viernes, marzo 22, 2024

Insidia, de Alexander Drake

 

No creo que haya un escritor en España que se arriesgue más que Alexander Drake. Por eso mismo utiliza este pseudónimo: en un vídeo que vi hace unos días contaba que quería separar la obra de la persona, insistiendo en que él no es lo que escribe (o no todo), que su naturaleza es otra. Este matiz es importante para quienes tienden siempre a confundir al autor con la obra, al actor con el personaje, al cantante con sus polémicas poses de venta. En este blog hemos leído todos los libros de Drake: La Transformación, Vorágine, Ocho relatos de boxeo (cuya segunda edición tuve la fortuna de prologar), Ciudad de caníbales, Némesis, Ignominia y el que ahora nos ocupa, Insidia.

En tiempos en los que el mercado editorial se ha acomodado tanto que hay un exceso de las mismas ofertas y temáticas (pájaros y jardines, piscinas y feminismo, denuncias retrospectivas y masculinidad tóxica, etc), se agradece que de vez en cuando llegue alguien como Alexander Drake y lo eche todo por tierra y apueste por personajes y argumentos que podrían ser herederos de Sade en tiempos actuales: psicópatas, adictos al porno, perdedores, machistas, pordioseros, ninfómanas… Los relatos de Drake, lo advierto ya de entrada, pueden provocar urticaria moral. Habrá lectores que se ofendan, que crean que es una autobiografía de un autor chiflado. No es así. Se trata de literatura, aunque en el caso particular de Insidia sí se deslizan algunos apuntes de experiencia cuando nos habla de entrevistas de promoción en la radio, de las miradas de las vecinas que han leído algún libro suyo o de sus recuerdos de barrio en la infancia. Sea como fuere, sus historias y sus vistazos a un mundo que no entiende (ni nadie) y al que no logra adaptarse, incomodarán a la mayoría. Vuelvo a repetirlo para que algún lector desprevenido no me eche luego las culpas si se asusta.

Hay también, en el libro, cierto aliento bukowskiano en el sentido de que sus personajes detestan la rueda de ratones que a veces conforman la rutina laboral, el matrimonio y ciertas servidumbres de la vida. Drake, al final, dispara contra todo y contra todos y contra sí mismo. El estilo que ha elegido para su obra, consistente en despojar a la prosa de retórica y aderezos, deja una escritura limpia, fluida, sin trampas de ningún tipo. Algunos a esto lo llaman “escribir muy sencillo”: pero escribir muy sencillo no es nada sencillo, sobre todo a la hora de transmitir los mensajes contundentes de cada historia, algo que consigue con creces. Se nota que es un estilo que Drake ha trabajado a tope, puliendo y recortando hasta lograr la fluidez que quiere transmitir.



[Ediciones Insurrectas]

domingo, marzo 17, 2024

Cartas desde el manicomio, de Dario Džamonja

 

Un descubrimiento enorme. Dario Džamonja (1955 - 2001) tenía el mismo tono literario de dos de mis autores predilectos: John Fante y, quizá en mayor medida porque ambos emigraron a EE.UU., Serguéi Dovlátov. Esto es, un tono en el que predominan una mirada llena de sarcasmo, una poética que nunca cae en el sentimentalismo y una autocrítica siempre teñida de humor, aunque el autor bosnio tiene su propia voz narrativa. Para mí, Fante y Dovlátov y Džamonja (y también Bukowski y alguno más) logran el milagro de hacernos pensar que ser un perdedor no está tan mal, incluso que posee cierto estilo que, es obvio, sólo puede conferirle la literatura.
 
A caballo entre Sarajevo y algunas ciudades de Estados Unidos, entre la guerra y la paz, entre dos matrimonios y dos hijas, Džamonja escribe vistazos, relatos, él diría cartas, en los que se resume el drama del hombre al que sorprende la guerra, del tipo que emigra, del que siente morriña de su tierra aunque allá sólo haya masacres. Un hombre que bebe en exceso y que de vez en cuando suelta genialidades, como cuando le dice a su primera ex mujer: Dijana, yo en la vida he cometido dos grandes errores. El primero fue casarme contigo y el segundo, separarme de ti. Publica Sajalín y traduce, con mucha fluidez, Marc Casals. Así comienza la historia titulada “La otra cara de la moneda”:

Soy consciente de que, para el lector, todo esto que voy escribiendo tiene cada vez menos sentido y de que, tras leer mis relatos, se pregunta, con razón:
-Joder, ¿es que en esa América no hay nada bueno?
Allí viven más de doscientos cincuenta millones de personas y nadie se queja tanto, nadie lloriquea tanto como ÉL.
ÉL, que nació en una callejuela de Sarajevo, en un piso de una sola habitación sin baño propio (solo un inodoro turco que compartía con sus vecinos); que dormía en un mismo cuarto con su padre, su madre, su tío y su tía Ana (el abuelo y la abuela dormían en la cocina, en un viejo diván); que comía carne solo los domingos, y para quien la cocinita de leña era al mismo tiempo la calefacción y el “electrodoméstico” donde le hervían la sémola con leche, un plato que odia todavía hoy.
ÉL, que se convirtió en el alimento predilecto de las garrapatas y pulgas que emergían del suelo hecho de tablas de madera cubiertas con alfombras rústicas y de las paredes que no se habían vuelto a pintar desde aquella vez en que el archiduque Francisco Fernando visitó Sarajevo.



