Limónov es ruso y pobre. Es poeta, escritor, bisexual, revolucionario. Ha emigrado a los Estados Unidos y, en Nueva York, consigue un trabajo de mayordomo en casa de un empresario millonario. Limónov detesta lo mal repartida que está la riqueza. Trabaja allí porque así puede estar más cerca de todo aquello que anhela: lujos y mujeres. Mientras tanto, consigue que una agente literaria intente colocar su primera novela en manos de algún editor. Pero todos rechazan el manuscrito. Y así pasa la vida, enamorándose, odiando, bebiendo y fumando marihuana, fornicando con un montón de mujeres atraídas por su carácter de poeta ruso y rebelde y por la casa del millonario. Es una novela autobiográfica, una de las dos únicas traducidas al castellano (la otra es Historia de un granuja. Se pueden encontrar aquí).
La escritura de Edward Limónov (pseudónimo de Edward Veniaminovich Savenko) tiene algo de Charles Bukowski y de John Fante, aunque para mí no es tan grande como ellos. No exagero. Del primero, su recreación de las escenas sexuales, su agresividad ante las injusticias, su desprecio de la sociedad, su tendencia a llamar a las cosas por su nombre sin eufemismos. Del segundo, la honestidad brutal que caracteriza los escritos de Fante, honestidad que nos obliga a ver al personaje Limónov como un tipo bastante canalla y cabrón, en unas ocasiones, y un tipo con sensibilidad de poeta rebelde, en otras. Él, además, le añade el toque clásico de la picaresca.
Sé que este libro gustará a algunos de mis colegas del gremio. A mí me ha gustado y se lo recomiendo especialmente, si no lo han leído ya, a David González, Alfonso Rabanal, Julio Valdeón Blanco, Vicente Muñoz Álvarez y David Refoyo.