende mejor si uno busca a los más famosos del planeta. Una vez encontré el MySpace de Johnny Depp, y como considero que es uno de los mejores actores de su generación, un tipo culto e inteligente, leí por encima su perfil. Luego me dio por buscar su nombre y asociarlo a MySpace, y lo cierto es que existen un montón de Depps en MySpace, todos haciéndose pasar por el actor. No sé la fórmula exacta para evitarlo. Aunque en MySpace te piden tanta información para cazar a los copiones que es fácil pillarlos. Recuerdo un caso curioso que se dio en un blog, hace tiempo: alguien se inventó que era el escritor y crítico Rodrigo Fresán. Luego se descubrió que no era él. El propio Fresán envió una nota de prensa. Detrás del impostor había un frustrado. En un artículo al respecto, escribía Vicente Luis Mora con acierto: “Es el problema de los escritores fracasados, y de los fracasados en general: necesitan vivir las vidas de los otros, insultándolos o remedando su obra”.