
La mayor virtud de Minco como narradora es demostrar que, al principio, no tenían miedo. Que pensaban que eso que se contaba por ahí nunca les sucedería a ellos. Que pronto volverían a reunirse. Que esas cosas (ghettos, desapariciones, campos de concentración) no ocurrían en su realidad. Pero Marga Minco no volvió a ver a su familia. Ella sobrevivió para contarlo. Un personaje lo resume en uno de los pasajes del libro: Dicen que de allí no vuelve nadie.