lunes, noviembre 30, 2015

Instrumental, de James Rhodes


En las primeras páginas de estas memorias inscritas de lleno en el dolor y los traumas, el pianista James Rhodes avisa:

Una rápida advertencia antes de que sigáis leyendo: es muy probable que este libro os remueva bastante si habéis vivido episodios de abusos sexuales, autolesiones, ingresos en algún hospital psiquiátrico, consumo de drogas o "ideación suicida" (la expresión médica extrañamente encantadora que se utiliza para describir la obsesión actual, o pasada, de querer quitarse la vida).

Dicha advertencia no es vana: aunque Rhodes no siempre es explícito, su libro (que estuvo a punto de no publicarse porque su ex mujer emprendió acciones legales para que no saliera a la venta) aborda un montón de temas sórdidos, duros, ásperos: cuando iba al colegio, su profesor de gimnasia se dedicó a violarlo y a abusar de él; con el trauma que le reportó, la vida del muchacho fue a la deriva; a partir de entonces hubo consumo de drogas y alcohol, intentos de suicidio, lesiones en la piel con cuchillas de afeitar, ingreso en psiquiátricos, ayuda de sus amigos, divorcio, separaciones, caídas en el abismo una y otra vez… De todo ello le acabaron salvando el nacimiento de su hijo, uno o dos amigos leales, su actual chica y, desde que era niño, la música:

Pero es un hecho irrefutable que la música me ha salvado la vida de una forma muy literal, y creo que también la de un montón de personas más. Ofrece compañía cuando no la hay, comprensión cuando reina el desconcierto, consuelo cuando se siente angustia, y una energía pura y sin contaminar cuando lo que queda es una cáscara vacía de destrucción y agotamiento.

Estas memorias recuerdan un poco a Para acabar con Eddy Bellegueule, la autobiografía de Édouard Louis que ya recomendé en este blog: hay un estilo seco, directo, que trata los temas sin tapujos y que no se corta a la hora de utilizar esas expresiones y esos tacos que asustan a los beatos. Son libros que, imagino, les habrá costado horrores escribir. Porque en ellos ponen las verdades ocultas, el dolor, toda la mierda que han ido arrastrando y soportando durante años, además de unos toques de ternura. Rhodes fue un niño literalmente machacado, tanto en lo físico como en lo mental:

De un día para otro, literalmente, pasé de ser un niño lleno de vida que bailaba, que daba vueltas, que reía, que disfrutaba de la seguridad y las aventuras que le brindaban un colegio nuevo, a ser un autómata aislado, de pies de cemento, apagado.

Pese al daño que le hacen otros y que él mismo se hace, en las memorias de James Rhodes no faltan la expiación ni la esperanza. Me gusta mucho lo que dice de su hijo: 

Mi hijo fue y es un milagro. No voy a experimentar nada en la vida que pueda equipararse a la incandescente bomba atómica de amor que estalló en mi interior cuando nació.

Lo que dice de su retoño y de la música, de su poder para ayudarnos en épocas de conflicto interior. Ojalá este libro sirva para que los adultos crean en la palabra de los niños, para que se eviten las violaciones y los abusos, para que no se destruya a quienes aún son unos críos. Un extracto más:

Cuando todo lo demás falle, piensa en cómo sería tu vida sin tu pareja; no en la fantasía de tirarte a todo lo que se mueve, tener un pastizal a tu disposición, dormir hasta la hora que quieras y cagar con la puerta del baño abierta, sino en la realidad desgarradora, solitaria y fría de un día tras otro sin esa persona. Imagínate esa situación durante un buen rato y después vuélvelo a hacer.


[Blackie Books. Traducción de Ismael Attrache]

Próximamente: Se ruega silencio


De Pepe Pereza. En Ediciones Lupercalia.

viernes, noviembre 27, 2015

Suspense, de Patricia Highsmith


Éste es un libro que todo escritor debería leer, sea veterano o sea principiante. Por suerte, no se trata de un manual para la escritura, Patricia Highsmith no elabora una tesis y ya lo advierte al principio: que no es un manual de instrucciones. Pero sabe que su experiencia y sus consejos pueden ayudar al escritor, sobre todo al novato.

