Te sientas en una terraza
a tomar algo.
A pocos metros de ti,
niños y niñas patinan, saltan
a la comba, se pelean…
Enciendes un cigarro,
fumas plácida-
mente. Al fin llega
la cerveza: en su punto,
espumeante, fresca.
Cierras los ojos
y “esto es la felicidad”,
te dices.
Luego los abres
y ves a ese pobre viejo
hurgando en las papeleras.
Karmelo C. Iribarren, Seguro que esta historia te suena