lunes, mayo 31, 2021

Cómo ordenar una biblioteca, de Roberto Calasso

 

 

¿Cómo ordenar la propia biblioteca? Es un tema altamente metafísico. Me sorprende que Kant no le haya dedicado un breve tratado. De hecho, ofrece una buena ocasión para indagar en la cuestión capital: ¿qué es el orden? El orden perfecto es imposible, sencillamente porque existe la entropía. Pero sin orden no se puede vivir. Con los libros, como con todo lo demás, es necesario encontrar un término medio entre esas dos afirmaciones.

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La única regla áurea es la del
buen vecino, formulada y aplicada por Aby Warburg, según la cual en la biblioteca perfecta, cuando se busca un determinado libro, se termina por tomar el que está al lado, que se revelará aún más útil que el que buscábamos.

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El lector verdadero está siempre leyendo un libro –o dos, o tres o diez– y la novedad llega como una molestia –a veces irritante, a veces agradable, a veces incluso deseada– en el seno de esa actividad ininterrumpida. Donde, no sin esfuerzo, deberá conquistar un espacio, si no se cae antes de las manos del lector. Este, entonces, volverá felizmente a ese otro libro que estaba leyendo porque eso es precisamente lo que tenía ganas de hacer.


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Es esencial comprar libros que no vayan a ser leídos
enseguida. Al cabo de uno o dos años, o acaso de cinco, diez, veinte, treinta, cuarenta años, llegará el momento en que se sentirá la necesidad de leer precisamente ese libro –y tal vez lo encontraremos en un estante poco frecuentado de la propia biblioteca–. Mientras tanto, puede suceder que ese libro se haya vuelto irrepetible, y difícil de encontrar incluso en un anticuario, porque es de escaso valor comercial (ciertos libros de bolsillo parecen disolverse rápidamente en el aire) o incluso porque se ha vuelto una rareza y entonces vale mucho más. Lo importante es que ahora se pueda leer enseguida. Sin más búsquedas, sin la necesidad de buscarlo en una biblioteca. Operaciones laboriosas, que cancelan la inspiración del momento.

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Sobrias palabras que invitan a resignarse, de una vez y para siempre: el orden de una biblioteca no encontrará nunca –
no debería encontrar nunca– una solución. Simplemente porque una biblioteca es un organismo en permanente movimiento. Es terreno volcánico, en el que siempre está pasando algo, aunque no sea perceptible desde el exterior. “En estos ámbitos, todo orden no es sino un estado de inestabilidad sobre el abismo” (Benjamin).


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Retrospectivamente, se puede decir que durante algún tiempo el e-book ofreció a muchos, sobre todo, la oportunidad de decir tonterías de diverso género. Recuerdo una voz y una noche de verano, en una casa de estilo californiano en una isla griega muy poco habitada. La voz era la de una señora de buena posición, de cultura cosmopolita, que declaraba su entusiasmo por los e-books porque le permitirían
hacer limpieza de su casa, eliminando de una vez para siempre esos incómodos objetos de papel que sobresalían en todos los rincones y atraían el polvo: los libros.     


[Anagrama. Traducción de Edgardo Dobry]


CENTENARIO DEL POETA WALDO SANTOS 1921-2021

 

El retrato que figura sobre estas líneas lo pintó mi madre, Ana Franco. Copio y pego el calendario de actos del centenario de Waldo Santos:


Programación Cultural de junio, julio y agosto

Junio
1.- Inauguración Oficial
- Inauguración oficial del Centenario del poeta por parte de las autoridades zamoranas
- Lección magistral “Waldo Santos. El dolorido sentir y la ensoñación utópica”, impartida por Octavio Uña, catedrático de Sociología y de Filosofía y escritor.
- Lugar: Teatro Ramos Carrión
- Día y hora: miércoles 2 de junio, a las siete y media de la tarde

2.- Recital Homenaje Flamenco a Waldo
- Homenaje de aficionados zamoranos de flamenco
- Presentador: M.A. Delgado
- Lugar: Teatro Principal
- Día y hora: 3 de junio, a las siete y media de la tarde

3.- Lectura de poemas para Waldo
- Lectura/Recitación de poetas zamoranos, desconocidos y “anónimos”. (habrá inscripción previa en Bibliotecas y Librerías)
- Presentador y moderador: Víctor Sánchez, poeta y locutor profesional
- Lugar: Salón de Actos de La Alhóndiga
- Día y hora: jueves 10 de junio, a las siete y media de la tarde

4.- Homenaje de Música popular y folklore
- Manifestación musical popular y tradicional (danzas de paloteo, canciones del folklore popular zamorano, cantos de posible origen mozárabe, o cantos hispanoamericanos por la libertad)
- Presentación: Julián Santos, tamborilero e hijo del propio Waldo, junto a José Manuel González Matellán, investigador de las raíces del folklore. Contarán con
la colaboración de Miguel Manzano, Ramón Carnero, el Grupo de Paloteo del Instituto Los Sauces de Benavente, José Luis Gutiérrez, Bajo Duero …
-- Lugar: Aceñas de Cabañales (margen izquierda del río)
- Día y hora: 24 de junio, a las siete y media de la tarde