Suspense se publicó en los 80 en Anagrama, pero creo que nunca me crucé con aquella edición o quizá lo hiciera y entonces no me interesaba tanto la autora como me interesa en la actualidad. Así que Círculo de Tiza nos ha hecho un favor reeditándolo. Está lleno de pasajes para anotar o subrayar, dependiendo de las preferencias y manías de cada lector. A continuación pongo bastantes fragmentos, y por eso no quiero extenderme más aquí, que sea la sabiduría de Patricia Highsmith la que os convenza para leer esta obra:

Al escribir un libro, a la primera persona a la que deberías complacer es a ti mismo. Si eres capaz de divertirte durante todo el tiempo que te lleve escribir el libro, más adelante también divertirás a los editores y a los lectores.

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Otra causa de esta falta de ideas es que el escritor se vea rodeado de personas que no le convienen, o simplemente personas, sean del tipo que sean. La gente puede ser estimulante, desde luego, y una frase dicha al azar, una anécdota o algo parecido puede poner en marcha la imaginación del escritor. Pero, en la mayoría de los casos, el plano de las relaciones sociales no es el plano sobre el que vuelan las ideas creativas.

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Cada fracaso enseña algo. Debes tener la impresión, como la tienen todos los escritores con experiencia, de que hay más ideas en el lugar de donde salió esta, más energía en el lugar de donde salió la primera energía, de que eres inagotable mientras vivas. Para esto se necesita como mínimo ser optimista, y si no eres de naturaleza optimista, tienes que creártela artificialmente. A veces uno tiene que persuadirse a sí mismo. Psicológicamente es bueno que durante un tiempo decente lleves luto por el manuscrito que te han rechazado –es decir, rechazado unas veinte veces, realmente rechazado, no solo dos o tres veces–, pero el luto no debe durar más que unos cuantos días. Tampoco hay que tirar el manuscrito a la basura, porque puede que dentro de uno o dos años se te ocurra qué hacer exactamente con él para que se venda.

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Edna O'Brien, la inteligente novelista irlandesa, dijo en una entrevista: "Los escritores siempre están trabajando. Nunca paran". Esta es la naturaleza de la profesión de escritor, al menos del que escribe novelas o narraciones. Los escritores o están desarrollando una idea o buscando, aunque sea inconscientemente, el germen de una idea.

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En cuanto a las pequeñas dificultades de la vida, las hay a miles. ¿Qué escritor no ha tenido que trabajar con dolor de muelas, con facturas que hay que pagar, con un niño enfermo en la habitación de al lado o en la misma habitación, cuando te visitan los parientes políticos, cuando una relación amorosa acaba de terminar o cuando el Gobierno te exige que rellenes más y más formularios?

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Luego, para acabar de turbar tu tranquilidad, están las eternas maniobras que tienes que hacer para vivir con unos ingresos irregulares y a menudo insuficientes, lo cual es un fastidio para las personas poco dadas a ahorrar y mucho menos a hacer economías. Esta inseguridad es como el aire que respiran los escritores, puesto que ejercen una profesión en la que no hay seguro de paro, ni vacaciones pagadas ni jubilaciones.

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Si el escritor piensa lo suficientemente en su material, hasta que se convierte en parte de su mente y de su vida, y se acuesta y se levanta pensando en él, entonces cuando se ponga a trabajar por fin la narración saldrá con fluidez, como por impulso propio. El escritor debe sentirse integrado en el libro mientras lo esté escribiendo, tanto si tarda seis semanas como si tarda seis meses, o un año, o más.

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Hay que proteger al libro mientras se escribe –es una equivocación grave, por ejemplo, enseñar parte de él a alguien que con toda seguridad lo criticará cruelmente y posiblemente te hará perder confianza en ti mismo–, pero, a su manera, la redacción del libro te protegerá de toda suerte de golpes emocionales, de índole destructiva, que, de no ser por el libro, podrían herirte y confundirte.

