Este cómic causó furor en su momento. Luego hicieron un par de secuelas. La adaptación al cine está al caer, a punto de rodaje y con producción de Sam Raimi. El responsable es el guionista Steve Niles, un enamorado de todo aquello que huela a clásicos del terror y del fantástico, pues los personajes de sus tebeos y de sus guiones suelen ser asesinos, vampiros, zombies, esqueletos, freaks y monstruos varios, extraterrestres, superhéroes míticos, investigadores de lo paranormal... Su web no tiene desperdicio.
El argumento de 30 días de noche es sencillo: una manada de vampiros asedia un pueblo de Alaska en el que no aparece el sol durante un mes de invierno. Y por esa sencillez tal vez no guste a los fanáticos del cómic (a mí sí me agradó). Pero lo mejor de todo está en la atmósfera sugerida por Niles y creada por Templesmith: predominio de tonos grises, blancos, negros y rojos a causa de la nieve, la oscuridad y la sangre; expresionismo en el trazo, donde a veces es más importante el rostro desencajado de los vampiros y de sus víctimas que la exactitud realista; un ambiente malsano y macabro, surtido de violencia. El retrato de los chupasangres recuerda un poco a Nosferatu y a Los viajeros de la noche, las películas de Murnau y Kathryn Bigelow. La única pega es que sabe a poco, se queda uno con ganas de más. Pero para eso están sus continuaciones, que he incorporado a mi biblioteca y leeré en breve.