El último martes, para redondear la tarde de cielos grises y brisas heladas, fui a ver el directo de La Sonrisa de Julia en el salón de actos del Centro Cultural Caja España de Zamora. Los he visto ya varias veces, creo recordar que la primera fue en el Café de Ordax, hace años, y nunca defraudan. Además, el directo del martes fue uno de los más contundentes que hayan ofrecido. Es probable que incluso mejor que aquel de la última vez que fui a escucharlos, en un teatro de la Gran Vía de Madrid. La otra noche contagiaron tanto al público que muchos asistentes corearon los temas, se levantaron a bailar en algunas canciones y estuvieron animados durante todo el concierto; y no olvidemos que el público zamorano tiene fama de frío (esta vez no fue así).
Marcos Casal Cao, Diego Rojo, Raúl Prieto y Curro Moral volvieron a Zamora para ofrecer lo mejor de sí mismos, de su energía contagiosa, de su talento para la música. Se trataba de un concierto solidario, a beneficio de la Asociación Huehueteca Ixmucané, en apoyo de las mujeres mayas que viven en Guatemala. Como dijo Marcos, su vocalista, en una de las pausas de agradecimiento entre las canciones, este concierto solidario no iba a cambiar el mundo, pero sí aportaría su granito de arena para que, entre todos, pudiéramos cambiar una pequeña parte del mundo. Con la recaudación de las entradas se contribuye a que las mujeres mayas puedan estudiar, a que empiecen sus estudios mediante becas. Antes de que la banda saliera al escenario proyectaron un breve documental con imágenes de esas mujeres, mientras la voz en off explicaba el cometido de la Asociación.
Es difícil presenciar un concierto con tanta garra y tanto ritmo cuando uno está encima de una butaca, ya que resulta imposible bailar sentado. Uno quiere moverse, seguir ese huracán que es la batería de Raúl (o “El Topo”, como lo llamamos sus colegas), pero tiene que limitarse a mover un pie, o la mano, que palmea en las rodillas, o en el apoyabrazos del asiento. No por esta circunstancia nos desanimamos, sino todo lo contrario. Es posible que, si el espectáculo hubiera carecido de sillas, los bailes continuos hubieran echado abajo el local. La ventaja de estar sentado es que, como contrapartida, uno puede fijarse más en la labor de los músicos. Ya que era una noche especial, y un directo especial, estuvo repleto de sorpresas. Para empezar, era el último que ofrecían en la gira de verano. Pero es que, además, nos obsequiaron con algo insólito: la primera mitad del concierto fue en acústico; y la segunda, en eléctrico. Una parte, pues, más tranquila, con temas melancólicos. Y otra con la energía del pop rock. Tocaron los temas clásicos de La Sonrisa de Julia, tanto de su primer disco como del segundo: “Sonrisas de papel”, “Grito”, “Caminos diferentes”, “El bufón”, su versión de “La herida” de Duncan Dhu, “El tren”, “La sonrisa de Juliette”, “Volver a empezar”, etcétera. Y, por supuesto, cerraron con “Llevo tu voz”. Otra de las gratas sorpresas fue la inclusión en el repertorio de un tema nuevo, inédito y correspondiente a su tercer disco, que empezarán a grabar dentro de poco: está previsto que entren en el estudio en septiembre. Será más cañero que “Volver a empezar”, con más tendencia al rock. La canción que tocaron, de este futuro disco, se titula “Luces de neón”. Cuando Marcos presentó al grupo, las mayores ovaciones se las llevaron Raúl y Diego, por su vinculación zamorana. El salón de actos estaba lleno de colegas y familiares de ambos. Un gran concierto, sólo lastrado en algunas ocasiones por ciertos defectos del sistema de sonido.