Julio
1.- Mesa Redonda “Recuerdo y vigencia de la poesía de Waldo en el S. XXI”
- Se contrastará el sentido de la poesía de Waldo entre los momentos en que se escribió y la vigencia que tiene hoy en el siglo XXI
- Intervinientes: Antonio Gamoneda (premio Cervantes y miembro de la generación del 50); Marcelino García Velasco (poeta de la segunda generación de la postguerra civil); Antonio Pedrero (muralista y pintor de la sencillez simbólica de aquella Zamora); Pablo García Malmierca (profesor y poeta); y David Refoyo (poeta y publicista, reciente finalista del premio de poesía Gil de Biedma 2020). Algunos poetas intervendrán vía digital o virtual.
- Moderador: Luciano García Lorenzo, profesor, poeta, investigador del teatro clásico en el CSIC y conocedor de la Zamora literaria de todos los tiempos
- Lugar: Salón de Actos del Museo Etnográfico de Castilla y León
- Día y hora: el jueves 1 de julio, a las siete y media de la tarde

2.- Ruta Literaria por la ciudad, recitando a Waldo
- Lectura de sus poemas, siguiendo una línea biográfica sobre la pauta de sus libros, relacionados con lugares de la ciudad con los que el poeta tenía un vínculo concreto, ya fuera vital o afectivo
- Se recorrerá desde el Seminario, pasando por La Farola, la plaza de Alemania (sede de los antiguos Sindicatos verticales), a su casa, en Fray Toribio de Motolinia, la plaza del Cuartel Viejo (donde tuvo su despacho), el edificio de Correos y la cafetería Valderrey, El Palacio de Los Momos (sede los juzgados), la plazuela de San Cipriano, Santa Lucía, el río Duero, junto a las aceñas de Cabañales, cercanas al lugar donde compartió, en la otra orilla, sus últimos años con unos pocos amigos y organizó el desagravio al río Duero
- Duración: entre una hora y hora y media, dependiendo de la duración de la lectura de los poemas que hagan los respectivos lectores en cada caso
- Día y hora: el jueves 15 de julio, a las siete de la tarde (por confirmar)
- Se repetirá o se completará la ruta, el mes siguiente
- El guía de la Ruta será un miembro de la organización del centenario

3.- Recital poético de Waldo a través de grabaciones en directo y de la radio
- Se emitirán, con comentarios y explicaciones aclaratorias, poemas recitados por Waldo, a partir de textos suyos o de poetas de su predilección, recogidos de los recitales que daba en algunas localidades provinciales, o de emisiones de radio
- Estará conducido por Manuel Ángel Delgado
- Lugar: Terraza del Teatro Ramos Carrión
- Día y hora: 19 de julio, a las ocho de la tarde


Agosto
1.- Exposición de Ilustraciones de los libros de Waldo
- recogerá una muestra significativa de las ilustraciones de los pintores que cedieron al poeta su obra para acompañar sus libros
- cada ilustración se acompañará del poema con el que se encuentra asociado en el libro correspondiente
- estará comisariada por José María Menéndez Jambrina, artista plástico y visual
- Lugar: Sala de Exposiciones de La Alhóndiga
- Día y hora: la primera quincena de agosto (susceptible de ampliar una semana), dependiendo de la disponibilidad por parte del Ayuntamiento y de sus horarios

2.- Recital poético de Waldo a través de grabaciones…
- Repetición del recital con semejantes circunstancias
- Lugar: Terraza del Teatro Ramos Carrión
- Día y hora: 3 de agosto, a las ocho de la tarde

3.- Ruta Literaria por la ciudad, recitando a Waldo
- Repetición de la Ruta con idénticas circunstancias y recorrido
- Día y hora: el jueves 12 de agosto, a las siete de la tarde (por confirmar)

miércoles, mayo 26, 2021

Breviario del olvido, de Lewis Hyde

 

 

AFORISMOS

Todo acto de la memoria es un acto del olvido.

El árbol de la memoria hunde sus raíces en sangre.

Para salvaguardar un ideal, rodéalo con un foso de olvido.

Estudiar el yo es olvidarlo.

En el olvido reside la licuefacción del tiempo.

Las furias hinchan el presente con el pasado indigerido.

“Memoria y olvido: a eso llamamos imaginación”.

Soñamos para olvidar.

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Reclamemos, entonces, el olvido como un componente de la verdad, ya que “no hay aletheia sin algo de lethe”. Cuando un adivino o un poeta penetran el mundo invisible, tanto la memoria como el olvido están presentes. Y ¿qué nombre recibe esta dualidad que se halla en la juntura del silencio y la palabra, la loa y la acusación, la luz y la oscuridad? Llamémoslo “imaginación”, llamémoslo “poesía”.

