Este miércoles hubo un pase especial para la prensa de "Apocalypto", dirigida por Mel Gibson y nominada a Mejor Película de Habla Extranjera en la última edición de los Globos de Oro: recordemos que los protagonistas hablan en maya. No suelo asistir a estas proyecciones para la prensa, pero la película no se estrenará hasta enero y, como tengo una predilección especial por las obras de Gibson tras la cámara, no quise perdérmela. Fue en unos cines madrileños.
"Apocalypto" es una gran superproducción, técnica y artísticamente hablando, y su equipo lo forman varios ganadores del Oscar. Gibson nos acerca a los prolegómenos del derrumbe de la civilización maya, pero no estamos ante un documental ni un tratado de historia, sino ante una película hinchada de adrenalina, cien por cien vértigo y acción. Por eso, lo que se nos cuenta es la historia de un cazador, Garra de Jaguar, que deberá afrontar su miedo y superarlo durante las circunstancias más peligrosas y siguiendo los consejos de su padre, quien afirma que el miedo es una enfermedad que nos devora por dentro. El argumento es sencillo: la aldea de los protagonistas es arrasada por una tribu enemiga que captura a hombres y mujeres y abandona a su suerte a los niños. Es sencillo porque lo que le interesa a Gibson, una vez más, es arrebatarnos con las imágenes y las emociones. Aunque estén subtitulados, hay pocos diálogos, apostándolo todo, como en "La Pasión de Cristo", al hechizo de los planos, al poder de la música y de las resoluciones de los personajes, a la riquísima puesta en escena, a la evocación de la violencia y al trabajo de los actores, la mayoría sin experiencia cinematográfica. El reparto, en este sentido, constituye un acierto. Especialmente en el caso del cazador que centra el relato, Garra de Jaguar (Rudy Youngblood), y en su antagonista, un hombretón (Raoul Trujillo) que recuerda ligeramente al mítico Magua de Michael Mann, pero aún más fornido y temible. Leí que, a este actor, Gibson le dijo: «No tienes que intentar dar miedo. Tú das miedo».
"Apocalypto" compendia las grandes virtudes y pequeños defectos de la obra de Mel Gibson. Entre las virtudes: su capacidad de emocionar al espectador, ponerlo al borde de la butaca y obligarlo a comerse las uñas; de provocarlo con situaciones tensas y ríos de sangre; su impecable factura artística (música, montaje, fotografía, dirección) y el trasfondo que late bajo la acción y el ruido; su cine suele entretener, pero siempre esconde un mensaje o una alegoría. En este caso, las señales van surgiendo a medida que Garra de Jaguar acomete su viaje a la fuerza: las citas al principio de la película, las profecías, los mismos errores cometidos por el hombre, hasta demostrarnos que somos iguales en todas las épocas, no importa que usemos lanzas o metralletas. En cuanto a los defectos, ya los conocen: las licencias narrativas e históricas (pero, ¿quién no maneja esas licencias en el cine?), cierto maniqueísmo en un par de personajes (por fortuna, no en ese Magua gigantón) y su gusto por manipularnos. Con esos defectos y virtudes "Apocalypto" se erige en un espectáculo visual que deja huella. Los primeros minutos son los únicos que propician cierta calma. Luego, nos mete en una montaña rusa. Para el cinéfilo incluye ecos de "La presa desnuda", "El último mohicano", "La selva esmeralda": en las luchas, en los planos, en ciertas situaciones. Me interesa reseñar, también, sus obsesiones por la simbología, latente en objetos (la muerte ronda cuando a un hombre le arrancan su collar), en trances corporales (el humano renacido) y en personas (la niña visionaria), y por los calvarios físicos y morales.