Escribe un amable lector una carta al periódico, refiriéndose a mi artículo Estampas en el vagón. No suelo hacer demasiado caso de estas cartas. Sin embargo, esta vez me ha llamado la atención que entrecomille frases que no ha copiado con exactitud. Y entonces corremos el peligro de confundir las cosas. Se puede leer en la edición de hoy de La Opinión de Zamora. Y se puede comparar dicha carta con mi artículo, que está colgado en este blog. Él dice: No sé lo que le pudo pasar el otro día a este zamorano que, desde la villa de Madrid, llevaba a las líneas de su columna, en "La Opinión-El Correo de Zamora", una imagen algo catastrofista del Metro, en el que según J.A.B. "las líneas no funcionan, los trenes tardan mucho en aparecer y el Metro es una pesadez". Lo que yo escribí fue: También porque el metro, en el fondo, es una pesadez: líneas que no funcionan, trenes que tardan mucho en aparecer o que se averían, apretujones como en una lata de sardinas. Más adelante anota: Menos mal que, J.A.B. según decía, apenas coge el Metro para "evitar gastos y hacer ejercicio". Pero yo puse: Procuro no utilizar demasiado el metro, para evitar gastos y permitir que las piernas trabajen un poco. Y, hacia el final de su carta, escribe: Cuando J.A.B. habla de los usuarios del Metro -mayormente personas de clase baja y media, además de estudiantes- los asocia a "un tarro de esencias con aroma de caspa y violencia", calificativos éstos que conociendo la trayectoria periodística de J.A.B. llegan a sorprender un poco. De entrada, no he hablado de clases sociales. Pero tampoco he asociado a los estudiantes y trabajadores que toman el metro (entre los que se encuentran mi novia y casi todos mis amigos) a la caspa y la violencia. Lo que escribí fue (y se puede comprobar más abajo): Aquello es un tarro de esencias, muchas de ellas con aroma a caspa y a violencia, como esa pelea que mostraron en el YouTube, pero otras son incluso alentadoras. Suena distinto, ¿verdad? Me parece que las expresiones muchas de ellas y otras son incluso alentadoras son vitales para entender lo que yo contaba.
No quisiera que se entendieran estas correcciones mías con un rasgo de acritud. No va por ahí. Lo que me revienta es que, en estos tiempos, parece que algunas personas interpretan los textos a su conveniencia. Pero lo más grave es que llegan a copiar frases nuestras que ni siquiera hemos escrito así. Y eso se me antoja intolerable. Porque el sentido se pierde en algunas de ellas. Quien no conozca mi artículo Estampas en el vagón pensará, al leer la carta de este lector, que me meto con todo el personal que utiliza el metro en Madrid, tachándolos a todos de casposos y violentos. Insisto: mis colegas y mi novia viajan a diario en el metro; y yo también lo hago cuando no me queda otro remedio. Le agradezco al lector su carta, pero le recomiendo que lea mejor los artículos.