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El psicólogo francés Pierre Janet sugirió en una ocasión que no pensamos en la memoria como algo fijo en la mente, sino como en un acto, “el acto de contar una historia” y, cuando tiene éxito, ese acto conduce “a la etapa de liquidación”. El olvido aparece cuando la historia se ha contado ya de manera tan plena como para que se desgaste y se agote. Entonces, el tiempo comienza a fluir de nuevo; entonces, el futuro ya se puede desarrollar.

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Somos presa de algunas emociones que más adelante desaparecen. Una gran felicidad nos puede dar noches de insomnio cuando se presenta por primera vez, pero esta posesión se desvanece con el tiempo. Dos años después, nadie va diciendo: “¡No quepo en mí de gozo!”.
El dolor y la ira, sin embargo…, estos pueden durar y durar. Pasan las décadas, y una pérdida o una herida de nuestra infancia continúan tiñendo nuestros días. Dos décadas han transcurrido desde que Odiseo se marchó a la guerra, y ahí sigue el viejo porquero Eumeo doliéndose “inolvidadizo” por su señor ausente.
La ira puede ser lo más traumático de entre lo inolvidable y, en especial, la ira entretejida con el dolor, porque no es que estas emociones se limiten a persistir, sino que llaman a la acción y, una vez se ha actuado, se vuelven a sembrar generación tras generación.

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EL ESTUDIO VACÍO. Le dijo John Cage al pintor Philip Guston: “Cuando empiezas a trabajar, todo el mundo está en tu estudio: el pasado, tus amigos, enemigos, el mundo del arte y, por encima de todo, tus propias ideas; todo está ahí. Pero, mientras tú sigues pintando, ellos empiezan a marcharse, de uno en uno, y te quedas completamente solo. Entonces, si tienes un poco de suerte, incluso tú te marchas”.


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El argumento de Bly, y el mío, es que la violencia que se niega y se reprime no desaparece: se repite. Si “Estados Unidos de América” es una nación creada por el olvido organizado, entonces, conforme a esta lógica, la violencia siempre estará con nosotros; quizá nos la llevemos a orillas lejanas en el extranjero, pero no dejará de ser “estadounidense”. El entierro digno de los restos de Pequeño Cuervo se podría considerar un acto de política exterior.



[Ediciones Siruela. Traducción de Julio Hermoso]


jueves, mayo 20, 2021

Culo de gallina [Download Luis XIV]: qué es y por qué se titula así


Me dice uno de mis amigos que ha disfrutado mucho con mi librito breve, pero que debería explicar su contenido porque los lectores no saben qué se van a encontrar cuando lo ven en una librería. Tiene razón, así que voy a intentar resumirlo:

Hace muchos años me operaron de una fístula. Se necesitaron 2 cirugías para conseguir restablecerme por completo. El tema me obsesionó lo bastante como para buscar información al respecto.

Fue así como di con la célebre fístula de Luis XIV, El Rey Sol, que tantos quebraderos de cabeza le propició a él y a sus doctores: durante un año estuvieron sometiéndolo a recetas repugnantes, métodos disparatados, remedios caseros y cirugías brutales (recordemos que, entonces, no disponían de anestesia).

Su caso fue especial, “importante”, porque se trataba de curar a un monarca, y además absolutista. Para ello experimentaron con los fistulosos pobres e incluso perfeccionaron un bisturí (llamado “siringotomo”), que uno de los doctores convirtió en el Bisturí Real. La operación del Rey Sol acarreó algunos cambios en la medicina de la época.

Mi texto, partiendo de esta pequeña historia, contiene 2 voces narrativas:

“Culo de gallina” es la narración de aquel año de padecimiento de fístula del Rey Sol, que se inspira en la documentación encontrada en diarios, biografías, documentales, películas... El título proviene de la expresión que utilizaban los doctores cuando al bulto de marras le salía pus.  

“Download Luis XIV” es la narración incluida en las Notas al Pie, que conforman una especie de ‘making of’, con un comentarista entre pelmazo y cómico que va apostillando el texto central y añadiendo alguna pincelada propia de la experiencia del autor.  Y actúa como contrapunto.  

Los valientes que lo han publicado obedecen al pintoresco nombre de La Uña Rota.

El desprecio, de Alberto Moravia

 

 

Me hallaba tan preocupado que, por aquellos días, en mi interior se había modificado incluso la imagen que hasta entonces tuve de mí mismo. Hasta aquellos momentos me había considerado un intelectual, un hombre de cultura y un escritor de teatro, género artístico, éste último, por el cual siempre había sentido una gran pasión y al que parecía ser arrastrado por una vocación innata. Esta imagen, que podríamos llamar moral, influía también en la física: me veía como un joven cuyas manifestaciones externas –delgadez, miopía, nerviosismo, palidez y abandono en el vestido– testimoniaban por anticipado la gloria literaria a la que estaba predestinado. Pero durante aquel tiempo, bajo la presión de crueles ansiedades, esta imagen tan prometedora y halagadora dejó paso a otra muy diferente: la de un pobre hombre atrapado en una patética y mezquina trampa, que no habiendo sabido resistirse al amor por su mujer se había metido en camisa de once varas, sin que pudiera saberse por cuánto tiempo estaría obligado aún a pelear contra la ansiedad mortificante de la penuria económica.

