lunes, junio 30, 2014

Tengo una cita con la Muerte, de Varios Autores. Edición de Borja Aguiló y Ben Clark


Los editores y traductores de esta antología nos aclaran en la introducción el propósito de este libro: ¿Qué criterios ha seguido, entonces, esta selección? Por desgracia, sólo uno muy sencillo: todos los poetas que aparecen en Tengo una cita con la Muerte combatieron y murieron en la Gran Guerra, ya fuera en las trincheras o en el hospital. Así, lo que encontramos en dicha selección es un gran fresco sobre lo que ocurría en el barro, en las trincheras, en los corazones de los hombres que estaban a punto de morir y eran conscientes de ello. Algunos poemas funcionan como despedidas; otros, como paisaje de ese escenario bélico; otros, como epitafios por los compañeros ya caídos… Los poetas-soldados aquí reunidos supieron lo que era entrar en combate; no escribieron de la guerra sin haberla visto y padecido. El título, que proviene de un poema de Alan Seeger que colgaré aquí otro día, resulta perfecto. Vamos con dos ejemplos:

ANTES DE ENTRAR EN LA BATALLA

Por todas las glorias del día
y la fresca bendición de la tarde,
por ese último roce del sol que yacía
en las colinas cuando el día acababa,
por la belleza desbordada con esplendor
y las bendiciones recibidas sin cuidado,
por todos los días que he vivido
haz de mí, Señor, un soldado.

Por todos los miedos y esperanzas de los hombres,
y todas las maravillas que los poetas cantan,
las risas de los años despejados,
y cada cosa triste y adorable;
por las románticas edades atesoradas
con este esfuerzo suyo alto y noble,
por todas sus locas catástrofes
haz de mí, Señor, un hombre.

Yo, que en mi colina conocida
vi con ojos ignorantes
cientos de Tus atardeceres derramar
su fresco y bermejo sacrificio,
antes de que el sol oscile su espada de mediodía
debo ahora todo esto despedir;
por todos los placeres que voy a perderme,
ayúdame, Señor, ayúdame a morir.

WILLIAM NOEL HODGSON
escrito dos días antes de su muerte,
el 1 de julio de 1916

**

A MI HIJA BETTY

En días más sabios, mi querida flor, lanzada
a la belleza orgullosa, como era el orgullo de tu madre,
en ese deseado, retrasado e increíble tiempo,
te preguntarás por qué te abandoné, siendo mía,
y el querido corazón que era tu trono de bebé,
por jugármela con la muerte. Y, ¡oh!, te darán rimas
y razones: algunos lo llamarán sublime,
y otros lo declamarán con tono cómplice.
Así que aquí, mientras las dementes pistolas maldigan
por lo alto,
y los hombres exhaustos suspiren, con barro como
colchón y suelo,
sabe que nosotros, infelices, ahora con los muertos
infelices,
no morimos por una bandera, ni un rey, ni un emperador
sino por un sueño, nacido en la cabaña de un pastor,
y por la secreta Escritura de los pobres.

THOMAS MICHAEL KETTLE
escrito cuatro días antes de su muerte, 1916


[Ediciones Linteo. Traducción de Borja Aguiló y Ben Clark]

viernes, junio 27, 2014

Lo poco que sé de Glafcos Zsarakis, de Vasilis Vasilicós


Cerca del final de esta extensa, política, metaliteraria, gran novela, el narrador explica sus intenciones:

Ya avisé desde el principio que no soy partidario de las biografías estáticas, que empiezan con el nacimiento del protagonista y concluyen con su muerte. Desde el primer momento, creo que dejé bien clara mi postura al respecto, recogiendo el material según me iba llegando. Así, el lector de mi estudio se convierte, en cierto modo, en mi cómplice y aliado, tropezando con los mismos escollos con que tropecé yo, sufriendo de las mismas repeticiones y viviendo, en general, una realidad no concretada desde la primera frase, lo cual supondría una estricta labor burguesa de preparación. No soy ni detractor ni defensor de ninguno de estos dos métodos, no sé cuál es el mejor. Me limito a exponer cómo trabajé yo.

