No tengo ninguna duda: David Refoyo es una de las grandes esperanzas de las letras jóvenes de este país. No tardará en publicarse su poemario Odio, que me permitió leer hace tiempo. Mientras tanto, casi a diario degustamos los textos y poemas que cuelga en su bitácora. Cualquiera de ellos es bueno, pero he elegido éste de hace unos días, porque además habla de su tierra, que también es la mía. A disfrutar:
Serie B
Me llaman Clifor aunque tú no sepas mi verdadero nombre. Esta es una de esas ciudades de no paso. No necesitas venir aquí para ir a ninguna otra parte. Aunque no sepas mi verdadero propósito. Quieres sacar tu coche y conducir por la autopista kilómetros y kilómetros escuchando The Eagles sin intención de llegar a ningún sitio concreto. Aunque no sepas que no tenemos autopistas. Tenemos embalses de agua estancada que huelen a putrefacción y muerte. Tenemos pueblos anegados por las aguas. Tenemos leyendas sobre cada pueblo cubierto de un espeso manto azul. Marrón en verano. Negro después de cada cosecha. Esta es una de esas tierras yermas donde no se puede cultivar la esperanza. Ni la fresa. Ni el plátano. Una tierra oscura, fría, lejana. Me llamas Clifor aunque no sepas mi verdadero nombre. Lo pronuncias en inglés aunque verdaderamente en esta tierra no hacen falta los idiomas. No necesitamos nada. Me llamas Clifor y eso me hace sentir dentro de un telefilm de serie B o parte de una de esas canciones de Lou Reed que tanto nos gustan. Aunque tú no sepas mi verdadero nombre y yo no sepa la ruta para escaparar de aquí. Rescátame. Las películas de serie B siempre acaban con un suicidio o un asesinato en masa. Las madres lloran en la plaza. Los políticos culpan a los videojuegos. Yo tan solo quería coger la Autopista Y llegar a un casino y casarme con una mujer alcoholizada de ojos azules a las 3 de la mañana. 50 euros por boda: música y flores a parte. Rescátame.