No sé cuánto tiempo ha pasado. Tal vez seis años, no muchos más porque el libro tiene unos siete años de edad. En aquel entonces, vagabundeando por algunos foros literarios encontré un hilo en el que hablaban de una novela casi secreta y clandestina que empezaba a cobrar el carácter de libro de culto. Se titulaba “La Sombra del Viento” y, a pesar de haber sido publicada por Planeta y llevar unos meses rondando por las librerías, poca gente la conocía. Sé que suena raro, pero yo vivía en Zamora y quise hacerme con una copia y no fue fácil. No, no fue fácil. Tuve que encargarla a alguno de mis libreros de cabecera. Planeta tiene éxitos rotundos, pero también fracasos rotundos o, simplemente, libros que jamás vuelven a reeditar, como esa magistral novela de Dave Eggers que no tuvo la suerte de “La Sombra del Viento”, y me refiero a “Una historia conmovedora, asombrosa y genial”; y me refiero a “Candy”, de Luke Davies, que de momento sólo he conseguido en inglés porque está agotadísima. Y Planeta tiene libros que empiezan con mal pie y luego son apoyados por los lectores, en una campaña que, entonces, comenzó por los foros de internet; casi me atrevería a decir que fue un método pionero en España. Compré la novela y la leí y me gustó. He de recordar que en esa época no le hacía ascos a estas tramas enrevesadas que tanto se llevan ahora, y que hoy es un género que detesto y del que sólo leo algún título que otro, como los de Arturo Pérez-Reverte (los de Reverte sí me gustan, y me parece que tienen un carisma que les falta a otras novelas de similar estirpe folletinesca).
El resto ya lo conocen. El resto es historia. “La Sombra del Viento” es el típico libro que se lee todo el mundo, incluso, y especialmente, aquellos que no suelen leer literatura. Hay otros casos: “El código DaVinci”, “Los pilares de la tierra”, etcétera. Se ha traducido a numerosos idiomas, se vende en rústica, en edición conmemorativa con ilustraciones e incluso con banda sonora. Pero al salir de imprenta rozó lo clandestino. Hoy, en vista del éxito posterior de aquel libro, la editorial ha preparado un despliegue sin precedentes con la nueva novela del autor, “El Juego del Ángel”. Algo que, lo juro, yo no había visto con ningún otro libro. Y que, por cierto, y pese a que nos lo traten de meter en la sopa, no compraré ni leeré: respeto a quienes son lectores de novela histórica, pero a mí me cuesta digerirla.
Ese despliegue puede verse estos días en las grandes librerías y almacenes. Fui a Fnac, listo para subir a la última planta, la dedicada a narrativa y cómic, y me encontré “El Juego del Ángel” en la sección de discos de la primera planta. Me lo encontré en la segunda y también en la tercera. Y, por supuesto, en la cuarta, con varios estantes especiales y en lugares de lujo, muy a la vista. Bajé a echar un vistazo a la prensa y, ¿lo adivinan? Sí, tenían ejemplares junto a las revistas. El caso más grave fue en El Corte Inglés. Me parece que allí lo tienen en casi todas las plantas. Juro que lo he visto, y que no es una broma ni exagero, en la sección de perfumería. A medida que subía plantas me lo encontraba en otros sitios. Me pregunto si lo tendrán en alimentación y en la cafetería, pero no llegué hasta allí. Es una de las ventajas del consumismo y de la estrategia de Planeta: vas a por el periódico y está el libro, vas a por un perfume y está el libro, vas a comprarte un disco y está el libro, quieres una película y te tropiezas con el libro. Podrás comprarlo aunque no quieras, si te gusta el autor. En la misma planta puedes comprar diez rollos de papel higiénico, dos ejemplares del libro (uno de ellos para regalar) y un bote de spray para cucarachas.