En ciertos círculos minoritarios hay dos libros muy salvajes que han alcanzado el rango de “novelas de culto”. Digo minoritarios porque sólo se encuentra rastro de ellos en algunos foros y en algunas bitácoras. No creo que los suplementos culturales al uso los reseñaran. La última vez que estuve en Zamora me recordó uno de mis amigos uno de estos títulos: “Vacas”, de Matthew Stokoe. En varias librerías de viejo lo he visto, a precio de saldo, pero nunca he querido comprarlo. Hace unos años ese mismo amigo me lo prestó, diciendo que era la novela más fuerte que se había leído jamás. Recuerdo que lo tuve en la pila de próximos libros para leer. Y un día decidí abrirlo. Ya me había advertido: era fuerte, y estaba repleto de pasajes de horror extremo, de gore, de brutalidad. A pesar de mi debilidad por el género, sólo pude leer unas pocas páginas. En cuanto leí un pasaje demasiado gráfico en el que la madre del protagonista le ponía a éste, para comer, un hígado medio podrido, poco cocinado, y luego le servía mierda en un plato, o algo por el estilo (al menos es el recuerdo que conservo), se me revolvió el estómago y, lo juro, estuve a punto de vomitar. Cerré el libro e incluso lo alejé de mí, como si el contacto con su portada fuese repulsivo y pudiera mancharme las manos. Se lo devolví y no quise saber más del asunto.
En aquella conversación, mientras tomábamos algo en un bar de nuestra tierra, nos acordamos de ese título, y mi amigo me contó que había leído en alguna parte que “Vacas” ostenta un curioso récord. Según parece, es el libro que más lectores han abandonado antes de concluir su lectura. Fue entonces cuando consideré que esta novela de culto no es una basura, como yo pensaba, sino un buen libro. ¿Por qué? Pues porque si un escritor es capaz de desarrollar una descripción tan exhaustiva del asco y de la repulsión y logra que el lector esté al borde del vómito y del mareo, eso significa que es un buen narrador. Que ha conseguido despertar justo las emociones que buscaba. Y eso no es fácil. Lamentablemente, no creo que vuelva a intentar leerlo entero, porque la impresión que me dejó fue demoledora.
Buscando información para este artículo entré en unos cuantos foros en los que alaban la novela de Stokoe (quien, que yo sepa, sólo ha publicado otro libro más en Estados Unidos). Curiosamente, en todos esos foros relacionaban esta novela con otra narración con la que comparte ciertos paralelismos. Me refiero a “La fábrica de las avispas”, de Iain Banks, un autor que, generalmente, se dedica a la ciencia-ficción. Los lectores de “Vacas” decían que la novela de Banks es algo menos fuerte que la de Stokoe, pero que es superior. Trata de un asesino en serie. Buscando por aquí y por allá supe que era prácticamente imposible encontrar un ejemplar, pues la tirada se agotó hace tiempo. Quiero intentarlo con “La fábrica de avispas”, de la que ya había oído hablar. De momento, he topado con una librería de viejo donde se supone que la tienen, a unos cinco o seis euros. La he pedido, aunque dudo que la tengan de verdad en sus fondos. Mientras tanto, la novela circula por la red, traducida al castellano, escaneada y pasada a pdf. Me he descargado el archivo para echarle un vistazo y leer algún fragmento. Si en esa librería no me la consiguen, imprimiré este manuscrito y trataré de leerlo (salvo si contiene muchos pasajes escatológicos, para los que nunca tengo estómago). Por cierto, un par de días atrás vi en una librería de viejo madrileña otra de las novelas más celebradas de Banks. Me refiero a “Cómplice”. Tal vez vaya a comprarla una tarde de estas.