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En efecto, si juzgamos las artes desde el punto de vista de la expresión directa –y desde luego resulta incomprensible juzgarlas de otro modo–, el guionista es un artista que, aun dando lo mejor de sí a la película, al fin y al cabo no tiene el consuelo de saber que se ha expresado por sí mismo. De modo que, pese a su trabajo creador, no es otra cosa que un proveedor de hallazgos, de invenciones, de aciertos técnicos, psicológicos y literarios. A quien en definitiva concierne el uso de este material es al director, que lo hará según su genio y que se reservará la facultad de expresarse. El guionista, pues, es el hombre que permanece siempre en la sombra; que da sus mejores frutos en aras del éxito de los demás; y que, a pesar de que el éxito de la película depende en sus dos terceras partes de su trabajo, no verá nunca su nombre en los carteles publicitarios, donde aparecen destacados, en cambio, los del director, los actores y el productor.

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Ya que me había metido en una vía equivocada, había que recorrerla hasta el final. Mi voz sonaba exasperada al contestar:
-Me parece que no me ha entendido usted bien… Yo soy un escritor de teatro, Battista, no uno más en el oficio de guionista. Y este guión, por ser más que sea un guión bueno y perfecto, para mí no será más que un guión, algo, y permítame que lo diga francamente, que hago con el único propósito de ganar dinero… A los veintisiete años, sin embargo, tenemos eso que acostumbramos a llamar ideales, y mi ideal es escribir para el teatro. ¿Por qué no puedo hacerlo? Porque, hoy en día, el mundo está organizado de tal forma que nadie puede hacer lo que realmente le gustaría hacer, sino que por el contrario debe hacer lo que los demás quieren que haga… Porque siempre está el dinero de por medio, en lo que hacemos, en lo que somos, en lo que queremos ser, en nuestra profesión, en nuestras aspiraciones más elevadas y hasta en nuestras relaciones con las personas a las que apreciamos.

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¿Qué había sucedido en realidad en el momento justo en que me había tendido en la pequeña playa, en lo más hondo de la cueva? ¿Me había dormido y había soñado que estaba con la verdadera Emili en carne y hueso? ¿O bien me había dormido y había soñado que dormía y soñaba uno u otro de los dos sueños anteriores? Como en las cajas chinas, cada una de las cuales contiene en su interior otra más pequeña, la realidad parecía contener un sueño que a su vez contenía otro sueño, y así hasta el infinito.



[DeBolsillo. Traducción de Enrique Mercadal]


sábado, mayo 15, 2021

Godard, de Colin MacCabe

 

 

Godard se muestra tan ferozmente realista como Bazin: para Godard la fuerza del filme radica en su captación de lo real. Pero esta fuerza es siempre el resultado de un ángulo concreto, tanto si ese ángulo lo aporta la cámara como si es fruto del montaje. La realidad no se limita a presentarse ante nosotros por sí misma, sino que es captada por la articulación específica de la película. La tarea del realizador consiste en hallar la articulación que resulte más apropiada.

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[Cita escrita por Godard]: Si la dirección es una mirada, el montaje es un latido. La previsión caracteriza a ambos; pero lo que la una trata de prever en el espacio, el otro lo busca en el tiempo.

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Resnais y Marker eran mayores y habían experimentado como adultos la guerra y la Liberación: Marker trabajó en Travail et Culture con Bazin, y Resnais tuvo un papel decisivo en la formación cinematográfica de Bazin durante la guerra. Al igual que el propio Bazin, todos eran hombres y mujeres de izquierdas. Aunque habían hecho películas en los años cincuenta –Michel Marie selecciona el filme La pointe courte, de Agnès Varda (1954) como un ejemplo del nuevo tipo de producción que trajo consigo la Nouvelle Vague–, fue Hiroshima mon amour, de Alain Resnais (1959), el título que demostró que la Nouvelle Vague tenía una significación histórica y una categoría estética que hacía parecer Al final de la escapada como una cinta de adolescentes. Godard fue testigo del impacto que sufrió el grupo al comprobar que en el mundo del cine francés había algo más que “cinéma de qualité” y que hitchcockianos-hawksianos.

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Una de las características notables de la carrera de Godard es que nunca deja de hacer películas. Desde 1954, cuando realizó su primer corto, ha hecho un filme, si no más, casi cada año. La única ruptura en esta increíble productividad se da entre 1972 y 1974. Hay razones prácticas para ello. La prolongada recuperación y las frecuentes hospitalizaciones tras su accidente, la mudanza de París a Grenoble y la creación de nuevas estructuras mercantiles desempeñaron su papel.