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La vida del escritor es muy desembarazada y libre, y si hay estrecheces, proporciona cierto consuelo el hecho de que no somos los únicos que las padecen y nunca lo seremos, mientras siga existiendo la raza humana. La economía suele ser un problema y los escritores siempre andan preocupados por su culpa, pero esto forma parte del juego.


[Círculo de Tiza. Traducción de Jordi Beltrán]  

Próximamente: Sin palabras


De Edward St. Aubyn. En Random House.

miércoles, noviembre 25, 2015

Próximamente: Paris-Austerlitz


De Rafael Chirbes. En Anagrama.

Mi vida con los asesinos en serie, de Helen Morrison, M.D. & Harold Goldberg


En realidad, no hay ningún organismo actual de investigación científica o de literatura psiquiátrica que explique a ciencia cierta la naturaleza exacta del asesino en serie. Y no parece que este hecho vaya a cambiar, al menos en el futuro previsible. A diferencia de otras enfermedades, nadie, ni el gobierno estatal ni el federal, ni tampoco ninguna institución privada nacional o internacional, destina fondos para llevar a cabo una investigación seria. Y aunque lo hicieran, la ley no permitiría que se estudiara amplia y extensamente a un asesino en serie mientras está vivo.

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La violencia en el cine se ha convertido en uno de los temas predilectos que sacan a relucir los medios de comunicación cuando se exponen ante los tribunales asesinatos que imitan los incidentes de alguna película o de algún videojuego. Incluso existe un grupo llamado Lion & Lamb Project cuyo cometido es erradicar la violencia del cine porque considera que ver violencia incita a los niños a cometerla. Sin embargo, a menos que la persona que comete el delito sea susceptible o tenga alguna deficiencia, como un retrasado mental, o que la persona reviva aquello que ve, la violencia en el cine no causa impacto. Los actos de violencia que imitan imágenes cinematográficas son mucho más escasos de lo que se suele creer.


[Editorial Océano. Traducción de Gemma Deza Guil]

martes, noviembre 24, 2015

Próximamente: Consumidos


De David Cronenberg. En Anagrama.

lunes, noviembre 23, 2015

Con el corazón en tinieblas, de Eleanor Coppola


Con el subtítulo de "Un diario íntimo de Apocalypse Now", hace años se publicaron estos cuadernos donde la mujer de Francis Ford Coppola anotó sus impresiones sobre el auténtico infierno que supuso para ellos y sus hijos embarcarse en el rodaje de Apocalypse Now, una de mis películas favoritas y una de las más fascinantes de la historia.

Aunque muchos ya estábamos familiarizados con las múltiples desgracias de aquel rodaje (enfermedades, tifones que destruyeron los decorados, un Marlon Brando que llegó al plató con más peso del requerido, destitución de Harvey Keitel por Martin Sheen, problemas de presupuesto hasta el punto de que Coppola hipotecó todo cuanto tenía para concluirlo…), merced a los documentales y a los reportajes de las revistas, es conveniente leer este libro: refleja a la perfección lo que supone tratar de vivir junto a un artista obsesivo, deprimido a ratos, confundido, obsesionado con sacar adelante un proyecto inmenso que parece hacer aguas por todas partes. Es, además, el ejemplo de cómo alguien supera todos los obstáculos para acabar creando una obra mayúscula del cine. Aquí van algunos ejemplos, ya que el libro abunda en anécdotas jugosas sobre actores y cineastas:

Le contó a Marty que, durante el rodaje de El Padrino I, un día estaba en el lavabo del estudio, sentado en el retrete, y dos miembros del equipo entraron en los aseos y se pusieron a comentar que la película era una mierda integral y que el cabrón del director no sabía lo que se hacía. Francis dijo que entonces levantó los pies para que no le reconocieran los zapatos. Ahora tiene la sensación de que todo el mundo en producción está mirando lo que hace y pensando: "Esto es una mierda integral. ¿Y éste es el director de El Padrino? Pues a mí me parece que no sabe nada".

