En El Rastro, buscando libros. Una señora coge de un puesto una novela. El vendedor, con la voz ronca de coñac y gargajos, dice: “Venga, que están muy baratos, oiga. Libros baratos. Ese es muy bueno, señora. Muy bueno”. Sensación de que, aunque la señora hubiera cogido cualquier otro, el vendedor hubiera dicho lo mismo.