[Seix Barral. Traducción de Vicente Villacampa]




martes, mayo 11, 2021

Una vida sin ti, de Jean Rhys

 

 

Una vida sin ti reúne cuatro novelas más bien breves de Jean Rhys. Es un volumen que a mí me ha entusiasmado, lleno de mujeres que beben en exceso, que suelen tener frío, que están cansadas y se sienten solas mientras pasan la vida en bares y en habitaciones de hotel. Aquí van unos cuantos fragmentos de cada libro:


De Viaje a la oscuridad:

En el cine olía a gente pobre, mientras por la pantalla se paseaban damas y caballeros con traje de noche y sonrisas tensas.

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Es curiosa esa sensación de no desear nada en la vida más que dormir, o al menos estar tumbado sin moverse. En esos momentos se oye el paso del tiempo como una corriente de agua.

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Mientras no pierda la esperanza uno es capaz de cualquier cosa, y por eso funciona el mundo, así consiguen que el mundo no pare de dar vueltas. Un poco de esperanza para todos. Un truco muy inteligente. Pero ¿qué ocurre cuando uno pierde la esperanza, cuando no puede más? ¿Qué ocurre entonces?


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De Cuarteto:

-¿Por qué estás triste?
-No estoy triste –contestó Marya en tono mecánico–. Estoy cansada.

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Estaba pensando: “Esta noche tengo que emborracharme. Tengo que beber hasta que no pueda tenerme en pie, hasta que no pueda ver”.


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De Después de dejar a Mr. Mackenzie:

-Me has sorprendido –se apresuró a decir Julia–, porque lo normal es que los demás te obliguen a pedir, ¿no crees?
-Sí –asintió Horsfield.
Se había ruborizado. Y, con voz airada, continuó:
-Te obligan a pedir y luego te lo niegan. Y después te explican por qué te lo han negado. Parece que eso les proporciona un placer muy sutil.
-¿Sutil? –dijo Horsfield–. En absoluto. Es un placer muy simple y primitivo.
-Es muy fácil criticar a quien no tiene nada.


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De Buenos días, medianoche:

No todos podemos ser felices; no todos podemos ser ricos; no todos podemos ser afortunados… Y todo sería mucho menos divertido si lo fuésemos. ¿No es así, señor Blank? El fondo negro es necesario para que resalten los colores bonitos. Alguien tiene que llorar para que otros puedan reír con más ganas. Los sacrificios son necesarios… Digamos que tiene usted el derecho místico a cortarme las piernas. Pero el derecho a ridiculizarme después, porque estoy tullida… ese creo que no lo tiene. Y ese es el derecho que más aprecia usted, ¿no es cierto? Le gusta poder despreciar a la gente a la que explota. Le deseo un montón de problemas, señor Blank. Para empezar, que su puñetero negocio se hunda. ¡Aleluya! ¿He dicho todo eso? Claro que no. Ni siquiera lo he pensado.

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Fue entonces cuando tuve la brillante idea de matarme a beber. Había acumulado treinta y cinco libras de la herencia. Con eso bastaría.
Y lo intenté. Estaba harta de esas calles que transpiran un barro amarillo y frío, de gente hostil, de dormirme todas las noches llorando. Estaba harta de pensar y harta de recordar. Y ahora, whisky, ron, ginebra, jerez, vermut, vino con una etiqueta que dice: “
Dum vivimos, vivamus”… Beber, beber, beber… En cuanto estoy sobria vuelvo a beber. A veces me cuesta tragar. Algunos pensarán que tengo delirium tremens o algo parecido.     
Nada. Tengo que ser fuerte como un roble. Menos cuando lloro.

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Todo el mundo habla de una vida feliz, pero la vida empieza a ser feliz cuando a uno ya no le importa estar vivo o muerto. Y a eso solo se llega después de mucho tiempo y muchas desgracias. ¿Y uno se queda ahí para siempre? Nunca.
En cuanto uno ha alcanzado ese cielo de indiferencia, lo sacan otra vez de allí. Hay que volver al infierno. Cuando uno ya ha muerto para el resto del mundo, el mundo suele rescatarlo, aunque solo sea para burlarse.

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-A veces quiero llorar. Es la única ventaja que tenemos las mujeres sobre los hombres: que al menos podemos llorar.


