Se me bajaron pronto los humos
de la arrogancia y del glamour
después de 11 días seguidos
de autobús y escenario a pleno sol
, sin poderme duchar correctamente
y sin haber pisado ni una sola
habitación de hotel con mueble-bar.
Se desvanecía el mito
y el actor
, sudado y vacío de glorias,
es idéntico al Público:
no tiene nada por lo que sentirse especial.
David Refoyo, Cuando fuimos los mejores