La Noche del Socio de Fnac es una especie de fiesta nocturna en la que varios artistas presentan sus nuevos trabajos, se ofrece un refrigerio a los miembros y se hacen descuentos en las compras. El año pasado estaba en Londres y no pude ir. Aunque no soy socio, éstos pueden ir acompañados por una persona, así que me convertí en el acompañante. A las diez y media de la noche del viernes, cuando nos acercamos al edificio, la cola para entrar iba desde la puerta hasta unos metros del Oso y el Madroño. A pesar de todo, apenas estuvimos cinco minutos esperando. En estas situaciones suele haber unos cuantos personajes que se acercan y preguntan: “Oiga, perdone, ¿para qué es esta cola?”. En cuanto alguien les decía: “Es un concierto para socios de Fnac”, se iban. Me hubiera gustado decirle a alguno de ellos: “Mire, reparten tomates de forma gratuita”, sólo para verlo incorporarse a la cola con avidez.
Dentro del edificio suministraban champán y canapés y una agenda. En el forum iba a empezar el directo de Nacho Vegas y Christina Rosenvinge, que es una de las razones por las que quisimos ir a la fiesta. Si no han oído el disco de ambos, “Verano fatal”, no sé a qué esperan. También es muy recomendable el trabajo de colaboración de Vegas & Bunbury: “El tiempo de las cerezas”, un cd doble que no me canso de escuchar. Para cuando entramos en Fnac, la sala estaba tan llena de gente que parte del público permanecía en la escalera de acceso al forum. Tuve que conformarme con ver en las pantallas la aparición de Vegas y Rosenvinge en el escenario. Al pie de las escaleras ni siquiera se oía la música, por el tapón de gente. Para matar el tiempo dimos una vuelta por las plantas de discos, libros y películas. Era extraña la sensación de merodear por allí a medianoche. En uno de los pisos estaban firmando ejemplares el ganador y el finalista del Premio Planeta, Juan José Millás y Boris Izaguirre. Entonces vi una imagen que me devoró los higadillos, digna de cómo se entiende la cultura en este maldito país. Ante la mesa de Millás, escritor prolífico, había apenas tres o cuatro personas. Ante la mesa de Izaguirre, presentador televisivo, la cola se perdía en el horizonte. ¿Qué significa esto? Que da igual que un tipo se pase años y años consagrado a la literatura, escribiendo artículos, novelas, cuentos y reportajes, porque luego el público se lo lleva el showman de la televisión. Significa que a la gente le da igual el libro. Lo que quieren es la firma del más famoso. Si alguna vez se acercan a la Feria del Libro de Madrid comprobarán que quienes más ejemplares firman no son los escritores, sino los advenedizos. Eso es así, y no hay manera de cambiarlo.
Tras el breve directo para presentar “Verano fatal” conseguimos hacernos un hueco en la sala, sentados en el suelo, mientras salían unos espectadores y entraban otros. En la escalera, aguardando para entrar, estaba el director Nacho Vigalondo. “Los Cronocrímenes”, su primera película, se proyectará en el Festival de Sundance. Iba a ver a los de “Muchachada Nui” en la presentación del dvd de “La Hora Chanante”. Sólo por eso, por estar allí como uno más, haciendo cola, cuando su película va a verse en USA, me cayó aún mejor de lo que me caía. El equipo Chanante estaba casi al completo: Joaquín Reyes, Raúl Cimas, Carlos Areces, Julián López y Pablo Chiapella, pero faltó Ernesto Sevilla. No habían preparado nada, pero se dedicaron a improvisar, dando una lección de humor y espontaneidad, y al final cantaron “Hijo de puta”. Los fans, como dicen ellos, no quedamos decepcionados. Tras la presentación tocaba Marlango. Y salió Leonor Watling, sencilla y muy guapa.