[Debolsillo. Traducciones de Catalina Martínez Muñoz]

viernes, mayo 07, 2021

Reemplazo, de Tor Ulven

 

 

¿Por qué no ibas a hacerlo? ¿Por qué jamás se hace lo que se quiere? ¿Porque uno es normal? Uno no es normal, piensas. Uno carga en su interior un gran grito de aquello que debería haberse dicho pero que jamás se dice, piensas. Pues llámala. Pero primero tienes que comer algo; no, primero tienes que fumarte un cigarrillo, es más importante, y empiezas a hurgar en los bolsillos de los pantalones, de las chaquetas, de los abrigos, de los maletines y similares (mientras piensas que, si ella todavía viviese allí, podría haberte dicho enseguida el número exacto de cigarrillos que quedan y en qué sitio), hasta que por fin encuentras un paquete estrujado con un cigarrillo roto y dos intactos en el bolsillo del albornoz que llevas puesto, pero entonces vuelve a iniciarse la búsqueda, esta vez de unas cerillas o un mechero, y de nuevo tienes que hurgar en los bolsillos de los pantalones, de los abrigos, de los maletines y similares, además de en los tres bolsillos del albornoz, esta vez sin resultado alguno, por lo que inicias un registro más extenso de mesas, cajones, todo tipo de recovecos (como suele decirse), aunque todavía sin resultado.

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[…] Abres la puerta con llave. La estampa de tu propio apartamento te hace recordar. Perdiste peso, dormías tres o cuatro horas cada noche, o no dormías en absoluto, experimentabas temblores y ataques de llanto, apenas tenías fuerzas para ir al supermercado, dentro de casa vadeabas entre el polvo, asearse suponía una tarea hercúlea, el cepillo de dientes pesaba como un martillo; era como si todo el peso de la desaparición y la muerte que cada vez iba haciéndose más probable reposase sobre un papel de lija que iba reduciéndote a la nada.

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No lo dices, solo lo piensas, porque no hay nadie a quien puedas decirle algo así, sonaría patético, sentimental y autocomplaciente (porque implicaría que no has vuelto a ser feliz (y no has vuelto a serlo, pero eso no ayuda en el noble arte de la conversación), tras la ruptura con ella, que eres infeliz, que te lamentas), la típica frase de una de esas películas que hacen lloriquear a las mujeres, de una novela medio olvidada del siglo pasado, pero te lo puedes decir a ti mismo, y te preguntas cuántas personas se dicen a sí mismas, o simplemente piensan, esas palabras imposibles: En aquel momento era feliz, y jamás se le ocurre a nadie (a los otros, es decir, a los que son felices ahora, o a los que jamás han sido felices, ¿ni felices ni infelices?) que tal vez pueda ser verdad, que una vez (durante un breve instante) uno fue feliz, y que ya no lo es, jamás se les ocurre, porque este es el pecado que ellos, si hubiesen sido Santos Padres (algo que quizá, a su manera, son), habrían añadido como el octavo pecado mortal, junto a la Soberbia, la Envidia, la Ira, la Pereza, la Avaricia, la Gula y la Lujuria, en otras palabras, la Nostalgia; así es, piensas (para ti mismo, siempre para ti mismo), porque estas son las personas que van a construir el Futuro, un futuro que curiosamente les hace sentirse nostálgicos, lo ansían, lo añoran, van a producir su gran futuro en una agradable factoría de la felicidad, grande, aunque tampoco en exceso, el engranaje ya está en marcha, trabaja sin descanso, por eso uno no puede mirar atrás, donde solo queda el compost de los días, el estiércol, la mierda que no tiene otro propósito más que el de abonar el futuro.
[…]

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No es pensar en la muerte. No, no es eso lo que siempre hace que sientas un dolor en primavera, una especie de dentera que se produce cuando uno bebe agua después de tomarse un caramelo de alcanfor, quizá ni siquiera sea dolor, sino pesar, desesperación, ¿por qué?, piensas, y continúas: por la vida no vivida; tampoco disgusto o angustia por el hecho de que en breve ya no vayas a vivir nada más (la muerte te horroriza menos cuanto mayor te haces), sino la sensación desasosegante de no haber vivido nada, de no haber tenido una vida real y, peor aún, de que ya es tarde para vivir algo, o quizá más bien de que lo que deberías haber vivido era algo diferente a lo que viviste en realidad, de que te has perdido algo, sin poder decir qué fue, y de que ahora es demasiado tarde, y de que de alguna forma toda tu vida ha sido una pérdida de tiempo, un intento fallido de jugar a la gallinita ciega. Pero lo peor quizá sea, piensas, la terrible sensación de que no podría, de ninguna forma sustancial, haber sido de otra manera, de que no te habría ayudado tomar otras decisiones, relacionarte con otras personas, vivir en otros lugares, ejercer otra profesión, ser marido y viudo de otra mujer, etcétera, de que una redistribución de todos estos factores no habría conllevado que el dolor que sientes en primavera (como ahora) fuese menor, al tiempo que, en realidad, detestas el invierno y te gusta la primavera, y por lo tanto eres feliz cuando llega. ¿Cómo puede ser?