A lo largo de 400 y pico páginas, Vasilis Vasilicós (autor de la célebre novela Z) reconstruye la vida del escritor Glafcos Zrasakis, pero, como en toda biografía, hay zonas grises, puntos que no logra aclarar (de ahí el título: Lo poco que sé…), y durante su escritura asistimos a su desarrollo, o a su "work in progress", como menciona la editorial en la solapa interior. Vasilicós trata de averiguar cómo y dónde murió Zrasakis: si fue en Berlín o si, como cuentan, se lo comieron unos caníbales en Papúa-Nueva Guinea. Este trabajo y esta búsqueda y esta recopilación de materiales le sirven de excusa al autor para trazar un recorrido político, literario e histórico por el siglo XX, cambiando de escenarios y de tiempos con la naturalidad del gran narrador. Pero hay algo que convierte al libro en un ejercicio de metaliteratura: en realidad Glafcos Zrasakis es una especie de álter ego de Vasilis Vasilicós, pero no son idénticos, con lo cual entramos en esa "novela de espejos" que tanto le gustan a Enrique Vila-Matas. También hacia el final, el narrador dice:

Mi hija, pues, me dijo abiertamente que, al no existir Zrasakis, por lógica yo debía de ser Zrasakis. El acuerdo que se establece entre el lector y el escritor se puede apoyar en dos presunciones: o bien Zrasakis realmente existió, en cuyo caso lo que escribo sobre él tiene la garantía de lo real, aunque sea en forma novelada, pero no es el caso, pues no hay una sola mención al nombre de Zrasakis en ninguna historia de la literatura; solo aparece el nombre de Lazaridis Marcos, autor de La cruz del sur y otras obras, pero que no tiene nada que ver con Marcos Lazaridis, el hermano de Glafcos que fue asesinado durante la guerra civil; o bien –segunda opción– Zrasakis nunca existió y lo creé yo a mi imagen y semejanza para poder expresarme más fácilmente, disfrazado de una tercera persona. Autodistanciado de mí mismo.

Pese a su extensión, en ningún momento el libro te agota. No cansa ni aburre, e incluso tiene bastante humor. A veces, eso sí, admito que me perdí un poco en los entresijos históricos y políticos de Grecia. Es, además, una "novela viajera", que transcurre en Berlín, en Atenas, en Nueva York… Muy recomendable, copio algunas frases que me han llamado la atención:

La izquierda le prometía un nuevo orden de cosas "futuro", pero de momento tenía que aguantar la explotación capitalista trabajando duro.

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"Las fronteras", escribe Zrasakis, "las fijan ríos, gargantas, barrancos. En las crestas de las montañas, en cambio, hay armonía".

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Porque solo cuando uno necesita de verdad al otro tiene sentido la coexistencia. Solo cuando uno no puede estar sin el otro se puede producir una unión para toda la vida. Solo cuando uno es incapaz de caminar sin el apoyo del otro hay comunión marital.

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Al contrario que la mujer europea, que tiene un solo marido en su vida pero atesora un buen número de aventuras eróticas, la estadounidense se casa muchas veces pero tiene el mismo número de experiencias que de maridos.

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¿No estamos diciendo siempre que el ser humano es un ser racional? Sí. Pero, al mismo tiempo, tenemos que tener en cuenta el factor tiempo. El tiempo es acumulación de un capital de frustraciones. Las frustraciones se traducen en odios y hostilidades, que en algún lado y en algún momento estallarán. Los odios y las hostilidades inconscientes son más peligrosos que los conscientes.

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Estamos en crisis. ¿No lo entendéis? El que la supere, será proclamado grande. Los demás dejarán tras de sí únicamente las huellas dispersas de su angustia.

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¿Así que eso era la vida? ¿Despertarse para ir a trabajar y después irse a dormir porque estuviste trabajando? Qué poco sentido tenía, ciertamente, todo eso; no definía más que la forma del vacío. Hasta los periódicos que leía le daban asco. Pero cuando no los leía creía que se estaba perdiendo algo que debía saber.


[Hoja de Lata. Traducción de Ángel Pérez González]

Hoy, en Madrid


Presentación de la novela Aceldama, de Francisco Jota-Pérez. A las 19:00 h., en la Librería Machado del Círculo de Bellas Artes. Junto al autor intervendrán Álex Portero y Layla Martínez.

