Visto el programa de Ferias y Fiestas de San Pedro lo cierto es que no sabemos por dónde cogerlo: mus, folklore, billar romano, padel, tenis, más folklore, petanca, tiro, pesca, churros gratuitos para los jubilados, más folklore, fútbol sala, espectáculos infantiles, piragüismo, unas cuantas galas para los consumidores de éxitos de la radio y una cosa que han llamado “Vaca Prix Ciudad de Zamora” (sic). Sobre el papel parece mucho, si no nos fijamos en la letra pequeña y sólo nos atenemos al número de actos. Analizados en profundidad no sirven de mucho: salvo que seas un niño, un jubilado o un amante de los deportes. En conjunto, lo más ventajoso que podemos hacer con el programa de actos es confeccionar un cucurucho y meter dentro los churros, o los altramuces, o las pipas, o lo que gusten. Parece que no tiene ninguna culpa el concejal de Cultura. Dicen que, con el poco presupuesto que había, tuvo que arreglárselas para hacer malabarismos. Con cuatro perras ha hecho que el programa parezca abultado, salvo si uno se fija, insisto, en la letra pequeña. Hasta la iluminación festiva de las calles se me antojó tan irrisoria y sencilla que he visto más luces en los entierros. La maniobra, pues, consiste en el ilusionismo. En un truco. Consiste en querer que creamos una cosa, cuando en realidad es otra. Igual que los prestidigitadores.
Según el Diccionario de la Real Academia Española, el ilusionismo es el “Arte de producir fenómenos que parecen contradecir los hechos naturales”. Ilusionismo ha sido, también, esa maniobra de presentarnos el proyecto del puente nuevo mediante un montaje fotográfico. Una foto de algo que aún no existe. Un fenómeno que desafía un hecho natural. Un montaje con el Photoshop. También muchas lagartas que salen en bolas, en la portada del Interviú, han pasado por el maquillaje pasajero del Photoshop. En estos tiempos ya no basta con el quirófano: en las revistas de gran tirada exigen el sometimiento a este programa para retocar imágenes. Salió la foto del puente que no existe y la ciudad se puso a aplaudir. Felicitaciones y parabienes para el alcalde. Un puente de lujo, oiga. Un acierto, sí, señor. Lo mejorcito en puentes. Una ganga. Pero eso es sólo papel, sólo el arte del Photoshop y del ilusionismo. Si no me equivoco, el único que supo ver esto fue el compañero Braulio Llamero, en este diario. Citémoslo: “Faltan mil trámites, incluido el proyecto de obra. Falta el dinero. Falta todo, en realidad. No estamos, pues, ante algo en marcha”. Pura ilusión, pues. Como en esas historias de magos en las que emplean humo y espejos para engañar al ojo.
El pasado fin de semana, caminando por Zamora, se me caía el alma: la plaza de Castilla y León, de la que hemos hablado aquí en algunas ocasiones, ha sido víctima de otro truco. Un truco fácil y malo: consiste en llenarla de cosas, de cacharros: una pérgola, bancos, parques infantiles, farolas, etcétera. Todo con la única misión de hacer bulto, de hacernos creer que se lo han trabajado bien. Sólo faltó que a alguna mente lúcida se le hubiera ocurrido poner allí un paso de Semana Santa. Total, de lo que se trata es de rellenar. Llenar una plaza o un programa de fiestas para que parezcan el doble de lo que son. Lo que necesita la ciudad es calidad, no cantidad. Nuestro problema es que preferimos centrarnos en cómo fueron las fiestas del pasado en la provincia, en las muchas medallas que nos colgaron antaño, en lo que brillaban nuestras ferias hace cincuenta años, en que éramos la envidia de otras ciudades. De San Pedro sólo nos queda el recuerdo feliz de otro tiempo. Pero deberíamos mirar por el presente y por el futuro, y no recrearnos tanto en el pasado.