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Hemos estado hablando de todos los miedos que le acucian, y casi todos parecen relacionados con el hecho de que el guión no está terminado. Ha estado leyendo, investigando, hablando, pensando, escribiendo y luchando con él cada día desde hace ya casi un año. Le he sugerido que lo dictara todo, ahora mismo, de principio a fin, exteriorizando todo lo que tenga en la cabeza. Se conoce el material del derecho y del revés. Prácticamente se muerde la cola.

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He ido al set de la plantación francesa para ver qué tal le va a Francis y cómo lo están pasando los chicos. La toma era en el muelle, así que fui hasta allí y me encontré a Francis en la sombra, hablando con un hombre corpulento de pelo corto y canoso. Cuando me acerqué, el hombre me dijo: "Hola, Ellie". Su aspecto me sonaba, y al punto me di cuenta de que era Marlon Brando. Me quedé fascinada de que me reconociera y se acordara de mi nombre después de nuestros pocos y breves encuentros. Parecía mirarme al microscopio. Como si se diera cuenta de todos los movimientos de mis cejas, o fuera capaz de ver los puntos irregulares del bordado en el bolsillo de mi camisa. Y no lo hacía con aire crítico, sino simplemente absorbiendo todos los detalles.

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Francis ha estado tan angustiado, últimamente, tan enojado: enojado con la película, enojado conmigo, enojado con su familia, enojado con todos sus colaboradores, enojado con su vida. Así que se marchó para estar totalmente a solas e intentar determinar qué le molesta tanto.

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La película que está rodando es una metáfora del viaje hacia el yo. Él ha emprendido este viaje y todavía no ha regresado. Es aterrador contemplar a una persona que amas yendo hacia el centro de su persona y enfrentándose a sus miedos, el miedo al fracaso, el miedo a la muerte, el miedo a volverse loco. Tienes que fracasar un poco, morir un poco y enloquecer un poco para ser capaz de salir indemne del túnel. Y el proceso no ha terminado para Francis.

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Voy sentada en un avión con el plato de entremeses en la bandeja plegable del asiento. […] Francis va a mi lado. La cabeza de George Lucas asoma por encima del asiento delante de él. Steven Spielberg va sentado al otro lado del pasillo. Entre los tres han conseguido las tres películas más taquilleras de todos los tiempos. Tiburón es la número uno. George acaba de decir que La guerra de las galaxias va a ser número uno a las 19.05 del próximo sábado. El Padrino es la tercera. Sus películas han obtenido unos beneficios de más de mil millones de dólares. Steven los llama los muchachos "milmillonarios". Están hablando de la depresión que sufrieron después de sus éxitos. Todas sus fuerzas y concentración puestas para el gran logro, el sueño de su vida, y después la sacudida que supone el hacerlo realidad.

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Me dijo que tiene la sensación de que ver la película acabada le ayudará a esclarecer y completar algo en su interior y que, hasta entonces, se encuentra en un caos personal. Está sorprendido de lo mucho que ha cambiado. Ya no se reconoce a sí mismo. No es capaz de distraerse con ninguna de sus aficiones anteriores. No puede organizar una fiesta, escuchar música, leer un libro; ya no puede sentir interés por un avión o por el próximo estudio de montaje, o en la construcción de un nuevo viñedo. No le importa si la casa está de una manera o de otra, dice que ya no tiene ninguna opinión.


[Emecé Editores. Traducción de Mar Vidal]

sábado, noviembre 21, 2015

viernes, noviembre 20, 2015

Últimas noticias de la escritura, de Sergio Chejfec


La libreta como objeto a mano si preciso una alternativa a la computadora. En sus páginas pongo a veces anotaciones y otras veces algo no muy diferente, pero que para mí obedecen a otro rango porque corresponden a la historia o el ensayo que estoy escribiendo. Anoto también cuestiones más puntuales: lugares, datos, instrucciones, cosas que no alcanzo a escribir en otro papel, ideas para tener presentes.