[Sin título]

Mi educación:
no desees nada demasiado
no te vanaglories ante nadie
–mucho menos de ser feliz–
no sueñes sueños imposibles
–tampoco sueñes la posibilidad–
no rías demasiado alto
no enfades a los dioses
–no creas en ellos ni en sus premios
aunque estarán ahí para castigarte–
no llores delante de los otros
–la tristeza es otra forma de ser presuntuoso–
no te aferres pero no te sueltes del todo del pasado
no te emborraches sin sufrir por la resaca
no te menosprecies
esperando compasión
no luches
todo está perdido desde siempre.

Y ahora sal al mundo, sostente, sé un ejemplo.


Ana Pérez Cañamares, Las sumas y los restos

jueves, junio 26, 2014

Sólo los amantes sobreviven


La última película de Jim Jarmusch es una de sus obras más logradas y será, con el tiempo, una de las más recordadas e imitadas. Jarmusch suele coger un género (el western, el cine de samuráis o el drama carcelario) y darle la vuelta, mostrándonos sus costuras y proporcionando otra visión del asunto, radicalmente distinta. Aquí realiza la misma operación, consistente en contarnos una historia de amor y vampiros sin apenas dejar huellas del cine de vampiros ni caramelo de las comedias románticas: los vampiros del siglo XXI ya no suelen atacar a los humanos (que ellos califican de "zombies"), tampoco son perseguidos ni acosados con ajos, cruces y estacas y viven una existencia que conecta con la de los yonquis, comprando sangre en el mercado negro, viviendo en lugares remotos o apartados, utilizando nombres falsos en sus desplazamientos, sintiendo cierta nostalgia de otras épocas donde todo era más auténtico o menos deshumanizado (el filme es, también, una especie de lamento por el tiempo que se fue, principalmente el Romanticismo que encarnaron Keats, Byron, Shelley y compañía).

En Only Lovers Left Alive encontramos a cuatro vampiros. Adam (Tom Hildeston) vive en Detroit, recluido en un caserón mientras compone música underground; sus temas han adquirido el rango de culto, pero él se obstina en pasar desapercibido, en ocultarse, en utilizar disfraces. Sus héroes (Yo no tengo héroes, dice, sin embargo) o sus ídolos están en la pared: Mark Twain, William Burroughs, Oscar Wilde, Edgar Allan Poe, Iggy Pop, Charles Baudelaire, Buster Keaton… (es, por así decirlo, una declaración de intenciones del propio Jarmusch, como si nos dijera: "Aquí está casi todo lo que amo"). Eve (Tilda Swinton) vive en Tánger, ciudad que siempre identificamos con la literatura de Genet, Bowles, Burroughs, Chukri, Corso… Allí está en contacto con otro vampiro, Christopher Marlowe (John Hurt), que no es un pseudónimo, sino que es el auténtico dramaturgo, que ha sobrevivido durante siglos como vampiro, siempre a la sombra de William Shakespeare. Y aún queda un cuarto miembro: Ava (Mia Wasikowska), la joven y peligrosa hermana de Eve, que viaja de un lado a otro y siempre depara problemas. Pronto nos enteramos de que Adam y Eve están casados, y que forman una pareja desde hace siglos. Pero tienen todo el tiempo del mundo, y tal vez por eso pasan días separados, en continentes distintos, cada uno sometido a sus pasiones. Jarmusch, mediante esta historia de amor, nos habla de la eternidad, pero también de lo que significa estar enamorado "de verdad". Frente a lo que solemos decir de: "El tiempo lo destruye todo", Jarmusch coloca a sus personajes en la tesitura contraria: "El tiempo no lo ha destruido todo". Esto conecta con una frase de Vasilis Vasilicós, de su novela Lo poco que sé de Glafcos Zrasakis: Solo cuando uno no puede estar sin el otro se puede producir una unión para toda la vida. Adam y Eve se necesitan uno al otro. Podríamos aventurar que ésa es la semilla de la película.

Con estos elementos Jarmusch construye una película que te va envolviendo, que posee cierta "textura onírica", como si estuviéramos dentro de un sueño, algo a lo que contribuyen la música y los planos, algo del estilo a la adaptación de Las vírgenes suicidas. Pero además hay una pasión por la música y la literatura que a muchos nos ha subyugado. El filme está lleno de guiños y referencias. Por ejemplo, el equipaje de Eve, que conforman dos maletas repletas de libros, donde caben Cervantes, Beckett o Foster Wallace. Por ejemplo, los pseudónimos que utilizan a veces, o los nombres de algunos personajes. O esa mencionada pared. O todos los diálogos en los que hablan de escritores, de músicos y de científicos. Quien espere encontrar algo del estilo a Blade (y, ojo, soy defensor de este filme), que no vaya; quien, por el contrario, quiera ver una de las historias de amor de vampiros más finas y sutiles del cine, que no se la pierda.


