El portal Divertinajes.com ha organizado esta semana unas jornadas con el título de “Editores para nuevos tiempos”. Durante estos días, responsables de algunas editoriales pequeñas e independientes conversan en la sala de actos y exposiciones de Fnac. El martes debatieron en la mesa redonda los siguientes editores: Luis Solano (Libros del Asteroide), Enrique Redel (Funambulista), Julián Rodríguez (Periférica) y Carola Moreno (Barataria).
Fui el martes, pero no el miércoles. Llegué cinco minutos antes de comenzar el debate, programado para las siete de la tarde, y los asientos ya estaban ocupados. La sala, dotada de unas cincuenta sillas, se quedó pequeña para quienes acudimos a escuchar a los editores: calculé que habría, en total, unas cien personas. El debate duró casi dos horas, y el calor agobió al personal. Yo mismo tuve que conformarme con verlo de pie, al fondo de la sala, junto a las cortinas, sometido al tráfago de los oyentes que entraban, salían, volvían a entrar o se sentaban en el suelo. Nada de eso importó porque el primer día de estas jornadas ha resultado muy interesante. Se trata de cuatro editoriales que merecen todo el respeto del lector y de sus colegas de profesión (en las charlas se habló de un reciente artículo de la editora de Tusquets, en el que ésta arremetía contra la proliferación de editoriales menores; menores en cuanto a tamaño, equipo y recursos, no en cuanto a calidad y eficiencia). Les pondré unos ejemplos: Barataria ha publicado las memorias del hijo de Ring Lardner y “El negro del Narcissus” de Joseph Conrad. Julián Rodríguez, escritor además de editor, cuenta en su catálogo con títulos de Jules Vallès o Galdós. A Funambulista le debemos los descubrimientos de Jordi Bonells o Patrick Lapeyre, la autobiografía de Stanislaw Lem o la recuperación de “Trilby”. Libros del Asteroide, en su corta andadura, nos ha traído “Los inquilinos de Moonbloom”, la Trilogía Deptford o maravillas como la novela japonesa “Hogueras en la llanura” y las norteamericanas “Vinieron como golondrinas” y “El mercader de alfombras” (en cuya lectura ando ocupado estos días).
Es imposible resumir en este espacio cuanto se habló durante esas dos horas, con intervenciones del público y debate moderado por Eva Orúe. Pero podemos dar unas breves pinceladas. Redel, por ejemplo, anunció que abrirían una colección de novela gráfica. Se habló del polémico artículo de Beatriz de Moura, que aún no he leído. Los cuatro editores explicaron sus motivos editoriales y sus relaciones con las agentes literarias, los libreros, la prensa. Se dio luz a los trabajadores en la sombra que rodean al proceso de edición de un libro, de los que solemos olvidarnos: aparte del editor, los traductores, los correctores, los maquetadores, los diseñadores gráficos. Eva Orúe les preguntó las razones para optar por la publicación preferente de autores extranjeros, en vez de aupar a los escritores españoles; admitieron que, aunque algunos de ellos habían publicado a españoles, constituía una apuesta más arriesgada, por motivos económicos y por el revés de ver cómo una editorial grande los ficha tras darle ellos el espaldarazo e invertir tiempo, dinero y esfuerzos en sus primeros pasos literarios. Ninguno de estos editores aspira a comerse el mercado. Sólo quieren aportar su granito de arena al sistema editorial, con títulos olvidados o nunca traducidos. Y es cierto: basta con ver sus catálogos. Al terminar el acto fui a saludar a Redel y a Solano, dos luchadores de la edición a los que conocía de intercambiar correos electrónicos. Les di la enhorabuena. Hoy iré a escuchar a los editores de Bartleby y Páginas de Espuma.