En la noche del jueves se proyectaron cuatro cortometrajes de producción española, en la sala grande del Cine Palafox de Madrid. El evento se llamaba “Autosuficientes”. Los cuatro cortos: “Mala sombra”, de Miguel Ángel Escudero; “El cumpleaños”, de Virginia Llera; “Fascículos”, de Oscar Pedraza; y “Días felices de azul”, de Teresa de Andrés. Acudí a este pase especial, de entrada gratuita hasta completar aforo, por dos razones: Pedraza es zamorano y su corto me lo había recomendado la gente del Popanrol. Con eso me bastaba. Reconozco que, a priori, soy algo desconfiado con los cortometrajes: la culpa es de algunos directores, capaces de aburrirte durante tres o cuatro minutos que se hacen eternos. No ocurrió así esta vez. Los cortos seleccionados constituyeron un acierto. Pero debo confesar, y es el motivo de este artículo, que “Fascículos” me cautivó y me sorprendió gratamente. Es un título que hay que ver, que se ha proyectado en algunos certámenes y cuya próxima cita será en el Festival Internacional de Cine de Gijón. Ni siquiera sabía de la existencia de este corto. La gente de mi tierra tiene madera, y esto se demuestra cada día en el cine, la música, el teatro, la pintura, la poesía, la literatura. España, pero sobre todo Madrid, está sembrada de hombres y mujeres de esta provincia con talento en las artes.
El Palafox, con tres salas, está en Luchana, cerca de la Glorieta de Bilbao y de Fuencarral, y muy cerca de varias librerías de viejo bastante recomendables. Estuve en ese cine una tarde del pasado verano, cuando fui a ver una película de dibujos animados. La principal es una sala grande y antigua, en la que aún se descorre el telón unos segundos antes de que se apaguen las luces. En la calle, esperando a que abrieran las puertas, había una muchedumbre. En seguida me encontré con la gente del Popanrol, y vi varias caras conocidas de mi ciudad. Mucho apoyo zamorano, como suele ocurrir cuando salimos fuera a presentar los trabajos. En cuanto apareció Oscar Pedraza supe quién era: su rostro me es familiar de haberlo visto en bares y pubs, pero nunca nos han presentado. Los protagonistas de su corto son Joaquín Notario, Celia Blanco y Cesáreo Estébanez (que, para el público, siempre será el Sargento Romerales de “Farmacia de guardia”). Mientras aguardábamos en la calle, conversando, pasó la bellísima Celia Blanco delante de mí, a un palmo. Más guapa y más delgada de lo que creen. Y espectacular, claro. He leído en una entrevista que quiere abandonar la pornografía y dedicarse al cine convencional. Antes de la proyección, los cuatro directores salieron a comentar en pocas palabras sus trabajos, y a agradecer el apoyo de cada equipo.
“Fascículos” cuenta, en ocho minutos vertiginosos, la historia de un amante de las colecciones de kiosco, y lo que le ocurre a partir de su compra más insólita. Prefiero no desvelar más, para no estropearles las sorpresas de su argumento con un toque fantástico. Esos ocho minutos están aprovechados hasta el milímetro. “Fascículos” es deudor, tanto en la narrativa cinematográfica que emplea como en la estética visual, del cine norteamericano. Y ese, a mi juicio, es uno de los secretos de su éxito. Mientras los otros directores cuentan sus historias a la manera europea, sentimental y pausada, el cortometraje de Oscar Pedraza va directo al grano, con un ritmo envidiable de planos, con guitarras en la banda sonora y diferentes técnicas cinematográficas (zooms, imágenes congeladas, atención puntual al plano de detalle), y un final exquisito con una pincelada sutil de gore. Una sorpresa, lo juro. Destinado al aplauso y a convertirse en pieza de culto. El tiempo me dará la razón.