Este era el único libro del maestro Salinger que me faltaba por leer. Por ello fui aplazando su lectura año tras año. Esperando el día propicio o el momento en que ya no pudiera aguantar más. A partir de ahora no habrá nada nuevo, pero siempre podré releerlo, como suelo hacer con Franny y Zooey, Nueve cuentos y El guardián entre el centeno. Esta es mi visión del asunto:
-Levantad, carpinteros, la viga del tejado: Volvemos a encontrarnos a los Glass, esa familia de genios precoces. El narrador es uno de los hermanos, Buddy, quien acude a la boda del mayor, el admirado Seymour. Pero Seymour no aparece en la iglesia. Los invitados se retiran y Buddy termina metido en un coche, junto a unos cuantos desconocidos, casi todos parientes directos o amigos de la novia y, por supuesto, muy molestos con el novio desaparecido. Seymour jamás sale en el relato, pero sin duda es el protagonista, el héroe de Buddy. Esta habilidad, unida al estilo fluido, ameno, personal, humorístico, de Salinger, logra que estemos ante una obra maestra.
-Seymour: una introducción: Aquí Buddy se limita a hablar de su hermano y de sí mismo (aunque en la función no faltan alusiones a otros hermanos, como Boo Boo, Franny o Zooey). Pero no estamos ante una historia con principio, nudo y desenlace, sino ante el retrato subjetivo de un hombre. Esta introducción sirve de complemento al primer relato, pues proporciona suficientes datos sobre la fascinante y compleja personalidad de Seymour, quien se suicidaba en el cuento Un día perfecto para el pez plátano. El perfil, sin embargo, no alcanza la maestría de Levantad, carpinteros...: el estilo empleado abunda en apostillas y digresiones y su lectura se hace pesada. Pero, insisto: es el complemento ideal de la primera historia.