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El hecho de escribir, el dibujo de la letra, la ceremonia silenciosa, todo me sometía a unos protocolos que no me pertenecían pero que silenciosamente me brindaban una hospitalidad que el mundo cercano me escatimaba. Y de allí procede también el otro elemento, la escritura como algo que debía ser actuado. Actuado para que alcanzara un grado natural de verdad, y para que cada una de las poses, inclinaciones, actitudes, etc., vinculadas con la escritura, fuera un salvoconducto más eficaz no para que yo cambiara, sino para que una naturaleza adicional vinculada con la escritura o con lo literario en general viniera a rescatarme de la angustia y el desamparo.

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Las formas materiales de escribir son diversas, pueden implicar varios tipos de artefactos y sin embargo la paradoja, al menos por ahora, es que los resultados, al contrario, están muy poco alejados. La organización textual sigue siendo básicamente la misma que en el pasado: la palabra, la línea, el párrafo, la página. Sólo las experiencias cercanas o lejanamente derivadas del hipertexto logran desestabilizar esa sucesión ecuánime expresada por el renglón y la concatenación textual. Pero se trata de una desestabilización acotada, en la medida en que, cuando abandona la esfera digital, esa masa escrita debe volver al cerco de la jerarquía de la página y del soporte gráfico editorial.

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[…] la escritura digital es todo lo que la escritura física no es. Ambas escrituras tienen diferente disposición. La escritura física se despliega alerta, está a merced de lo que ocurra a su alrededor y, de hecho, no puede dejar de lado los pasos efectuados; mientras que la escritura digital denota una impasible indiferencia frente a los avatares ciertos y a lo que ha dejado atrás, o sea, de este lado de la pantalla.

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Lo concreto es que marcas y anotaciones aluden a más de una gramática de lectura. ¿Por qué en algunos casos las marcas, y por ende toda inscripción manuscrita, prolongan la presencia o el aliento de quien las dibujó, aun cuando no sepamos de quién se trata y qué nos ha querido decir, y en otros casos ello no sucede? Creo que influye el vínculo de redundancia que el mismo texto establezca con las marcas. 


[Jekyll & Jill Editores]

En Playtime: Sergio Chejfec


Últimas noticias de la escritura: aquí.

jueves, noviembre 19, 2015

Carpas para la Wehrmacht, de Ota Pavel



En Sajalín nos descubrieron hace tiempo a Ota Pavel con su libro Cómo llegué a conocer a los peces. La historia de Pavel es curiosa porque escribió algunos de sus libros en el hospital, mientras le trataban su enfermedad mental: Allí un psiquiatra le había dado un cuaderno y un bolígrafo, y así es como Ota Pavel entró en la literatura, nos cuenta Mariusz Szczygiel en el epílogo. Pavel se libró por los pelos de ser recluido en un campo de concentración cuando la Segunda Guerra Mundial trastocó la vida de su familia, pero su padre y sus dos hermanos no se libraron.

Lo más sorprendente de los libros de Ota Pavel es que gozan de un humor que levanta el ánimo, pese a todo. En el epílogo se dice que solo un prisionero de la depresión podía escribir el libro más antidepresivo del mundo. En Carpas para la Wehrmacht nos cuenta, mediante 9 relatos, algunos pasajes de la vida de su familia, centrándose sobre todo en su padre, todo un personaje (obsesionado con los peces y a veces con otras mujeres, vendedor de aspiradoras y de atrapamoscas y luego criador de conejos, cabezota y capaz de jugársela a quien se la juegue a él primero…).