Esta tarde, en Madrid


Hoy, a las 20:00 horas, en La Casa Encendida, última sesión de la temporada (dentro del ciclo "No es español, es cine", organizado por Hilario J. Rodríguez y Carlos Tejeda. Proyección del documental Underground. La ciudad del arco iris, de Gervasio Iglesias, y coloquio posterior. Más datos: aquí.



Hermana Muerte, de Thomas Wolfe


El sábado anterior me enteré de que Periférica publicaba una "nueva entrega" de la obra breve del grandísimo Thomas Wolfe (Hermana Muerte viene precedida de las ya recomendadas El niño perdido, Una puerta que nunca encontré y Especulación) y, aunque el libro aún no estaba distribuido, unas horas después lo encontré en los tenderetes del H.U.L. (I Festival de Microedición y Lucha Libre Hostia Un Libro), que se celebró en el Campo de la Cebada de La Latina. Y, por supuesto, lo compré al instante y ya lo he leído.

El narrador de Hermana Muerte nos cuenta los cuatro encuentros que tuvo en la gran ciudad con hombres que acababan de morir: hombres que perecieron en la calle, delante de sus ojos, o en los andenes del metro. Muertes violentas o muertes pacíficas, casi serenas, como si el finado sólo se hubiera echado a dormir. Wolfe vio todo eso en la metrópoli y lo cuenta aquí. Esos encuentros con la extinción le permiten hablarnos no sólo de nuestra mortalidad, sino que el autor va más allá, como siempre: le sirven para hablarnos de la soledad del hombre y del modo en que las ciudades a menudo engullen a sus ciudadanos, como entes vivos a los que, sin embargo, no les importa si sus habitantes mueren o no. Pero da igual lo que nos cuente Wolfe porque siempre lo hace bien: es su estilo el que cuenta, el que embruja, el que te convierte en un adicto a su prosa. Un estilo entre lírico y grandilocuente. Dejo algunos ejemplos de su poder como narrador:

Murió de un modo tan discreto que a muchos nos costó admitir que estaba muerto; su muerte fue sólo una suspensión instantánea y serena del movimiento de la vida, tan pacífica y natural en su curso que todos nos quedamos observándola con ojos de fascinación e incredulidad, reconociendo de inmediato el rostro de la muerte con una terrible sensación de familiaridad, que nos confirmaba que la conocíamos desde siempre y pese a ello, horrorizados y atónitos como estábamos, nos resistíamos a aceptar su aparición.

**

Nadie oye las enormes y oscuras alas que baten el aire sobre sus cabezas, todos piensan que su momento durará para siempre, todos caminan tan decididos que a duras penas perciben su propia decadencia, su envejecimiento. Nunca levantan la mirada para ver las estrellas inmortales que sobrevuelan su Feria imperecedera, nunca oyen la voz inmutable del tiempo que medra en el aire, que nunca cesa, no importa cuántos hombres vivan o mueran. La voz del tiempo se oye a lo lejos, remota, y sin embargo contiene toda la voz de un millón de vidas notables en su murmullo, se alimenta de la vida y sin embargo vive por encima de ella, apartada.

**

Yo había visto morir a mi hermano y a mi padre en la oscura semivigilia de la noche y había conocido y amado la figura de la orgullosa Muerte siempre que ésta se presentó ante mí. Había vivido y trabajado y bregado hombro a hombro con la Soledad, mi amiga, y en la oscuridad, en la noche, en todo el silencio durmiente de la tierra, había mirado mil veces el semblante del Sueño y había oído el sonido de sus negros caballos siempre que se acercaban.


[Editorial Periférica. Traducción de Juan Sebastián Cárdenas]


Sarabanda #14

La piedra sola y fría no sabe de fresas en verano ni del aroma del jazmín,
no lo sigas intentando: no ama aún siendo amado.
No te canses, seguirá lloviendo, las mentiras
se escurren entre los dedos de una mano enferma.

Pocas notas te recordarán lo que pudo ser ayer
si la vida no intentara imponer su demagoga opinión.
Siempre, al final, te quedará Casablanca y el vino
del futuro pretérito imperfecto, qué le vamos a hacer.