[Malas Tierras. Traducción de Bente Teigen Gundersen y Mónica Sainz Serrano]

miércoles, mayo 05, 2021

El robo de la Mona Lisa. Lo que el arte nos impide ver, de Darian Leader

 

 

La mayoría de las cosas se vuelven más interesantes una vez que las hemos perdido. Podemos empezar a buscarlas y entonces, tal vez, darnos cuenta de su verdadero valor. De hecho, la civilización fabrica ciertos objetos –tales como los paraguas o los pañuelos– cuya función principal es perderse. Los loqueros, cuyas colecciones de paraguas aumentan constantemente, dirían que las cosas son en realidad un poco más complicadas. No nos damos cuenta del verdadero valor de un pañuelo cuando lo hemos perdido, sino que alcanza este valor porque lo hemos perdido. Lo valoramos, tal vez, porque ya no está ahí. Esto puede ser porque incluso una pérdida en apariencia trivial tiene el poder de evocar las grandes, dolorosas pérdidas de nuestra infancia.

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La cultura demanda que el campo visual se construya a partir de la exclusión de una imagen y cuando el elemento excluido regresa, perdemos las coordenadas que hacen real nuestro mundo.

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Lejos de ser máquinas captadoras de imágenes, los humanos nos vemos perpetuamente atrapados por ellas. Una imagen, o una pintura, es una máquina captadora de humanos.

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El lugar que la imagen de su persona ocupaba había cambiado, y así, la imagen perdió su punto de anclaje.
Algo similar le ocurrió a Nick Leeson, el hombre que hundió el banco Baring. A medida que la imagen de chico maravilla que trataba de mantener desesperadamente comenzó a disolverse, empezó a evitar el contacto visual con su propia imagen en el espejo. Lo que muestran estos ejemplos es cómo nuestra propia percepción visual de nosotros mismos depende en parte de cómo creemos que nos ven los demás. Cuando esta mirada cambia, nuestra propia imagen se pone en duda.

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La máscara está ahí no para expresar algo, sino para salvaguardar de una fuerza maligna.
De hecho, la palabra
máscara deriva de la palabra griega para amuleto, un objeto con una función protectora para atraer y absorber la influencia del mal de ojo. Como le dijo Francis Bacon a David Sylvester, el objetivo de la pintura es poner una trampa. En el sentido de una trampa para el ojo.
[…]
Adonde sea que dirijamos los ojos, hay algo que atrae nuestra mirada.
El arte, en este sentido, es desesperado. Como dijo Degas, la pintura “requiere tanta astucia como cometer un crimen”.

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¿Fue entonces el robo de la
Mona Lisa el crimen perfecto de la era moderna? Una pintura es robada y miles de personas se reúnen en un museo para ver un espacio vacío. El crimen parece anunciar muchas de las preocupaciones de los artistas visuales y de los escritores de las vanguardias: los poderes de la ausencia, el hueco detrás de la imagen, el vacío en el corazón de la civilización.

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La tensión entre una imagen pintada y el lugar en que esta imagen está albergada se vuelve así el sujeto mismo de la obra de arte.

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Y es cierto que el robo permitió y precipitó al mismo tiempo una nueva circulación de imágenes: la
Mona Lisa dejó su marco y desde ahí se dispersó en un panorama de medios de comunicación, desde caricaturas hasta dibujos y películas.  

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La historia del arte puede llegar a entenderse como la historia de encontrar diferentes formas de dejar algo fuera de una imagen.

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Este vacío evocado por la obra de arte es la razón por la que tenemos que pagar tanto dinero para poseer una. Cuando la gente se burla del mundo del arte, a menudo ridiculiza el hecho de que un objeto cotidiano o un acomodo de objetos adquiere un valor inmenso si lo firma la persona indicada.

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Cuando Piaget comenzó a investigar estas cuestiones, lo intrigaba un antiguo fenómeno. Habían colocado a su hijo de nueve meses en un sofá entre una colcha y una prenda de ropa. Cuando Piaget se quitó su reloj y lo puso bajo la colcha, el niño la levantó para destapar el objeto. Esto se repitió varias veces. Luego Piaget puso el reloj bajo la prenda de ropa, mientras su hijo observaba con atención. Pero en vez de levantar la prenda, el niño volvió a levantar la colcha otra vez. Aunque esto pueda interpretarse como un “error” de desarrollo, como si no fuera lo suficientemente mayor para entender la constancia de los objetos, uno podría argumentar por el contrario que el hijo de Piaget de hecho había comprendido lo más importante acerca del deseo: que hay una diferencia entre un objeto y el lugar que el objeto ocupa. Cuando levantó la colcha, ¿no sería que tenía como objetivo el lugar que ahora, debido al cambio de ubicación del reloj, se había vuelto su espacio vacío original? Estaba menos interesado en el reloj que en el lugar que ocupaba. Lo mismo, de hecho, que las multitudes que fueron a ver el espacio vacío en el Louvre.