Aquí van algunos extractos:

Mamá marinó el resto en un bonito caldero de cerámica y les hizo a mis hermanos Hugo y Jirka salsas y bistecs, sus grandes especialidades. Los chicos se dieron un atracón para los años que vendrían, para aguantar Terezín, Auschwitz y Mauthausen, para las marchas de la muerte a treinta bajo cero, para cargar piedras por las escaleras de Mauthausen con un calor de treinta grados y para todas esas cosas bonitas que les habían preparado los alemanes. Hugo volvió bien, en general. Jirka volvió de Mauthausen con cuarenta kilos y durante medio año estuvo muriéndose de hambre y sufrimiento antes de empezar a vivir de nuevo.
[Del relato "La muerte de los corzos hermosos"]

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Con el busto y los muebles empaquetados, al principio de la guerra nos mudamos de Praga a Bustehrad, donde estaba el nido familiar de mi padre y su único estanque.
Aquella vez que el alcalde, delante de nosotros, le dijo "nos quedamos el estanque", no se encogió de hombros ni se encorvó, solo dijo secamente:
-Sea usted tan amable de asfixiarse con las espinas de mis carpas.
El señor alcalde puso los ojos como platos, pero no hizo nada, no quería cargar con mi padre en la conciencia.
[Del relato "Carpas para la Wehrmacht"]


[Sajalín Editores. Traducción de Kepa Uharte] 

Próximamente: Los impunes


De Richard Price. En Random House.

lunes, noviembre 16, 2015

Hambre de realidad, de David Shields


Este libro ha despertado desprecios y entusiasmos a partes iguales. Lo extraño es que muchos de los que lo detestan o lo critican ni siquiera se han tomado la molestia de leerlo. En sus 250 páginas, David Shields expone una especie de manifiesto en el que viene a decir que lo que hoy le interesa es la no ficción. No es que desdeñe la ficción (o así lo he entendido yo), sino que afirma preferir los libros que incorporan materiales de la realidad: crónicas, diarios, ensayos, imágenes, obras fragmentarias… Por otro lado sostiene que todo libro de recuerdos, de memorias, contiene algo de ficción porque, desde el momento en que tratamos de escribir lo que recordamos, vamos deformando nuestros recuerdos de manera involuntaria dado que la memoria es caprichosa (tesis con la que cada vez estoy más de acuerdo: sólo hay que ver cómo un puñado de testigos cuenta diferentes versiones ajustadas a sus particulares puntos de vista).

En algunas de sus tesis opino lo mismo que Shields, y no hay más que comprobar mis hábitos de compra en las librerías: si sólo puedo comprarme un libro y tengo que elegir entre una novela y un ensayo que me apetecen, lo más seguro y lo más habitual es que opte por el segundo. Lo que, sin embargo, no significa que me haya dejado de apasionar la novela. Lo que ocurre es que muchas novelas actuales cansan o no enganchan. Hasta que, claro, uno escoge un clásico (pongamos que sea de Thomas Hardy o de Emily Brontë) o una novela contemporánea con gancho (pongamos que sea de Ben Lerner o de Steve Erickson) y entonces se las come desde la primera página.

Que uno no siempre esté de acuerdo con todas las posturas de David Shields no significa que este libro no sea una joya. Lo es. Se trata de un manifiesto que ha de gustar a todo lector de raza. Por una sencilla razón: es un compendio de citas, que el autor va incorporando a su manifiesto y que le ayudan a consolidar lo que dice o le sirven como ejemplos de lo contrario, y los escritores que ha reunido son todos muy notables. Ahí van algunos nombres de los que podrán encontrar citas y extractos: Vladimir Nabokov, Virginia Woolf, Denis Johnson, Geoff Dyer, J. M. Coetzee, William Gass, Emily Dickinson, W. G. Sebald, Laurence Sterne, Janet Malcolm, Philip Lopate, Anne Carson… Bien, ¿no?

David Shields, para no importunar la lectura con cientos de notas al pie, incorpora la procedencia de las citas al final. De ese modo uno puede leerlo de una de dos formas: o se detiene en cada párrafo y comprueba en las últimas páginas quién es el autor o lo lee de un tirón sin importarle quién diga qué. Yo elegí la primera porque creo que así la lectura es más disfrutable, más reposada y más pertinente. Shiels se transforma en este libro en un dj de la literatura; también es como un montador de una película de Scorsese o de Tarantino, jugando con un montón de material que indica que, a menudo, el orden y el montaje lo son todo en el arte.

