Debo coincidir con mis compañeros de prensa, y con quienes viven en la ciudad o fuera de ella, en que existe una expectación, un poco desmedida, por saber quién será el nuevo alcalde de Zamora, y cómo se solucionará este brete municipal en el que todo el mundo ha procurado arrimar el ascua a su sardina, desde afiliados y simpatizantes de unos u otros partidos hasta personal vestido de “ciudadano de a pie sin filiación política”, como ese mancebo vinculado a Nuevas Generaciones del PP que pidió, en carta de lector, que el sentido común requería que gobernara la lista más votada. Pero ese es sólo un ejemplo, pues hay otros muchos. Lo cierto, según leo y me cuentan, es que, tras los comicios, el tema se ha adueñado de las conversaciones en las calles, en cafeterías, bares, comercios y demás negocios.
Lo que se huele en el ambiente, en la distancia, es que a los miembros del Partido Popular no les cabe la camisa en el cuerpo. Se obstinan en gobernar a toda costa, a diferencia (a priori) de los demás partidos, que, acostumbrados a no mandar, quizá sea cierto que quieren lo mejor para la ciudad. No me lo invento: se rumorea por ahí que están dispuestos a ofrecerle a Miguel Ángel Mateos lo que pida, con tal de asegurarse la poltrona en el Ayuntamiento. Cualquier promesa será válida para ellos si Rosa Valdeón se hace con el mando de este barco, que ha hecho aguas durante tantos años. Decía, además, que no les cabe la camisa en el cuerpo porque tienen demasiado miedo a perder el poder, y eso se nota. Para empezar, en todas las declaraciones que salen de la boca de Valdeón escuchamos el mismo cantar, que ya aburre. Estas son algunas frases recogidas en la prensa de los últimos días: “La candidata electa a la Alcaldía por el PP, Rosa Valdeón, volvió a insistir, por su parte, en que la legitimidad para gobernar se la otorga la mayoría de los votos obtenidos por la lista que encabeza. En este sentido, afirmó que lo natural es que ella sea la alcaldesa de Zamora”, “Considera que tiene que imponerse el sentido común a la hora de conformar el Ayuntamiento de la capital zamorana y designar a su regidor. Valdeón recordó ayer a los periodistas en Valladolid que su partido fue el más votado. Añadió que el PP considera que no tiene que renunciar a nada de su programa para formar gobierno municipal y apuntó que, de acuerdo con los resultados electorales, es ella la que tiene más derecho al sillón de la Alcaldía”, “Confió en que ser el partido más votado le permita aplicar su magnífico programa para así obtener la victoria”. Etcétera. A este continuo recordatorio para dejar claro que nadie le debería “usurpar” el trono a Valdeón se han sumado Maíllo y Herrera, entre otros. Se oyen demasiado las mismas palabras, desgastadas ya por el uso y a punto de perder su significado: “sentido común”, “alcaldesa”, “el partido más votado”, “más derecho”, “la lógica”, “la victoria”. Toda una estrategia basada en el supuesto sentido común y en el éxito, y en la repetición hasta la saciedad de ciertas consignas. Hay miedo a perder la poltrona, y por eso se repiten como el ajo.
No sabemos muy bien qué saldrá de esto. Me temo que nada bueno, pase lo que pase en lo sucesivo. Veo dos opciones posibles: o volver a lo de siempre, para que esta ciudad de derechas quede conforme; o acabar a tiros, porque es lo que sucede cuando se ponen a negociar perros, gatos y ratones. Zamora, mientras tanto, asiste al cambalache. Me preguntó el otro día un amigo, zamorano, exiliado y votante del PP, qué había hecho el alcalde por la ciudad, porque él, veterano en el exilio, lo ignoraba. Y le respondí: “Ha hecho muchas cosas, es cierto. Pero casi todas las ha hecho mal”.