Quiero hablar de dos poetas. Ambos son dos de mis mejores y más leales amigos. El más joven es un ex presidiario. El más mayor está a punto de ser un ex funcionario de prisiones. Viven en ciudades distintas. Han llevado vidas diferentes. Sus poemas no se parecen. Y, a pesar de todo, los dos convergen en la misma idea: el sistema (el carcelario, pero también el social) es una mierda.