[Sajalín Editores. Traducción de Marc Casals]

Dichos de Luder, de Julio Ramón Ribeyro

 

Le reprochan a Luder no separarse de una amiga que lo atormenta.
-No puedo. A fuerza de padecerlo, nuestro infierno se nos vuelve imprescindible.

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Amar a la humanidad es fácil, lo difícil es amar al prójimo.

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Le muestran un artículo en el que se habla de todos los escritores de su generación menos de él.
-Me libré de la redada –dice Luder.

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-¿No te preocupa escribir desde hace treinta años para haber alcanzado tan minúscula celebridad? – le preguntan a Luder.
-Por supuesto. Me gustaría escribir treinta años más para llegar a ser completamente desconocido.



[La Caja Books]

Las 100 primeras películas de Nicolas Cage, de Paco Alcázar y Torïo García

 

Maravilla. De cabecera para el auténtico fan de Nicolas Cage: es decir, aquellos que al mismo tiempo idolatramos todos sus trabajos y no podemos impedir reírnos con sus loquísimas decisiones (los peinados, las pelucas, las excentricidades, las pelis basura). El auténtico seguidor de Nic Cage intenta verse todo incluso sospechando que está a punto de tragarse un subproducto.

Paco Alcázar y Tönio García consiguen repasar su filmografía hasta principios de 2020 mediante comentarios jocosos y a la vez de fans absolutos sobre cada película, y acompañan a la ficha con caricaturas grandes del personaje que toque. Me he reído en cada página y me he vuelto más fan, si es que eso era posible.



[Astiberri]

martes, marzo 05, 2024

Escapada, de Evelyn Scott

 

La autobiografía de Elsie Dunn, nombre real de la autora, empieza cuando a los 20 años se fuga con un hombre casado de 40. Como el mundo está en guerra, acaban en Brasil. Lo que parecía una aventura romántica se convierte en un infierno: son muy pobres, no pueden adquirir la nacionalidad brasileña ni obtener pasaporte, no pueden salir hasta que termine el conflicto, y, entre la miseria, el hambre y la concepción de un hijo y el estado de enferma que padece ella después de alumbrar, no falta la presencia continua de hormigas, cucarachas, murciélagos, serpientes y otros bichos que les hacen la vida intolerable. Unos fragmentos:

El amor verdadero es la abnegación del yo, y resulta inapropiado en la relación entre ambos sexos. Los sacrificios que se hacen por un niño muy pequeño no imponen sobre esa criatura la carga de compromiso que un adulto debe sentir en circunstancias similares. En mi propia familia he visto demasiado bien lo que implica el autosacrificio. Las personas que afirman vivir solo para los demás evaden la responsabilidad de su propia cobardía y confieren a su gratificación personal una forma más sutil mediante un truco que les concede superioridad moral. No me perturba la idea de tener un hijo.

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Pero además odio mi cuerpo, al que no puedo controlar, lo odio porque no es capaz de rebelarse por entero. Hay un momento en el que dolor lo es todo, en el que el dolor se apodera de mí de manera tan absoluta que ya no poseo el saber de la consciencia, y pienso sobre todo en que me dejen sola, pienso en la paz, en una especie de quietud extinta. No quiero saber nada nunca más. Ya sé demasiado, y llevo la carga de entender un mundo que es mío solamente. No puedo arrastrar a este horror a las personas a las que quiero y que ya están escasas de felicidad. Pero me pregunto cómo es posible seguir llevando para siempre conmigo una experiencia no compartida, la más profunda que me he encontrado nunca.

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Aquí no hay médicos, ni medicinas, pero lo peor de todo es que no hay dinero con el que comprar la liberación de la necesidad de hacer cosas para las que se está físicamente incapacitado. No hay dinero para comprar descanso, el derecho a estar enfermo y a ponerse bien de nuevo. Los
currals están todavía a medio acabar. Queda tierra por desbrozar. Y leña que cortar.



[Muñeca Infinita. Traducción de Esther Cruz Santaella]  


Próximamente: Si te gusta la oscuridad

 

De Stephen King. En Plaza & Janés.