Parece que la tormenta escampa, llévame a dar una vuelta
te contaré la historia secreta de cada ser vivo.
Si miras bien a tu alrededor te puede parecer algo casi divino,
la vida no te olvides siempre se hace paso sobre las ruinas y los cadáveres.


Daniel G. Sanguino, extraído de su blog

miércoles, junio 25, 2014

Rompiente, de Jorie Graham


¿Cómo mostrar las entrañas de este libro sin copiar íntegro uno de sus extensos, complejos, hipnóticos poemas? Llevo varios días pensando en ello, tal vez semanas. En Bartleby han modificado la edición para ajustarla a las necesidades de cada texto: el formato del libro es superior a otros volúmenes de la editorial, la página es más ancha y, no obstante, la letra es más pequeña de lo habitual. Me dijo Pepo Paz, conversando la otra tarde en la Feria del Libro de Madrid, que las primeras maquetaciones fueron rechazadas por la autora porque no se ajustaban a lo que ella quería. Y lo que ella ha querido es lo que me impide poner aquí un poema completo (para respetar su voluntad): frases kilométricas, continuos encabalgamientos, versos sometidos a un sangrado tan radical que la mayoría de ellos comienzan hacia la mitad de la página…

Luego encontré una reseña de José Ángel Cilleruelo y obtuve la respuesta para hablar de este libro: escoger versos sueltos, de aquí y de allá, que al menos den una ligera idea de los territorios en los que se mueve la autora, parajes mentales donde confluyen los "flujos de conciencia", la observación de la naturaleza, el enigma del futuro o la filosofía… He leído el libro dos veces, y pese a ello no estoy seguro de haber captado todos sus misterios, todos sus guiños y todas sus referencias. El traductor, Rubén Martín, ha conseguido un trabajo admirable, no es fácil traducir a Jorie Graham (el libro se presenta en edición bilingüe). Durante la segunda lectura me entraron ganas de escuchar la banda sonora de Stalker (la película de Andrei Tarkovski); luego supe la razón: los poemas de Rompiente, su cadencia y su extrañeza, son similares a esos planos del filme en los que vemos detritus y artefactos oxidándose bajo las aguas, en esos riachuelos que muestra Tarkovski en medio de la Zona. Copio algunos versos sueltos, que he ido cogiendo de aquí y de allá:

Lo permanente refluye. No deja / nada similar a / huellas, han sido borradas, la hierba prolifera, vida que perturba vida, y es tumulto / a nuestro alrededor, como un enclaustramiento / extremo, difuminando la sensación / del estado del / ser. El que ayer mismo existía, calmo y / cierto.

**

[…] yo no fui un fallo piensa mi humanidad, no puedo / irme a ningún sitio / que no sea este cuerpo, el después de cada instante no es más que / otro instante, respirar, respirar, / mis células se estiran, me multiplico en el rostro de / la tierra, en el / fango—[…]

**

[…] tus presos que llegan / a tu centro de detención, allí, en tus / ojos, la prisión, en la profundidad de tu pupila, el ablandamiento, tú entregando toda tu atención, / tus ojos, tu celda, tu cautela, tu control, / después de todo es tuyo, sí, lo que has atrapado, aférralo, aferra / esto, aquí no hay ley, no estás expuesto a / enjuiciamiento, mira todo lo que quieras, se retorcerá para ti, ahí, en esta luz que se alza, protegido / de las consecuencias, haciendo de ti un / fantasma, sin un grito, sin un grito la / tarde se convierte en noche, las palabras parecían serlo todo […]

**

Justo en el centro me detendré a respirar. El / futuro es una banalidad que no / saboreo, no, no hay números / aquí, es una espléndida turgencia, sin emoción, igual que en este amor no hay emoción, no, ni / memoria […]

**

[…] y también, queremos saber hacia dónde se va / todo, hacia dónde fluye, y qué está realmente / muerto y qué tan sólo se transforma, aquí, realmente, alza / la piedra, retira las hojas, humus, turba, suciedad, ah / qué húmeda, espera a que se seque un poco, la evaporación y el manotazo de sus alas […]

**

[…] agua que sostiene cielo y tiempo— / grietas en el asfalto donde hay / fugas, donde el aire es sometido, se dirige, / fluye hacia abajo, sigue las grietas, abre grietas—[…]