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Si los artistas comienzan a comportarse mal cuando se han hecho famosos, la comedia del artista como figura pública se mantiene por el esfuerzo mismo de lidiar con haberse vuelto tal figura. Después de todo, ¿cómo puede alguien mantenerse a la altura de una identidad que le ha sido dada por otros? Y en especial si esta identidad es su propio nombre, que se ha vuelto ahora una etiqueta o una marca de fábrica. El efecto de división que introduce esa clase de bautismo nunca es fácil de sobrellevar para un artista, no importa lo que te digan al respecto.


[Sexto Piso. Traducción de Elisa Corona Aguilar]

lunes, mayo 03, 2021

Buffalo Soldiers, de Robert O’Connor

 

 

Ésta es la única novela que, por el momento (aunque ya han pasado casi 30 años), escribió su autor, el norteamericano Robert O’Connor. Una historia que fue llevada al cine hace tiempo con Joaquin Phoenix de protagonista, y que transcurre a finales de los 80 en una base del ejército estadounidense en Mannheim (Alemania), donde su protagonista, Ray Elwood, se dedica entre bambalinas a conseguir droga para los soldados: todo ello relatado en segunda persona del singular. Jay McInerney la definió como un cruce entre Trampa 22 y Menos que cero, es decir, los colocones de un grupo de personas en una ambiente castrense. Pero también hay algo de Jay McInerney en el libro: no sólo el ambiente de adictos y los trapicheos de sus Luces de neón (novela-símbolo de una época que alguien debería reeditar ya mismo), sino también esa narración en segunda persona que citábamos antes.

Cuando empieza Buffalo Soldiers, Ray Elwood está envuelto en problemas: un soldado al que dejó en una habitación para que se chutara ha muerto en extrañas circunstancias (no se sabe si fue un suicidio, un accidente o un asesinato); además, debe lidiar con Lee, un sargento recién llegado que se huele sus negocios sucios y está dispuesto a atraparlo con las manos en la droga; quiere seducir a Robyn, la hija de este hombre, de la que empieza a enamorarse; mantiene un vínculo de servidumbre asfixiante con el coronel Berman, un hombre obsesionado con su genealogía que lo tiene a todas horas de secretario para todo; y no falta la rivalidad con algunos de los soldados, que pueden ser una amenaza para su integridad.

Elwood atraviesa la novela como un tipo en la cuerda floja, alguien empujado a mantener equilibrios con los retos que le plantean los altos mandos, los yonquis que necesitan ser servidos puntualmente, los matones de la base militar y las mujeres a las que desea (antes de Robyn hay una prostituta): ese equilibrio entre angustioso y alucinado en el que se metía Ray Liotta hacia el final de Uno de los nuestros, cuando trataba de compaginar cocina, familia, droga y delitos.

Buffalo Soldiers, título que hace referencia a los “soldados bisonte” (los soldados negros que participaron en el ejército a partir de 1861), es una notable obra satírica cuya lectura resulta totalmente adictiva, y que nos conduce por lugares poco frecuentados en la ficción castrense, como en El sargento de hierro: es decir, entornos en los que los soldados están lejos de ser ese modelo perfecto de conducta que durante años nos hicieron creer. Tal vez de lo que se trate, tanto en el filme de Clint Eastwood como en la novela de Robert O’Connor, es de mostrar cómo el poder, a través de las jerarquías, trata de aplastar a quien, en la manada, se rebela; pero también cómo el desencanto mina la moral de los hombres, que acaban metiéndose en las drogas para encontrar el alivio que no les concede la vida castrense. Aquí van unos extractos:  

Estás destinado con la 57ª. en las afueras de Mannheim, Alemania Occidental. Es noviembre, y el mes de noviembre en Alemania te recuerda a la tristeza y la desesperación de una mujer caída en desgracia. Digamos también que sabemos de tu afición a la heroína. Quieres colocarte, y dos soldados de tu pelotón necesitan chutarse.

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-Me va a costar conseguir unas citas como Dios manda de sus compañeros.
-Lo sé –dice el coronel Berman–. Yo también conocía a McCovey, ¿recuerdas? Pero te diré una cosa: no hay nada tan rápido como la muerte para mejorar la reputación de un hombre. Si hace falta, busca a gente que no lo conociese demasiado bien y saca las citas de lo que te digan ellos. Quiero que te pongas manos a la obra inmediatamente. Dale prioridad absoluta. Yo me quedo al cargo del resto.
-Sí, señor.

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Stoney es tu mejor amigo, el mejor que podrías tener. Has descubierto que, a efectos censales, el ejército se divide en dos clases de personas: los Hijoputas y los Hijoputeados. Si hay algo que deseas fervientemente es no pasar a formar parte de estos últimos. Eso lo consigues desplegando un gran encanto, actuando con extrema cautela y repartiendo fármacos generosamente.


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El ejército es una mierda, pero has descubierto que el mundo es aún peor. En el ejército, al menos, tienes algunas cosas bajo control.  



[Sajalín Editores. Traducción de Ana Crespo y Diego de los Santos]