Anagrama acaba de traducir un libro de Alexander Kluge, autor alemán del que, según parece, contaban maravillas Susan Sontag y el gran W. G. Sebald. Se titula “El hueco que deja el diablo”. A pesar de la densidad de algunos fragmentos, de la complejidad de Kluge al narrar (se sirve de la física, de las matemáticas, de la filosofía, de la historia, del cine, de casos reales recogidos en los noticiarios, entre otros recursos), se alegra uno de, por fin, leer algo de este escritor, que también es muy venerado, aunque poco conocido, en su faceta de director de cine. No es el primer texto suyo que se traduce. En España se publicó, en los setenta, un librito titulado “Artistas bajo la carpa del circo”: no sé si era un guión para una de sus películas o una obra de teatro. Por tanto, aunque exista esa precedente, digamos que Anagrama ha traído por vez primera la narrativa de Kluge a este país, aunque el tomo original de “El hueco…” contiene unos quinientos relatos. Lo que aquí ha llegado es una selección hecha por Kluge.
¿Por qué digo esto? Porque el panorama editorial respecto a la literatura que nos llega de fuera, la literatura en otras lenguas que al final traducen en España, parece que atraviesa una época de esplendor. Basta echar un vistazo al panorama de novedades. Se están publicando, ahora mismo, libros que nunca habían sido traducidos en nuestro país, o bien que, habiéndose publicado hace unos años, estaban agotados y descatalogados, o bien que, tras la publicación oportuna, alguien advirtió que la edición era mala, o que era una traducción de otra traducción y, de ese modo, se trasnochaba demasiado el sentido del original. Las editoriales de aquí apuestan muy poco por los autores españoles; es cierto, pero al menos concedámosles el reconocimiento de su labor en cuanto a las traducciones y rescates. Pondremos ejemplos de algunas de las últimas novedades, de esos libros que ya era imposible encontrar, ni siquiera en las librerías de viejo, o que en España no conocíamos (y téngase en cuenta que voy a mezclar traducciones nuevas con reediciones). Elipsis acaba de presentar “Un nido de bobos”, de John Ashbery y James Schuyler. Rey Lear trae “La roja insignia del valor”, de Stephen Crane, de quien hace poco editaron “Heridas bajo la lluvia”. La recién nacida Impedimenta ha apostado, en su primer título, por “La abadesa de Castro. Una crónica italiana”, de Stendhal. Galaxia Gutenberg rescata la monumental “Vida y destino”, de Vasili Grossman, de la que cuentan que es una de las cimas de la literatura. Nordica ha desempolvado una narración de E.T.A. Hoffman, “El mayorazgo”, sin olvidar los rescates de Flann O’Brien y de Heinrich von Kleist, de quien también se ocupó la citada Rey Lear. Esas son algunas, sólo algunas, de las propuestas. Porque no podemos olvidarnos de Libros del Asteroide, dedicada a recuperar textos inéditos o ya agotados de autores clásicos (pero menos conocidos que los habituales nombres): de William Maxwell, Robertson Davies, Edward Lewis Wallant o Nancy Mitford. Y, volviendo a Anagrama, la lenta recuperación de uno de mis autores favoritos: John Fante. O, en Seix Barral y Lumen, los cuentos completos de varios clásicos contemporáneos.
Pese a este optimismo, queda mucho por hacer. Quiero decir que aún hay por ahí un montón de autores mal traducidos, o apenas conocidos, o cuyas obras permanecen inéditas. De vez en cuando les lanzo a eso editores algunas propuestas de rescate. También lo haré aquí, ahora. Deberían recuperar, ya, obras de Nelson Algren, Hubert Selby Jr., Varlam Shalamov, Joseph Mitchell, Edward Limónov. Por nombrar unos cuantos. Esperemos que alguien vuelva a apostar por ellos.