**

[…] nada visible en la superficie sino / el agua: el agua y / siempre la blanca y autodestructiva floración de las olas al romper, y turbación / en primer plano, y / aquí, en lo que queda de tierra, / el tintineo de cables contra astas sin bandera, marea baja, día libre […]

**

[…] sí, siempre fuimos / vulnerables a la / belleza, por qué no iba a ser / así—las maravillas del tiempo cuando pasa y las cosas crecen, y los desgarros de la muerte / cicatrizan, y llegan las flores que uno puede / mirar solo / un instante / más, asimilarlas, y la mente / se encuentra insegura otra vez […]

**

[…] Anochecer, / ¿qué es de esas traiciones, las que quedan, / y quién las llevó a cabo?, me pregunto / cuando la sensación de lo que se avecina posa los hombros en todo el horizonte, puedo verlo / aunque esté decapitado, su intención sea / confusa, los posibles resultados / inimaginables. Tienes tu imaginación, dice el anochecer. Es todo lo que / te queda, pero tiene el cuello abierto, la garganta / seccionada, no has olvidado cómo cantar, o cómo querer / cantar. Es / extraño pero aún / necesitas contar / tu historia—[…] 


[Bartleby Editores. Traducción de Rubén Martín]

Veneno

Ya sé lo que estás pensando,
que
50 años son muchos
para     publicar     un primer     poemario.

Quizás tengas razón,
pero no te preocupes,

he sabido guardar

todo

mi veneno.


Baco, Ardimiento

martes, junio 24, 2014

Aceldama, de Francisco Jota-Pérez


En el osario de miniempleo de Aceldama, prácticamente la totalidad de lo que es en otros lugares y lo que es en el mundo se narra como una leyenda urbana o el guión de una teleserie cualquiera en la que el terrorífico giro final de la trama consiste en que uno está dentro y, a cada año que pasa, tiene menos opciones de estar fuera. Aquí se trabaja un máximo de quince horas semanales, repartidas en turnos aleatorios y según convenios infinitamente prorrogables de forma unilateral a discreción de la empresa madre; eso, sobre el papel. En la práctica, la jornada acaba siendo de quince horas diarias, cada día en un sub-departamento distinto de la misma sección, con el trabajador recategorizado en siete concordatos distintos aunque casi idénticos…

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Lo bueno de España, es que puede resultar monumental. No sólo lo fue una vez sino que lo sigue siendo y lo será. Adriana es el total de las rubias cobre de este país, el arquetipo de una excepción, y le tranquiliza sobremanera que el tópico autóctono tienda a excluirla. La vida nocturna es asquerosamente infértil para ella. Las vallas publicitarias y los estimulantes hipervínculos nacionalcomercialsocialistas que toman la noche de la ciudad, para que los felices gastadores tengan su tranquilo nicho seguro en sus dispositivos móviles cuando salen a menearse entre las farolas y fumar a las puertas entrecerradas del intercambio coital, la alegran tanto como los adornos en los frisos de la catedral del barrio de mar o la escultural mujer del paraguas que desde hace un siglo y medio espera a nadie en particular a la entrada del zoológico… España fue monumental y lo sigue siendo y lo será…

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Aceldama es la ciudad española con menor índice de pobreza relativa y está entre las cinco últimas en tasa de suicidios; por otra parte, es el núcleo urbano que mayor número de trastornos mentales diagnosticados detenta, doblando la media nacional (e incluso algunos informes defienden que, si se contabilizasen las enfermedades mentales no diagnosticadas, la cifra aún se doblaría una vez más), y el noventa y nueve por ciento de su población estudiantil roza, curso sí y curso también, el fracaso escolar. Samuel lanza golpes al aire mientras corre; se ha vendado las manos como lo hace en los entrenamientos. El alma de Aceldama es intercambio de dinero e ideas y formas de arte; algo como una turbina subyace en la ciudad y acumula la actividad sináptica de los que visitan sus más de sesenta museos y pinacotecas de vanguardia, de los matriculados a talleres de escritura y clases de baile en su docena de centros cívicos, de una economía sumergida de músicos callejeros y artistas de performance itinerantes… ¿Y dónde se excreta todo cuando ha cumplido su ciclo en el aparato digestivo de Aceldama? En la playa, tras pasar por las mismas depuradoras que filtran los torrentes fecales de las cloacas para devolver al mar lo que en cierto modo es suyo.


[Editorial Origami]