Apunté tantas citas del volumen que no sería conveniente que las colgara todas aquí (cómprense el libro, no se arrepentirán). Por eso he hecho una selección, y he añadido la procedencia:   

56
La pintura no está muerta. La novela no está muerta. Es solo que ya no son tan centrales para la cultura como antes.
[David Shields]

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63
¿Cómo podemos apreciar los libros de memorias, tomándolos por verdaderos, cuando todo el mundo sabe que nada es tan poco fiable como la memoria? Muchos libros de memorias hacen una virtud de la falta de adornos, de su expresión llana, pero lo primero y más inolvidable que aprendemos acerca de la memoria es que es falible. Como ahora sabemos, los recuerdos pueden enterrarse, perderse, bloquearse, reprimirse, incluso recuperarse. Recordamos lo que nos conviene, y casi no hay límite para lo que no podemos olvidar. Solo quienes lleven diarios detallados sabrán qué estaban haciendo el pasado año a esta misma hora, en esta misma fecha. Los demás recordamos solo los momentos más intensos y, a fuerza de repetición, incluso los convertimos en capítulos mitológicos de la historia de nuestras vidas. En este sentido, puede decirse que los libros de memorias son novelas modernas, hasta el punto de que tienen narradores poco fiables.
[Robert Winder]

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70
Al volverse más autobiográfica, más íntima, más confesional, más vergonzosa, una obra se fragmenta. Nuestras vidas no están delimitadas por líneas narrativas y, en consecuencia, el arte basado en la realidad –incompletamente procesado, incompletamente producido– se astilla y estalla por su propia naturaleza.
[David Shields]

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172
[…] La memoria autobiográfica es el recuerdo de sucesos o episodios, rememorados en sumo detalle. Lo que se conserva en la memoria no son los verdaderos sucesos, sino el modo en que les dimos sentido y los encajamos en nuestra experiencia.
[Alice Marshall]

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192
La línea que separa los hechos de la ficción es más borrosa de lo que se suele admitir. El sentido común da por supuesto que, mientras que el novelista realiza una labor de imaginación creativa, el periodista debe contar lo que en verdad ocurrió, tal como ocurrió. Esa distinción es fácil de expresar pero difícil de sostener con rigor. Porque la imaginación y la memoria son gemelas siamesas, y no se las puede separar de un corte. Hay razones de peso para afirmar que cualquier versión narrativa es una forma de ficción. Desde el momento en que se ordena el mundo con palabras, se modifica la naturaleza del mundo. […]
[Jonathan Raban]

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195
Al escribir adulteras la verdad. No pretendes alcanzar la verdad literal. Y el único consuelo cuando confiesas este defecto es que intentas llegar a la verdad poética, que solo puede alcanzarse mediante la fabulación, la imaginación y la estilización. Me empeño en conseguir autenticidad; nada de ello es real.
[W. G. Sebald]

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273
Siempre me han gustado las citas: ¿por qué me lo reprocharían? En la vida, la gente cita todo lo que quiere. Por ende, en una obra tenemos derecho a citar todo lo que queramos.
[Jean-Luc Godard]

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307
Ya no existe la ficción o la no ficción como tal; existe solo la narración.
[E. L. Doctorow]

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488
Uno no es importante, salvo porque el ejemplo personal puede servir para elucidar un rasgo humano general y hacer que los lectores se sientan menos solos y menos frikis.
[Phillip Lopate]

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494
Quien escribe sobre sí mismo y sobre su tiempo escribe sobre todo el mundo y todos los tiempos.
[George Bernard Shaw]



[Círculo de Tiza. Traducción de Martín Schifino]

Próximamente: Cuentos escogidos


De Shirley Jackson. En Editorial Minúscula.

viernes, noviembre 13, 2015

Cubierta de Twin Peaks: 25 años después todavía se escucha música en el aire


Pronto saldrá de imprenta este libro que compila varios ensayos y para el que colaboro con un texto inédito titulado "Prólogos, derivas y desapariciones en Twin Peaks: Fire Walk with Me". Publica Rosebud. Coordinan Alexander Zárate y Oliver Tad.