Me he ocupado de los indigentes en la calle, en los centros de alojamiento, en el hospital. He estado a su lado mientras se encontraban borrachos, vociferando o comatosos por el alcohol, desencajados de rabia e impotencia. Los he visto obscenos, incontinentes, hundidos, con la bragueta abierta… A menudo he tenido que luchar contra las náuseas que provocaba su olor. He ayudado a cuidarlos. Creo haber aliviado a más de uno. Sé que no he curado a ninguno.